XVIII

141 18 2
                                    

Jack

Al principio, reí. Reí cómo si hubiera sido un chiste. Un muy mal chiste.

—¿Que?

Entonces Elsa se soltó de mi agarre.

—Hans ¿Has dejado a un fan meterse en mi habitación? —Preguntó algo histérica. Luego me dio una falsa sonrisa.

Todos estábamos en shock, incluso el mismo Hans no sabía que decir.

—¿Que estás diciendo, Elsa? —Pregunté alarmado.

Ya no me estaba gustando por donde iba aquella situación.

Ella sonrió falsamente.

—Mira, todo bien contigo ¿Pero no ves la situación? —Preguntó y luego volvió a ver a Hans. —¿Me vas a responder? ¿Que hago aquí, Hans?

—Mierda. —Llevé mi mano a mi frente.

Aquello no podía estar ocurriendo.

Hans aún no podía salir de su shock y compartimos mirada mientras la enfermera revisaba los signos vitales de Elsa.

—Señorita Elsa ¿No recuerda lo que pasó?

Entonces Elsa rodó los ojos, e hizo esa misma expresión que usaba antes. La de la chica mimada y arrogante.

—¿Crees que estaría preguntando de otro modo?

La enfermera la miró preocupada y luego miró a Hans.

—Le diré al doctor que se apure. —Dijo antes de salir de la habitación.

—Elsa... —Volví a tomar su mano pero ella se apartó, frunciendo el ceño.

—Mira, todo bien con mis fans y ese rollo, pero me duele la cabeza y quiero estar sola.

Fruncí el ceño, tenía el corazón a punto de salirse de mi pecho de lo acelerado que estaba, me costaba respirar y sentía que de un momento a otro me iba a dar algo.

—¿Como no me vas a recordar, Elsa? —Pregunté dolido. —Soy Jack. —Sonreí lleno de miedo. —Jack, el condenadamente atractivo Jack.

Elsa río sin gracia.

—Ah, tienes el autoestima y ego por los cielos tú. Te felicito, pero por favor, retírate que yo a ti no te conozco de nada.

Y sentí como si mi corazón se rompiera en mil pedacitos. Como si me arrancaran el corazón del pecho.

—Elsa... —Su nombre salió como a penas un murmullo de mis labios.

—Hans —Dijo ella con voz de estar cansada.

Y entonces, como era de esperarse, el idiota de Hans se aprovechó de aquella situación.

Carraspeó y volteó a verme.

—Frost, sal de aquí.

Reí amargamente, negando con la cabeza.

—No. no, ni de coña —Dije comenzando a perder la paciencia y la cordura. —Yo no me muevo de aquí hasta entender que pasa ¡Dijeron que los exámenes salieron bien, joder!

—Jack. —Serio, y sin expresión alguna, Hans se puso de pie. —Sal de la habitación. Elsa necesita descansar.

—¡Y una mierda!

—¡Sal ya mismo si no quieres que llame a seguridad!

Ensanche mis fosas nasales, sintiendo que se me iba la respiración.

—Teníamos un trato, Hans.

—Sal —Musitó ignorándome.

Le di una última mirada a Elsa. Sus ojos no reflejaban nada de lo que había allí en las últimas semanas.

Memorias de una canción [JELSA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora