Esa semana no podía parar de pensar en él. Estuvo fuera todo ese tiempo por asuntos familiares y apenas habíamos tenido tiempo para hablar. Antes de irse me pidió salir, por lo que se empeñó en hablar mínimo una vez al día.
Cada uno le contó nuestra relación a sus padres, y ambos se alegraron muchísimo, ya que ellos eran muy amigos y les gustaba la idea de que sus hijos salieran.
Esa tarde había quedado con Marta, mi nueva mejor amiga. Según ella, tenía algo muy importante que contarme y por el tono de voz que empleó en la llamada esta mañana, supe que realmente se trataba de algo urgente. Habíamos quedado en su casa, y cuando llamé al timbre me abrió su madre, lo que me pareció sumamente extraño. Me invitó a subir, pero el aura de aquella casa ese día era muy triste, por lo que estaba muy confundida.
Al verla sentada en su cama, de espaldas a la puerta, me acerqué a ella, pero al verla juro que se escuchó el crack que hizo mi corazón. Estaba llorando a lágrima viva, con la espalda arqueada. No parecía llevar así poco tiempo, al contrario, parecía como si se hubiera tirado llorado toda la mañana. Rápidamente me senté a su lado y la abracé con fuerza. No debió de darse cuenta de que yo estaba allí porque me devolvió el abrazo con más fuerza y se puso a llorar más.
Al bajar la mirada, vi esparcidas por el suelo un montón de fotografías antiguas en las cuales aparecía, sobre todo, una mujer mayor. En otras tantas, la mujer aparecía sosteniendo entre sus brazos a una niña pequeña.
Estuve un rato consolandola hasta que decidió contarme lo ocurrido. Ahí supe de quién se trataba. Era su abuela. Había muerto hacía no mucho y esa misma noche tenía que ir a España para celebrar el funeral al día siguiente. El problema era que ella no se veía capaz y no quería ir.
También me contó que sus padres le habían dejado quedarse en casa, pero yo le pregunté que si quería venirse a la mía. Ella aceptó encantada, pero se lo teníamos que contar a sus padres. Ellos estuvieron totalmente de acuerdo ya que yo era la que lo había propuesto.
Diez minutos más tarde, salimos de su casa tras habernos despedido de sus padres y, en mi caso, de haberles dado el pésame.
Estuvo todo el camino llorando y lamentándose de tal terrible pérdida. Por lo que me contó, supe que eran muy unidas.
Pero cuando llegué, me paré de golpe al ver a alguien parado frente a mi casa. ¡Lo había olvidado por completo! ¡Mateo llegaba hoy de España!
Marta al darse cuenta de su presencia, se escabulló rápidamente hacia unos arbustos cercanos.
- No puedo dejar que me vea así, Ana. - me susurró al oído.
- Pero él es tu amigo, y querrá verte después de tanto tiempo.
Después de pensárselo unos instantes, maldijo algo entre dientes y se secó las lágrimas. A continuación, salimos de nuestro escondite.
Mateo nos vió y vino hacia nosotras, pero al ver que íbamos demasiado lento, fue disminuyendo la velocidad. Se acercó lentamente, cauteloso y se paró a nuestro lado.
- Marta, ¿qué te pasa? - preguntó temeroso, ya que su amiga no solía llorar.
- M-mi abu-abuela...- dijo antes de echarse a llorar de nuevo.
Con un solo gesto, me entendió a la perfección y le dió un abrazo a Marta. Nos la llevamos a mi casa en silencio. Le hicimos algo para cenar, y la acosté en mi cama.
Mis padres se habían llevado a mi hermana a cenar con la familia de Mateo, pero él prefirió venir a saludarme.
Minutos más tarde, estábamos sentados en el suelo. Bueno, en realidad era Mateo el que estaba sentado, yo estaba con la cabeza en su regazo mientras él me tocaba el pelo.
Estuvimos hablando de cómo le fue el viaje y de cómo había estado yo en la universidad. Había estado haciendo los parciales, y había sido una semana caótica. Me pasaba las tardes estudiando y cuando hablaba con él me pedía que le explicara el tema para que yo fuera ensayando.
A pesar de llevar tan poco tiempo como pareja, habíamos congeniado perfectamente desde el principio, y podía notar cómo Mateo se preocupaba mucho por mí. Pero me daba miedo que descubriera mi parte oscura.
Los pocos minutos que estuvimos en silencio, fueron suficientes para hacer que me quedara profundamente dormida, pero lo que sí noté fue cómo Mateo me cogía en brazos y me llevaba a la cama, tumbada junto a Marta.
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Una vida de cambios
Teen FictionLa joven Ana ha tenido que mudarse a Grecia por el trabajo de su padre en la famosa empresa star+. Ana se siente ignorada por sus padres hacia sus graves problemas. Tras una gran pelea madre e hija, Ana pierde a sus padres, quienes son denunciados...