El resto de la tarde la pasamos hablando sobre qué iba a hacer cuando consiguiera dinero para un piso, o si me iba a ir a España de nuevo.
Yo estaba segura de que no me iba a ir a mi país porque en aquel lugar lo pasé realmente mal. Mateo me hizo jurarle que iba a comer algo y que iría subiendo la cantidad con el tiempo.
Él se preocupaba demasiado por mí y yo no quería molestarle con mis cosas. Como me dijo él la semana pasada: "Tú te mereces más amor del que le das a los demás", pero no lo conseguiría nunca, no conseguiría ni siquiera una cuarta parte del que doy. Pero bueno, como decía mi abuelo, "Soñar es gratis", y me temo que tenía razón.Las semanas siguientes Mateo se empeñaba en que me sintiera como en casa, cosa que nunca antes había sentido. Nunca había estado en un sitio que me transmita la paz y la seguridad que tiene un hogar.
Cuando me recuperé, empecé a asistir a mis clases. Iba más retrasada que los demás, pero no me importaba. Si hacía falta, me pondría a estudiar más de lo normal para sacar los exámenes. También trabajaría por las tardes para conseguir el dinero que necesitaba.
Mi madre me había bloqueado mi cuenta del banco con todos mis ahorros y sabía que sería inútil hablar con ella porque no me escucharía.Muchas veces mi hermana venía a la casa de Mateo para jugar con Sofía, pero yo nunca me atrevía a salir de la habitación. Me quedaba leyendo libros hasta que se iban.
También había estado comiendo esas semanas por lo que Mateo estaba más contento. Me sentía mejor tanto mental como físicamente y se notaba. Mi estado de ánimo no cambiaba, siempre sería demasiado "rara" para las personas, pero ya estaba acostumbrada.
- ¿En qué piensas? - preguntó Mateo.
Íbamos en el coche de camino a la facultad, como todos los días.
- En nada, ¿por qué?
- Porque llevas desde que salimos de casa callada, mirando por la ventanilla.
- Solo me duele un poco la cabeza, pero estoy bien.
- ¿Estás segura de que no te pasa nada más?
- Segurísima. - respondí con naturalidad.
...
Llegamos y Mateo aparcó el coche en el aparcamiento. Cuando nos bajamos, una chica se acercó a nosotros y nos dijo algo nada más vernos.
- Anda, pero si tú eres la que ha estado faltando todo el curso, ¿te estás muriendo niñita? - dijo con una cara de asco.
Antes de que pudiera defenderme, Mateo se me adelantó.
- ¿A ti qué te pasa, eh? ¿por qué te metes con mi novia?
- Madre mía, la enferma tiene novio, que raro. - añadió - Deberías buscarte a alguien mejor, alguien que no fuera tan rara. - dijo dirigiéndose a Mateo.
Mateo estaba apretando los puños de tal manera, que se le estaban poniendo los nudillos blancos.
- Vuelve a decirle algo malo y te juro que te arrepentirás.
- Oh, que miedo, ¿en serio la estúpida de clase tiene novio? sigo sin creérmelo.
- Te lo estoy advirtiendo, para ya.
- Sí, tengo novio, ¿tú no? ah claro, es normal, los chicos con un mínimo de cordura prefieren a gente buena, no como tú, que eres una arrogante. - añadí yo.
Ella se quedó callada durante un momento, mirando hacia otro lado.
- ¿Quién te crees que eres para hablarme así niña? - repuso.
Sentí que no podía más así que le agarré la mano a Mateo, quien sabía que estaba temblando, y le estaba pidiendo irnos.
- Si te pasara lo mismo que a ella ya estarías muerta, seguro.
Y cuando terminó de hablar, nos metimos en el coche otra vez.
- Que gente más estúpida.
- Lo sé, pero estoy acostumbrada, podré aguantarlo.
- ¿Quieres ir a casa? - preguntó con delicadeza.
- No, tranquilo. Vamos a esperar a que se vayan cuando suene el timbre, y después vamos nosotros. No quiero más peleas.
La chica estaba susurrando algo con sus amigas, mirándonos constantemente.
- Estoy de acuerdo. - sentenció mi novio.
ESTÁS LEYENDO
Una vida de cambios
Teen FictionLa joven Ana ha tenido que mudarse a Grecia por el trabajo de su padre en la famosa empresa star+. Ana se siente ignorada por sus padres hacia sus graves problemas. Tras una gran pelea madre e hija, Ana pierde a sus padres, quienes son denunciados...