XI

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Elsa

Me sentía rara.

Sentía que de un día para otro, las cosas habían dado un giro en 180 grados. Ni siquiera yo era la misma que el día que llegué a Sitka.

Y definitivamente, jamás llegué a imaginar que estaría durmiendo en la misma cama que Jack Frost.

Al salir de la casa de Carl, no dejaba de agradecerle todo lo que hizo por mí, su ayuda, su amabilidad, todo. Y le prometí ir a visitarlo todos los días. Después de todo, el me necesitaba y yo a él. En poco tiempo, Carl se había vuelto una persona muy importante para mí.

De repente, Jack aporreó la puerta del baño, sacándome de mis pensamientos.

—¡Elsa! ¡Llevas hora ahí dentro! ¡Necesito entrar!

Una parte de mi quiso reír ante eso, pero mi lado racional rodó los ojos, como cada vez que Jack me gritaba.

—¡Pues te aguantas!

Volvió a aporrear la puerta.

—¡Elsa!

—¡Que te esperes!

Cuando salí, minutos más tardes, Jack estaba sentado en el sofá.

En mi mitad, por supuesto.

Idiota.

—¿Qué haces en mi lado?

Jack enarcó una ceja.

—¿Sigues con eso?

—Reglas son reglas ¿Qué importa que me haya ido unos días? —Pregunté encogiéndome de hombros mientras acomodaba la toalla en mi cabello. —Además, sabías que yo ocupaba el baño a esta hora. Pesado.

Jack rodó los ojos y se acomodó en el sofá.

—Como la señorita mande.

—No empieces o tomo mis cosas y me largo.

Él di una sonrisa algo arrogante y divertida que no entendí muy bien, hasta que lo explicó.

—¿Qué?

—Largarte es lo último que quieres hacer. ¿O es que olvidas la condición que pusiste para quedarte?

Abrí mis ojos, asombrada por su repentina burla. Me sentí algo idiota y caí en cuenta de a quién le había pedido eso.

Jack Frost. Solo a mí se me ocurría pedirle a Jack Frost dormir con él.

—Eres un idiota —Murmuré abriendo mucho los ojos. Me quité la toalla del cabello y se la lancé en toda la cara antes de caminar a mi habitación.

Jack riendo, llamó mi nombre.

—¡Oye! ¡Oye ¿Dónde vas!? Te equivocas de habitación.

—¡Que duermo sola! ¡Idiota!

Él, seguía riendo.

—¡Como quieras!

Cerré la puerta de golpe en cuanto estuve dentro de la habitación. Caminaba dando grandes zancadas, y con brusquedad. Estaba molesta, muy molesta.

Jack tenía esa capacidad de hacerme fastidiar con facilidad. Cualquier cosa que hablábamos, terminaba en discusión.

Y aunque debía admitir que también extrañaba eso, a veces lo odiaba y me fastidiada.

—Maldito idiota arrogante ¿Quién se cree que es? —Mascullé mientras abría mi maleta para sacar mi cepillo de pelo.

Hice mi rutina como cualquier noche en Sitka, peinarme, secarme el pelo, cremas corporales y faciales, todo eso.

Memorias de una canción [JELSA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora