Ya ha pasado un mes desde el incidente de mi madre con Mateo.
Sus padres la denunciaron y se tuvieron que ir a España. Mi hermana no quería irse así que se quedó en casa conmigo. Pusieron a mi nombre la casa y la cuenta del banco, y pude vivir en mi casa de nuevo. Aún así, Mateo venía todos los días a verme con su hermana para que ambas jugasen mientras nosotros charlamos.
La chica de la universidad, la que me molestaba, se quedó en el hospital ingresada varios días, por lo que estuve más tranquila en la universidad.
Esa tarde, había quedado con Marta, Lucas y Mateo en un restaurante para comer. Ya había mejorado en muchos aspectos sobre la comida, así que estaba mucho mejor ahora.
Empecé a arreglarme para salir cuando entró mi hermana.
- ¿Puedo salir con Sofía esta tarde?
- Vale, pero no llegues tarde.
Ahora yo era más flexible con ella, porque de cierto modo, también la habían abandonado sus padres al igual que a mí. Me puse unos vaqueros con un jersey de cuello alto de color blanco. Cogí mi gorro de lana y mi abrigo para salir a la calle donde me esperaba Mateo en su coche.
- Hola, ¿nos vamos? - dije subiéndome al coche.
- Hola, venga que nos están esperando.
Emprendimos nuestro camino hacia el restaurante donde nos esperaban Marta y Lucas. Cuando llegamos al restaurante, los vimos al fondo en una mesa pegada a la pared. Nos acercamos a ellos y Marta nos saludó enérgicamente con la mano.
- ¡Hola chicos! ¿Qué tal estáis?
- Bien, gracias ¿y tú?
- Bien, venid y sentaos.
Estuvimos hablando de cómo nos iba en la facultad hasta que trajeron la carta. Pedimos nuestra comida y tardó algo más que de costumbre porque el restaurante estaba lleno. Nada más terminar de comer, Lucas y Marta se fueron porque vivían bastante lejos. Mateo y yo hicimos lo mismo, porque no nos íbamos a quedar solos. Ya en el coche, Mateo me pregunta algo que me deja un poco confundida.
- ¿Tienes planes?
- No, ¿por qué lo dices? - respondí en el acto.
- ¿Quieres ir a algún sitio?
No es raro que Mateo me invite a salir, pero esta vez no parecía muy normal.
- Como tú quieras, ¿por qué lo preguntas?
Por nada, ¿tiene que pasar algo para que te quiera invitar a tomar algo?
Su tono de voz era brusco y un poco frío, por eso lo veía raro.
- Oye, ¿estás bien? te noto un poco raro.
- Sí, ¿por qué iba a estar mal?
- Solo te estaba preguntando, te noto un poco raro...
- ¡Qué estoy bien! - dijo antes de pegar un portazo y salir del coche.
Era la primera vez que me gritaba, ¿le pasaba algo y no me lo quería decir? Salí tras él y cuando lo encontré estaba en un banco llorando. Estaba segura de que le pasaba algo.
- Mateo, mírame, ¿estás bien?
- No.
Muchas gracias Mateo, no lo sabía.
Se limpiaba las lágrimas, pero éstas no dejaban de caer.
- ¿Qué te pasa? puedes confiar en mí, lo sabes.
- Mis padres... se van a separar.
¿Qué?
Yo no sabía qué hacer y me dolía no poder ayudarlo cuando él había estado conmigo desde el primer día.
- Lo siento mucho Mateo, no se que hacer, ¿te apetece salir o quedarte en casa?
- Me da igual, pero no me dejes solo por favor.
- Claro que no te voy a dejar solo, tú no lo hiciste, ¿Quieres venir a mi casa a ver una película?
- Vale.
Volvimos al coche y fuimos a mi casa. Cuando llegamos, pusimos la película.
Antes de que comenzara hice unas palomitas y me senté con Mateo. Me tumbé en su regazo mientras él cogía palomitas del recipiente.
Cuando terminó la película, me incorporé al notar que no se movía y lo vi dormido en una postura un tanto incómoda. Lo empujé suavemente para tumbarlo y me alejé. Me detuve cuando noté que me agarraba de la muñeca y me tiraba al sofá. Mateo me abrazó fuerte y se durmió. Yo hice lo mismo, ya que estaba muy cansada.
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Una vida de cambios
Teen FictionLa joven Ana ha tenido que mudarse a Grecia por el trabajo de su padre en la famosa empresa star+. Ana se siente ignorada por sus padres hacia sus graves problemas. Tras una gran pelea madre e hija, Ana pierde a sus padres, quienes son denunciados...