Hay Que Llenar La Barandilla

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La tensión crece. Los policías entran mientas vuelan objetos por todos lados.

Puedo escuchar a John gritar. La locura colectiva se dispara como un cáncer incurable. Todos a mí alrededor atacan a los policías mientras intento acercarme a la puerta principal.

Un oficial grita "ALTO" mientras levanta su garrote e intenta atacarme.

El recibe una patada en las bolas de parte de mis hermosas botas negras.

Los perros del gobierno nos intentan contener, pero es demasiado tarde, la histeria se ha extendido y todos están peleando. Incluso las mujeres. Me encanta verlas pelear, justo como hermosas princesas guerreras llenas de furia.

Los policías quizás sean más y tengan mejor equipo, pero todos respondemos con energía. No nos entregaremos fácilmente, y se lo dejaremos jodidamente claro.

Golpes vuelan por todos lados. Los malditos cerdos están teniendo un tiempo duro con nosotros. Se escuchan gritos y chillidos, tanto nuestros como de ellos. Los hombres en negro tumban a los jóvenes. Luego los golpean en el piso con un barrote de metal y lo arrastran para esposarlo afuera, donde ellos tienen sus camionetas esperando por carne fresca.

John está tirando golpes mientras comanda a todo el grupo de desadaptados que lo seguimos. Como el líder de una furiosa horda de bárbaros contra el poderoso ejército romano.

Puedo ver a Tony, peleando como un guerrero ultraviolento. Es todo una extraña inspiración; la manera en que disfruta todo los golpes, tanto los que da como los que recibe, riendo con tanta felicidad que parece un tanto perturbador.

Veo muchos cayendo. Escucho el CRACK que hacen los cráneos al romperse por medio de una patada de una bota encasquillada. Veo muchos soportando los dolorosos golpes de las barras de metal. Entre ellos a mí.

Estoy tan feliz riendo, golpeando policías y gritando al sol naciente.

Un dolor estremecedor detiene mi dicha y me obliga a caer sobre mis rodillas.
La lucha se va acabando poco a poco. El amanecer nace. El sol ilumina los charcos de sangre y a los pobres locos que la derraman sin ningún pensamiento en mente... memorizando que lo único que querían una noche de locura en drogas y sexo... ahora todo lo que queda es ir a curar las heridas durmiendo en el piso de una celda húmeda en la comisaría de la ciudad.

Si, la vida es injusta. Muy encabronadamente injusta.

¿Quién tiene la culpa? ¿Porque pasan estas cosas?
No lo sabemos. Y si lo sabríamos. No sé si realmente intentáramos hacer algo para detenerlo. Estamos tan segados por nuestros propios deseos de placer que raramente pensamos en otra cosa.

Esa es la juventud de hoy.

Es la juventud de hoy siendo apaleada por unos policías antidisturbios hijos de puta que les importa un carajo la vida de los demás. Golpeando a unos pobres e inconscientes niños drogados que no saben y ni quieren saber acerca de nada.

Aprovechándose de la idiotez de unos cuantos, otros pueden hacer cosas realmente malvadas.

Y aquí estoy yo. Tirado en el suelo tratando de levantarme.

Una barra de metal golpea mi cráneo una vez más. Duele y siento mi cerebro rebotar por mi cabeza, dando ecos de inconsciencia.

La luz se hace más cada vez más brillante mientras unos policías se divierten jugando golf con mi cabeza y unas macanas extra largas para detener disturbios.

No sé cuánto más pueda resistir esto.

Mi cuerpo se entume. Supongo que eso debe ser el shock nervioso.

A un paso de la inconsciencia, mi mente resbala por una alcantarilla hacia un negro amanecer. Un camino despoblado con muchos jóvenes en busca de emociones nuevas están tomando junto conmigo en este preciso momento.

Traído a nosotros por la bruta fuerza policiaca de la ciudad.

La oscuridad trata de apoderarse de mi mente. Intento resistirme pero es muy fuerte. Alguna vez busque como aliviar el dolor.

Meditación, yoga, poder mental. Trato de recordar alguna de esas cosas, imaginando que mi dolor físico está lejos de mí. Cierro mis ojos esperando despertar de este loco y doloroso sueño.

La lucha contra el dolor es inútil.

Poco a poco caigo a mi última opción.

Dejare caerme dormido y quizá despierte en mi cama gritando, como si todo hubiera sido una simple y jodida pesadilla.

Entonces, justo ahora, caigo rendido.

Trato de pensar en algo más y todo se corta en oscuridad con risas tontas de policías sádicos que me arrastran hacia un camión lleno de niños jodidos a golpes.


Estoy tirado en el suelo, mi lengua saborea el polvo del piso. Me han puesto, una golpiza. Imposible escapar de esta realidad. Ni siquiera pensarse en bajar de nivel. Pero han acabado conmigo.

Ya veo lo que pone la prensa sobre nosotros mañana en las columnas policíacas.

"Grupo de jóvenes acatan a la policía."

Como si fuéramos criminales, estafadores, asesinos o violadores.

Pero todo lo que somos es una generación desconcertada. Confundida por el sobre flujo de información. Nadie se interesa por saber, solo por placer.

Siento como arrastran mi cuerpo mientras empiezan locas alucinaciones. Viendo más allá de lo simple. Para ellos solo soy otro malilla perteneciente a la generación de la ignorancia voluntaria.

¡Llévenme! ¡Llévenme al descanso de la casa grande!

Ya no me importa que pase conmigo, otra parada en las suites pagadas por el pueblo para pasar la noche.


Rouss StreetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora