51.-Feliz cumpleaños blancanieves

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Marthaaa prosigo a decir: CAPITULO ESTILO WONKAAAAAAA.

COMENTEN MUCHO, CHAO, LES QUIERO.

Hago una aclaración marthaaa, el color de ojos de Kaemon no tiene nada que ver con su trastorno, yo quise ponerle los ojos de su mami <3 para que se vea más bello.

*

Feliz cumpleaños blancanieves

Kaemon

Mis manos tiemblan y estoy seguro que no es el frió ni la falta de medicación.

Es temor.

No estaba en mis planes contarle esto, maldición ni siquiera estaba en mis planes tener un ataque de ira hace unas horas.

Solo apareció como si fuera cualquier cosa de cualquier día y me frustro más el saber que acababa de tomar mi medicación y aun así sucedió.

Justo en el peor momento, cuando yo debía de estar a su lado.

Perdí mi mierda, perdí el lazo que me sujetaba a la poca cordura y mi padre estuvo ahí para regresarme a la realidad.

Herí a mi madre con palabras que jamás pensé que diría, sus lágrimas solo me enfurecieron, el ver el desespero en los ojos de mi padre al saber que no lo estaba haciendo con malas intenciones me empujaba cada vez más, maldije a Evie como si ella fuera la culpable de todo, destroce una silla lanzándola contra las ventanas blindadas.

Me deje llevar, perdí mi equilibrio y sucedió.

Así de simple.

Para ese entonces Dareen saco a Alice del departamento y jamás me sentí tan agradecido de las decisiones estúpidas de él.

De tan solo pensar en herir a mi hermana verbalmente me dan ganas de golpearme.

Me costó casi una hora controlarme y después me sentí la persona más miserable del mundo mientras mi madre lloraba abrazándome diciendo que todo estaría bien sin importarle toda la mierda que le dije.

Mis padres no se separaron de mí ni un segundo hasta hace unos minutos cuando vi la hora que era.

Le había fallado.

Mamá me dijo que aún no era tarde.

Pero cuando la vi buscando algo entre las velas del jardín, justo cuando se giró, lo vi en sus ojos.

—¿ Qué acabas de decir?

—Estoy diagnosticado con el trastorno intermitente explosivo—repito de nuevo cuando su cara luce con confusión girándose lentamente.

—¿Por qué? —murmura.

—¿Por qué tengo ese trastorno?

Niega.

—Porque no me lo habías dicho antes—su mirada se suaviza pero no se mueve, es como si estuviera aquí hablándome cuando sé que su cabeza está inundada de preguntas.

Luce casi decepcionada.

—Para evitar eso—levanto mi mano—. Que me mires con lástima, suficiente tengo con mi familia cuidándome a cada hora para que tú también lo hagas.

—No te tengo lastima—niega de inmediato molesta.

—Y no quiero que lo hagas.

—Pero no me vas a impedir que me preocupe por ti, porque lo hago, siempre lo he hecho—camina hacia mí— incluso sin saber que tenías esto. Por una extraña razón mi cabeza siempre se preocupa por ti, lo hizo en el viaje, lo hizo en tus entrenamientos, cuando estabas vomitando en aquella banca y lo ha hecho toda esta noche.

Mentiras de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora