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Elsa

Voces siguen sonando en mi cabeza. O quizás las escucho en realidad, pero mi mente está tan perdida apagándose, que no logro distinguir la realidad de mi imaginación.

Pero la voz que más oía, era la de Jack.

Y cuando creí que ya no había ni una pizca de fuerza en mi cuerpo, sentí como algo me jalaba, tiraba de mí para no hundirme, y mi cuerpo salía a la superficie.

De repente, el peso que provocaba el abrigo, lo perdí. El abrigo se perdió en el agua, dejándome más liviana.

Lo siguiente que sentí, fueron tirones, y luego, la nieve fría bajó mi cuerpo.

Comencé a toser con mucha dificultad, sintiendo aún todo lleno de agua en mi interior.

—Elsa, Elsa háblame ¿Puedes respirar bien?

Seguí tosiendo un poco más, mientras poco a poco iba recuperando bien el sentido.

Jack.

Era Jack.

Estaba frente a mí, apartando mi cabello de mi rostro, tomándolo entre sus manos para captar mi atención.

—¡Elsa! ¡Elsa, mírame!

Cuando conseguí dejar de toser, tomé una gran volcanada de aire, sintiendo que por fin respiraba.

La sensación fue aliviadora, pero desesperante a la vez.

—¡Elsa! —Jack seguía llamando mi atención. —¿¡Estás loca o qué?! ¿¡Por qué tienes que ser tan porfiada!? ¡Te advertí que no vinieras aquí de noche! —gritó entre preocupado y desesperado.

Pequeñas lágrimas se formaron en mis ojos.

—Jack... —Tragué profundo, intentando regularizar mis respiraciones. —Tengo frío... —Murmuré.

De inmediato, él me soltó y lo vi ponerse de pie para tomar el abrigo que había dejado tirado a unos pasos de allí.

Quise reclamar, que era de él, que lo usara. Pero no tenía la fuerza suficiente ni para hablar.

Jack colocó el abrigo por mis hombros, cubriéndome con él.

—Tranquila, vas a estar bien —Dijo antes de abrazarme con fuerza contra su pecho. Y si mi conciencia no falla, incluso besó mi frente. —Vas a estar bien, Elsa.

Como si yo le importara.

Como si sintiera algo.

O quizás si lo hacía.

Quizás Jack Frost si pensaba en mí.

De repente, lo sentí sacar del bolsillo del abrigo con el que me había cubierto, su celular. Marcó un número, y sin soltarme, lo llevó a su oído.

—Kristoff... Te necesito —Habló con urgencia. —¡Sí! ¡Urgente! ¡Corre ahora!... A la orilla del lago... Es Elsa... Hubo un pequeño incidente... ¡NO, JODER, YA CORRE!

Soltó el celular y volvió a sujetarme con fuerza.

—Jack... —Mi voz apenas lograba oírse.

—Todo estará bien, Elsa. Te lo prometo. Tranquila.

Todo mi cuerpo tiritaba, y era tanto el frío que calaba mis huesos, que estaba entumecida, no sentía las manos ni los pies, y casi ni siquiera las piernas.

El vaho salía de mi boca como si fuera agua hirviendo, y ni siquiera podía moverme de lo entumecida que estaba.

—Tranquila... —Repitió.

Memorias de una canción [JELSA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora