24| Una razón.

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Sue

Desde que conozco a Mike siempre solía decirme que los corazones eran como estrellas.

Me lo decía por el simple hecho de que cada latido significaba que estamos vivos y que brillamos como nadie. Pero desde que rompí su corazón, ahora me preguntaba cómo estaría su luz. Porque no podía imaginarme un mundo donde los corazones dejaran de latir. Donde el suyo perdiera su luz por completo y se quedara en las sombras.

No él. Por favor.

Había pasado una semana desde que Mike nos vio a Adrik y a mí juntos y me dolía el corazón. No podía ser tan egoísta de decir que estaba roto, porque el único que tenía el derecho de decir que estaba roto era él... o al menos eso pensaba hasta el momento.

No me había atrevido a llamarlo porque sabía que no quería verme. Y no lo culpaba. Fui una persona realmente horrible con él y no lo merecía. Solo quería hacer lo correcto de una vez por todas. Y eso era, efectivamente, ir con la única persona a la que sabía que podía darme respuestas.

Debía terminar este juego de una vez por todas.

Millones de cosas pasaban por mi mente en cuanto me detuve frente a la puerta del chico pelinegro con el que había iniciado este juego que rompió un corazón. El juego que dejó millones de confusiones, llanto y secretos sin resolver. O al menos eso era lo que pensé en un momento. Porque no iba a dejar cabos sueltos.

Este seguía siendo mi juego después de todo.

Mi corazón latió aceleradamente en cuanto toqué el timbre de la mansión de Adrik Cash y latió aún más rápido en cuanto vi que el que me atendió fue Aegan, quien me miró de forma despectiva como de costumbre, así que ni siquiera me molesté en inquietarme.

—Ah, eres tú —puso una mueca de disgusto—. No puedes entrar, lo siento.

Él hizo un ademán de cerrar la puerta, pero yo lo detuve antes.

—Quiero verlo —pedí—. Por favor.

—¿No has tenido suficiente? —enarcó una ceja—. Mira, no tengo todos los detalles de lo que ha pasado entre ustedes. Pero sé que Adrik está jodido. No come ni duerme bien. Y soy lo suficientemente inteligente cuando digo que sé que todo puede irse a la mierda. Más de lo que ya está.

Algo en lo que me había dicho no me terminaba de cerrar. ¿Por qué razón Adrik sentía tan mal? 

—Crees que lo sabes todo, Aegan y no es así.

—Sí, lo sé porque yo también jugué a algo parecido con...

Él se quedó sin decir palabra.

—¿Con quién?

—Eso no importa —frunció los labios—. Solo vete, ¿de acuerdo? La familia Cash no necesita más desgracias.

Yo negué con la cabeza.

—Por favor, solo déjame verlo. Necesito respuestas.

—Eso no es suficiente.

—¿De qué hablas?

—Solo dame una razón por la cual deba dejarte entrar. Una buena razón.

Yo me quedé en silencio por un momento, pensando a toda velocidad. Aegan era mano firme. Él siempre cumplía lo que decía. Y si él quería, podía separarme de él en un santiamén.

—Solo digamos que... —suspiré hondo—. Puede ser un asunto de amor.

No sabía por qué había dicho esas palabras. Quizá para convencer a Aegan o... tal vez porque en algún momento llegue a sentir algo por Adrik.

Solo es un juegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora