15┋❝𝔢𝔭𝔦𝔩𝔬𝔤𝔲𝔢❞

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Solace estaba parada enfrente de la puerta de la Madriguera

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Solace estaba parada enfrente de la puerta de la Madriguera. Ella sostenía la mano de George con fuerza, mientras que los nervios la consumían por completo. ¿Qué iba a pensar la familia de George al verla? Tenía miedo de que pensaran que ella no era buena para él, o que no fuera buena en general. Jamás le había importado mucho lo que los demás pensaran de ella, pero era diferente cuando se trataba de la familia de George. Necesitaba su aprobación.

—¿Lista? —le preguntó George.

Ella respiró hondo y cerró los ojos.

—Sí.

George abrió la puerta de su casa. Solace pudo ver a una mujer bajita y regordeta, junto a un hombre alto y bastante delgado. Luego, vio a un chico y una chica que tenían alrededor su misma edad, ellos también eran pelirrojos. La única que no era pelirroja, era la chica que ellos tenían al lado, quien tenía el cabello de color rubio oscuro, el cual era ondulado y esponjoso.

—Hola —dijo Solace, con timidez.

¿Qué le estaba sucediendo? Ella no era una chica tímida, al contrario. Parecía que su extroversión se había quedado sin batería ese día.

—Hola, me llamo Molly Weasley —dijo la madre de George dando unos pasos hasta quedar enfrente de Solace—. Es un placer conocerte, querida.

—Igualmente.

Arthur, Ron, Ginny y Hermione la saludaron con sonrisas amplias, dándole la confianza necesaria a Solace para poder sentirse cómoda con ellos.

La familia de George era muy amable, la habían hecho sentir como en casa.

—Me encantó conocerlos —le dijo Solace, agarrándole el brazo, mientras él la acompañaba para que se tomara un tren hasta su casa.

—Me alegro mucho, Solace. Pronto me tocará a mí conocer a tus padres.

—Sí. ¿Tú tienes planeado contarles...? Ya sabes, eso. 

—No, se los contaré cuando sea necesario contarles. Mientras menos muggles sepan de la existencia de nosotros, más a salvo estamos. Sin ofender.

—No, entiendo, George.

Solace compró un ticket y esperó el tren junto con George.

—Me gusta mucho tenerte a mi lado —le dijo George.

—A mí también me gusta, George. Gracias por todo lo que haces por mí, en serio. Jamás me habría imaginado que un día esto iba a pasar, y mucho menos que iba a ser contigo.

Antes de que Solace se subiera al tren, ella le dio un beso largo en los labios y lo abrazó con todas sus fuerzas, como si estuviera preparada para la próxima vez que intentaran quitárselo de sus brazos.

—Adiós.

—Adiós, George.

George caminó contento a su casa, luego de eso fue a su apartamento. Todavía dormía con el anillo de Solace y la carta sobre su mesita de luz.

𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐍𝐎𝐒 𝐃𝐈𝐕𝐈𝐃𝐄 【𝐆.𝐖】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora