Hoy me levanté pensando en lo que pasó ayer con Mateo en la barbacoa. Todavía sigo sin creérmelo. Otra cosa de la que me acordé fue del mensaje de anoche. Por Dios, ¡cuántas cosas pasaron en una tarde! Me dijo que no le guardara rencor y sinceramente no lo hago. Me pareció muy bonito el discurso, ya que nunca antes, nadie en el mundo me había hecho tantos cumplidos. Y me sorprendió que la primera persona que me lo dijera fuera un chico como él. Tan solitario, tan introvertido, y que conocí apenas un mes. Nunca me lo hubiera imaginado.
Me levanté de la cama y me preparé para ir desayunar. Todos los Domingos, mis padres, mi hermana y yo desayunábamos en una cafetería. Cuando bajé, todos estaban esperándome en la entrada. Salimos y hacía bastante frío, cosa que no era extraña puesto que era invierno.
Agradecí que el lugar al que iríamos no quedaba a más de cinco minutos de nuestra casa. Nuestro coche se había averiado y tendríamos que ir andando.
Cuando llegamos a la cafetería ( a la cuál asistíamos con frecuencia, ya que era de las pocas en las que hablaban español), me quedé congelada. Mateo estaba sentado en una mesa junto a su padre y su hermana pequeña Sofía. Mientras yo rezaba para que no me viera, mis padres y mi hermana se acercaron a la mesa para saludarlos. Cuando lo hicieron, Mateo se giró y me vio ahí parada, mirándolo fijamente. Al darse cuenta de esto, mi padre me hizo una seña para que me acercara a ellos porque nos habían invitado a desayunar.
Como la suerte no estaba de mi lado ese frío día de Febrero, me tocó sentarme al lado de Mateo. A mí no me molestó en absoluto, ni mucho menos, pero teniendo en cuenta lo que sucedió anoche, me sería difícil no mirarlo constantemente.
Mientras los demás pedían su comida, Mateo me susurró al oído: "¿casualidad?, no lo creo". Lo que me dijo me dejó todavía más perpleja, ¿estaba intentando ponerme nerviosa?
Aproximadamente media hora después todos terminamos de desayunar. Lucía y Sofía les pidieron a nuestros padres permiso para dar una vuelta. Así que yo aproveché para tomar el aire mientras las acompañaba.
Mi tranquilidad fue breve. Ésta, se acabó cuando oí unos pasos acelerados a mis espaldas. Claramente, yo ya sabía quien era, pero mi orgullo me animó a no frenarme y seguir andando, así que lo que hice fue acelerar la marcha. Mateo parecía no rendirse porque también estaba andando más rápido. Seguí andando hasta el punto de empezar a correr, incluso había perdido a mi hermana de vista. Mi idea era cruzar el paso de peatones que había próximo a mí,y ahí sí, empecé a correr. Hasta que una mano me agarró de la muñeca, deteniéndome. Cuando me di la vuelta y vi a Mateo, noté que su expresión no era muy amigable en esos momentos.
- ¿Por qué me has estado evitando toda la mañana? - preguntó con las lágrimas empezando a brotar de sus ojos.
Al ver eso, entendí la gravedad de la situación. Lo que yo había estado haciendo sin apenas darme cuenta, lo estaban destrozando.
- De verdad que no era mi intención Mateo, solo que cuando te tengo cerca me pongo nerviosa y más con lo de ayer. - intenté excusarme.
Mientras nuestras hermanas se alejaban riéndose, él me miraba con lágrimas resbalando por sus mejillas.
- No llores Mateo - le dije - tú no has hecho nada malo, he sido yo la egoísta. -
La situación estaba empeorando por momentos y ami me estaban entrando ganas de llorar.
- Eso no es verdad, me estás mintiendo porque no sabes qué hacer. Todo lo que te dije ayer era cierto, no me arrepiento ni un poco, pero perdóname por favor. -
- ¿Por qué tendría que perdonarte? ¿acaso has cometido algún error? porque si con eso te refieres a lo de ayer, acertaste completamente. -
Lo que dije me provocó algo más de alivio, puesto que me miró incrédulo y empezó a secarse las lágrimas con la manga de la sudadera.
- ¿De verdad te gustó? - preguntó algo más esperanzado.
- De verdad, eres un chico super bondadoso, amable con los demás y super tranquilo. Es más, me atrevería a decir que eres perfecto. -
Su cara se llenó de alegría y exclamó.
- Tú también lo eres - dijo mientras empezaba a reírse.
Y eso terminó de enamorarme de él. Quién me hubiera dicho que todo esto empezó por un paseo por el parque, tras una angustiosa mudanza.
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Una vida de cambios
Roman pour AdolescentsLa joven Ana ha tenido que mudarse a Grecia por el trabajo de su padre en la famosa empresa star+. Ana se siente ignorada por sus padres hacia sus graves problemas. Tras una gran pelea madre e hija, Ana pierde a sus padres, quienes son denunciados...