Capítulo 14

30 6 2
                                    

Narra Allie:

Salimos de la universidad bromeando con Nathan y Peter. Michie estaba un pelín molesta por dejarla sola, pero se lo merecía por el comentario de la boda.

Me acerqué a ella. Me daba pena que estuviese de morros.

-¿Estás enfadada?- susurré dándole un toque con mi cadera.

-No, pero me podríais haber avisado.

-Lo siento, luego te compro un chicle, ¿vale?

-Siempre me compras con chicles, no es justo- protestó intentando que una sonrisa no se escapas de sus labios.

-Y tú a mi con chocolate, o con helados, o con libros... Conforme voy hablando me doy cuenta de que me puedes sobornar muy fácil.

-¿Por qué estáis hablando de sobornos?- habló Nathan, saltando al lado de Michie y haciéndola botar por el susto- ¿Te has asustado?

-No, ha saltado para hacer ejercicio- vi a Nathan con muy buen rollo con Michie y mi vena protectora salió a flote.

-Allie, ya hablamos de esto...- se quejó Michie.

-En fin- contesté seca. Lo hacía por su bien, ¿por qué no se podría dar cuenta?

-Vamos, no os pongáis así- dijo Peter.

-¿Así como?- pregunté.

-Tú en plan hermana mayor sobre protectora y tú Michie de hermana pequeña incomprendida- las dos lo miramos fulminándolo con la mirada.

-Él que se suponía que estaba en la parra...- comentó Nathan.

-Cierto... ¡Oye!

-Si al final va a tener razón Nathan, por primera vez- dije.

-Por supuesto... ¡Oye!- protestó el aludido.

-Vale, ninguno de nosotros estamos en nuestros mejores días. ¿Qué os parece si nos vamos a nuestra casa y pedimos pizzas para comer?- preguntó Michie.

-Mientras haya pizza...- comenté.

-Mientras estés tú...- dijo Nathan por lo bajo, pero lo pude escuchar. Lo dejé pasar, hablaría con él cuando estuviésemos a solas.

-Mientras que me pueda sentar...

-¿No se supone que tú eras deportista, Peter? Te cansas antes que yo y mira que eso es decir- habló Michie. Me encanta esta niña.

-Sí, pero me dopo y como comprenderás eso tiene sus consecuencias.

-Pero... ¿Qué? No entiendo nada. ¿Hemos empezado hablando de sobornos y acabamos hablando de que Peter se dopa. ¿Qué parte de la conversación me he perdido?- dijo Nathan.

-Anda, vamos a casa.

Y nos pusimos rumbo a nuestro pequeño apartamento. Por el camino pedimos las pizzas, porque así cuando llegáramos quedaría menos tiempo para empezar a comer. Estaba realmente hambrienta, me sonaban las tripas, y rezaba que no hubiese ningún silencio en la conversación y pudiesen escuchar el rugido de mi barriga. Gracias a Dios tuve suerte y hasta que no llegamos a casa Nathan y Peter no pararon de incordiar, por lo que no se escucharon sonidos raros.

-Con vuestro permiso voy a cambiarme- estábamos a finales de agosto y hacía calor, así que me puse mi pijama de verano: unos pantalones negros con una camiseta de tirantes gris que tenía a Minie en el centro. Muy cuqui, lo sé. Supongo que Michie pensó lo mismo ya que en el salón estaban los dos chicos sentados el sofá, muy quietos y muy serios para ser ellos.

-No puede ser, os da vergüenza estar solos en nuestra casa- exclamé.

-¿Qué?- dijo Nathan con voz aguda- No, solo es que... pues... que... como no teníamos nada que hacer optamos por esperaros sentados en el sofá.

-Sí, sí, exacto- tartamudeó Peter, asintiendo con la cabeza. Yo los miré raro.

-¡Qué fuerte! Tenéis casi veinte años y no sabéis mentir.

-¿Acaso tú si sabes?- me retó Nathan.

-Claramente.

-Demuéstralo- intervino Peter.

-Me encanta que Nathan esté cerca de Michie- dije con una sonrisa.

-Si no te conociese me lo hubiese conocido- comentó Peter.

-Eso es fácil de decir. Di algo en lo que no tenga dudas.

-Me encanta que siempre tengas ese aura de seguridad fingida a tu alrededor. Te hace parecer atractivo.

-Definitivamente necesito que me enseñes a mentir- aplaudió Peter levantándose del sofá de un salto. Gracias a Dios tocaron al timbre.

-Serán las pizzas. Abriré yo. Peter, avisa a Michie. Nathan, no te muevas.

Me acerqué a la puerta y la abrí. En frente estaba el pizzero, con las dos cajas de pizza que pedimos.

-Muchas gracias- dije entregándole el dinero y cerrando la puerta. Él puso un pie en la puerta.

-¿Te apetece que salgamos un día por ahí? Soy Matt- dijo el tal Matt.

-Lo siento, soy lesbiana- aparté su pie de la trayectoria de la puerta y la cerré en sus narices.

-¿Lesbiana?- preguntó Peter detrás de mi.

-Tu vida entera Peter, que susto. Sé mentir, ¿recuerdas?

-¡Comida!- gritó Michie haciéndome reír y poniendo las pizzas en la mesa de café que teníamos en el salón. Media hora después ya habíamos comido y... nos aburríamos muchísimo.

-¿Vemos una peli?- preguntó Peter.

-Pero en el cine mejor- comentó Nathan. Michie y yo nos miramos cómplices.

-¡El viaje más largo!- gritamos.

Replace your heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora