Pinchi Prologo

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Libro I


1


Era de noche, entre 12 y 1 AM. Estaba oscuro, muy oscuro para ser una ciudad. La gente se movía entre las calles. En la Rouss Street había la colección de humanos raros más extraños que te puedes imaginar. Muchos hombres que iban allí salían corriendo del miedo. Había punks escupiéndole a las ventanas de los antros, rockers en sus harleys por la calle, cholos graffitiando y fumando marihuana, todo un espectacular freakshow.

En la más sucia de todas las cantinas de la vieja y querida Rouss Street, estaba un grupo de rock and roll, tocando viejas canciones. Un hombre entro, se sentó junto a la barra y pidió un buen tarro de cerveza oscura. Era temporada navideña, 22 de diciembre. La banda hizo una pausa y empezaron a cantar una extraña versión punk de "Jingle Bells".

El hombre del tarro encendió un cigarrillo y junto a el llego otro hombre con un extraño pañuelo en la cabeza.

Estas listo, Tony?- dijo el tipo del pañuelo.

Siempre estoy listo, cabron.-Replico Tony, mientras fumaba y seguidamente le daba un trago a su cerveza, para después, escupir el humo.

Después de un poco de conversación, 7 cigarros y un par de cervezas, ellos se dispusieron a salir. El hombre del pañuelo se estaba riendo de los punks que tocaban su canción tan extraña y llena de sarcasmo, mientras el otro, con un cigarro en boca, se dispuso a salir. El tipo del pañuelo lo persiguió, riendo mientras caminaba.

Ambos hombres salieron de la cantina, un poco mas ebrios, uno mas feliz y el otro mas pensativo. Empezaron a caminar por la Rouss Street y su destellante brillo por luces de neon de cantinas, antros y clubes strip tease. Tony saco un cigarrillo y lo encendió.

-No me vaz a ofrecer uno, egoísta? -dice su acompañante.

-Si, claro, toma, Alex.-dijo Tony mientras le daba un cigarrillo a Alex, mientras este se apretaba su pañuelo en la cabeza.

Tony reflexionaba mucho acerca de lo que haría esa noche, Se miraba que no estaba concentrado, tenía mucho en la cabeza. Mientras mas caminaba a su destino, su odio se expandía de su cerebro para llegar a su corazón, como una especie de cáncer maligno y corrosivo.

En su cabeza solo pasaban imágenes de lo que ocurrido. Pensamientos iban y venían por su cabeza. Su odio hacia la sociedad, las personas y hacia el mismo crecía.

Tony balbuceaba y decía para el mismo: Solo quieren fiesta y esa clase de pendejadas, solo quieren esa mierda. Estoy harto de ellos, yo no soy como ellos, yo no soy un común normaloide idiotizado.

El pensamiento de Tony hacia ecos en su cabeza, creando repercusiones cada vez mayores.

Tony no se había preparado para esta ocasión, a decir verdad, ni siquiera le importaba un carajo la situación. Se había puesto su chaqueta de cuero, con su camisa negra debajo. Tenía un pantalón ajustado con muchas rasgaduras y unas botas del ejército. Dentro de su chaqueta llevaba su navaja de barbero, el estaba como hechizado por esa cosa. En cambio, Alex, iba muy bien vestido. Llevaba un suéter con capucha, pantalones holgados de mucho mejor calidad que los de Tony, tenis de marca y un pañuelo en la cabeza.

Tony no hablaba mientras caminaban. Alex le contaba cosas sobre el, las historias de las chicas que se había tirado esa semana hasta ese sábado, a Tony no le importaba, desde hace mucho que ya no le interesaban esas cosas.

Después de caminar unas calles mas, pasaron por vagabundos que les pedían unas monedas. Alex los miraba con asco y compasión, tanto que a veces, si lograban sacarle un dollar. En cambio, Tony, cuando miraba a estos tipos pidiendo dinero, el les hacia un gesto de desprecio. Si se le acercaban mucho podía hasta golpearlos. El sabía que lo querían para comprarse un poco de heroína. Conocía muy bien ese mundo. "No enriquecerán al pusher con mi dinero"-pensaba Tony al verlos- "Estos hombres son un cáncer, la caridad, nos hace débiles".

Rouss StreetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora