Capítulo 3

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A las 6:30 de la mañana sonó mi alarma. No estaba acostumbrada a madrugar tanto, pero era necesario. Me levanté y fui directa al armario para escoger la ropa del instituto. Ya estaba en mi último curso y el año que viene iría a la universidad.
Bajé rápidamente las escaleras para ir a desayunar, para nada más terminar irme al instituto.
Al salir de casa, me encontré a Mateo, que muy amablemente se ofreció a llevarme ya que hacía demasiado frío.
Llegamos en tiempo récord y fuimos para clase los dos juntos. Coincidíamos en bastantes asignaturas, pero no en todas.
Afortunadamente el centro en el que estaba se hablaba español, ya que era para recién llegados. Había demasiada gente que se mudaba allí por la misma empresa en la que trabajaba mi padre, y unos compañeros me aseguraron que era lo más normal.
Mateo también me mencionó que su padre trabajaba allí, y que se habían mudado hacía apenas unos meses.
- Entonces, ¿No conoces a nadie? - dije mientras salíamos de nuestra última clase.
- En realidad tengo un amigo, Lucas, que también viene de España. Él y su hermana, Marta, van a otro colegio porque llevan aquí cinco o seis años.
Te los podría presentar un día, ¿Te apetece? Seguro que les caes super bien.
- Claro, me encantaría poder hacer amigos. Esta claro que necesito un poco de compañía.
Estuvimos planeando la quedada durante un rato, cuando mi hermana vino hacia mí para irnos.
Me despedí de él, pero no sin antes guardar su número en mi teléfono para avisarle de cualquier problema con la hora o el día.

Hace apenas una semana llegué aquí, y ya tengo una tarde planeada para conocer gente nueva. Al final quedaríamos el sábado a las afueras de la ciudad. No me podía quejar de nada, sería muy egoísta de mi parte, pero no me sentía muy segura de la idea de hacer amigos nuevos. Todavía mantenía el contacto con mis antiguas amistades, pero nunca sería del todo como antes. Siempre me prometí que nunca sería así, ya que ellos mismos estuvieron varios años peleados conmigo y llego a unos límites. Yo como siempre los había perdonado, pero no podía olvidarme de eso.
Aún habiendo pasado eso, volvimos a hablarnos y a quedar de nuevo.
Hoy era viernes por la tarde y estaba hablando con mi prima mayor sobre todas las novedades. Siempre la tenía muy informada de todo, y, por supuesto, ella a mí. Las dos conocíamos todos los secretos de la otra, porque de pequeñas hicimos una promesa según nosotras "desrompible".
De pequeñas siempre nos estábamos inventado palabras raras.
Siempre habíamos estado muy unidas a pesar de lo lejos que vivíamos. No nos veíamos mucho, pero eso no impidió que habláramos día si y día también. Le contaba todas la cosas sobre chicos, como con 15 años, cuando le conté que me gustaba un niño de mi clase y se empeñó en conocerlo. Nos cuida años la una a la otra como podíamos, ya que no era fácil la mayoría de las veces.
Colgamos cuando ella se tuvo que ir a clases, y me puse a hacer los deberes.
No quería atrasarlo mucho más y arrepentirme el domingo de no haberlos hecho antes.
Y así me pasé toda la tarde, estudiando para poder salir al día siguiente y conocer a Lucas y a Marta.

Una vida de cambiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora