»Dedicado a Nagisa454 & Matsury245 «.
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- Será mejor que se larguen de aquí - gruñó molesta. Era como la cuarta vez que les decía y les ordenaba a que se marcharan de la aldea. - Si no se van, abstengansen a las consecuencias. - amenazó.
- Oh, ¿Y se supone que aquí es cuando tenemos miedo...? - Se burló uno de ellos.
- Yo se los advertí. - escucharón a la pelirroja.
Realmemte estaba cansada de lidiar con los idiota de los ninjas, que se creían poderosos e intentaban atacar la pequeña aldea en la cual vivía. Pero ni loca dejaba que ellos se acercaran al lugar.
Esa aldea solo era de mujeres, ancianos y niños, no había ni un solo hombre. Y los aldeanos la nombrarón como su "guardiana", pero a ella no le interesaba eso, solo quería que la estupida guerra terminara de una vez por todas. Y al igual que muchos, habia perdido a personas muy importantes.
Había entrenado tanto tiempo para su búsqueda, pero aún así su esperanza en encontrarlos con vida se iba desvaneciendo con el tiempo y por esa razón había decidido quedarse en aquel lugar, finalizando la búsqueda de aquellos dos.
- Maldita... - escuchó quejarse a uno de los ninjas. Verlos ayudarse mutuamente para mantenerse en pie, la hizo poner satisfecha con su trabajo de protección. No era mala, solo los lastimaba y les absorbia casi todo su chakra debilitandolos, para que no pudierán pelear más.
- Se los dije. - les dirigió una mirada fulminante - Sera mejor que se vayan y no vuelvan nunca o de lo contrario la proxima vez, no les mostrare mi lado benevolente.
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- ¿Porque no se quedan quietas? - preguntó el pelinaranja al verlas moverse de un lado para el otro - Se van a caer y...
- ¡Auch!
- Se los dije... nunca me hacen caso. - negó con la cabeza acercandose a ellas.
- ¿No te duele, Atsumi? - preguntó la pelilila arrodillandose junto a su amiga, mientras le miraba la rodilla lastimada.
- No, no me duele, estoy bien. - cuando quizo levantarse cayó nuevamente al piso. - Mhg ... - se quejó.
- No solo fue la rodilla, tambien fue el tobillo, tonta.
Al escuchar las palabras de su amigo, quizó responderle, pero al verlo de espalda a ella agachado, se detuvo.
- ¿Que haces...? -
- Sube, te llevaré hasta que lleguemos a la cueva. - dijo - Konan ayudala a subirse a mi espalda.
- De acuerdo. Dejame ayudarte Atsumi ... - se acercó la pelilila. - Listo.
- ¡Gracias Yahiko! - besó la mejilla del chico.
- Ya, ya. Quedate quieta - dijo ocultando su sonrojo de la pelirroja que estaba en su espalda, aún así Konan lo había visto.
- ¡Atsumi-sensei! - su siesta había sido interrumpida por aquella voz, que reconocía de por sí. Abrió sus ojos y vio que la pequeña castaña venía a su dirección.