XVII

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Jack


—Aah, esta es una mala noticia. —Carl se sentó al otro lado de la camilla, junto a Elsa. —Creí que ella ya estaría despierta y podría probar de las deliciosas tortitas que le preparé.

Fruncí los labios y me senté frente a él, por el otro lado de la camilla.

—También creí que hoy la vería despierta —Murmuré con una enorme pena en el corazón. —El golpe fue fuerte.

Carl suspiró.

—Aún no puedo creer que algo así le haya sucedido.

—Elsa no merece esto.

—Claro que no. Todos estamos de acuerdo en eso. Elsa debería estar en casa con nosotros, preparando la fiesta.

Asentí.

La situación me estaba hundiendo a cada segundo más.

Tomé su mano levemente y sonreí.

—Carl —Llamé. —Desde que ella llegó e iniciamos todo ese drama por la doble renta de la cabaña ¿Alguna vez pensaste que ella y yo acabaríamos así? Juntos.

Carl soltó una leve risita.

—Bueno, Jack, al principio, desde el primer día, me asustaban sus peleas, cada uno tenía una energía arrolladora, ni un agachaba la cabeza ante el otro, ambos eran tercos, a sus maneras, pero lo eran.

—¡Pero si ella me peleaba siempre!

Carl río.

—no te hagas el idiota Jack —Rodé los ojos y volví a mirar a Elsa. —Luego, con los días... —Continuó. —Comencé a fijarme en la forma en que la mirabas. Había algo, lo podía notar. Pero por supuesto no dije nada. Luego la vi a ella, su forma de mirarte comenzaba a cambiar. Entonces si, luego de un tiempo, pensé que tú y ella podían tener algo. Había algo allí, era... especial. Incluso cuando discutieron y Elsa fue a vivir conmigo un par de días, sabía que eso no duraría mucho. Jack, Elsa y tú están hechos el uno para el otro. De eso estoy seguro.

Tragué profundo, sintiendo un nudo en la garganta.

—Me aterra perderla.

—No lo harás. Nadie perderá a Elsa, te lo aseguro.

Estaba por responder, pero entonces sentimos ruidos acercándose. Pasos, y la irritante voz de Hans.

El abrió la puerta y entró con el celular pegado a su oído, charlaba con alguien.

—Si, acabo de salir de hablar con el doctor... —Lo vi rodar los ojos. —Si, Iduna, los exámenes salieron bien. Si... ¡que no! Ya te dije, no es necesario que vengas, no te preocupes... Mira, si vienes solo vas a empeorar las cosas, créeme, la gente de aquí hizo un buen trabajo lavándole el cerebro a tu hija, así que mejor quédate allá que acá no duramos más de dos días.

Fruncí el ceño ¿A que se refería con eso?

»... No, más tarde te explico, hay gente de poca confianza cerca... si. —De repente frunció el ceño y los labios, con una mueca de desagrado. —Ay por favor, no llames a ese bueno para nada, no estoy para soportar al idiota de Jim... no. No me interesa... mira, soy el representante de Elsa, se lo que le conviene así que tú tranquila... si... si, hablamos más tarde, adiós.

Con Carl compartimos una mirada y vi a Hans mirar la pantalla de su celular antes de suspirar y mirarnos.

—¿Que pasa? ¿no te avisaron que venía?

Me hice el confundido.

—¿Y por qué deberían avisarme?

Hans sonrió con cara de poco amigos.

Memorias de una canción [JELSA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora