Trescientos sesenta y cinco días atrás el Mundo Mágico cambió para siempre. La Segunda Guerra Mágica se llevó demasiadas vidas consigo, incluyendo la de Remus Lupin, Nymphadora Tonks y Fred Weasley. Los magos y brujas pensaban que mientras sus nombres fueran mencionados, ellos permanecerían vivos en las mentes de las personas, pues una persona recordada jamás muere.
George se quedó acostado en su cama, mirando el techo de madera con las manos sobre su pecho. No quería ir al cementerio. Cuando lo enterraron a Fred, jamás pensó que iba a tener que volver allí, pero era necesario. Esa era la única manera en la que George podría volver a estar cerca de él. De tan solo pensar que en unas horas estaría cerca de su cadáver se le revolvía el estómago. No debía pensar en eso, pero tampoco era como si pudiera evitarlo.
Cuando giró hacia el lado por donde estaba su ventana, notó el anillo que había puesto anoche sobre su mesita de luz. Ese anillo le pertenecía a Solace Vane, la muggle que vivía del otro lado del río. Si la veía por la tarde, se lo iba a devolver.
Como de costumbre, su madre tocó su puerta. George permaneció en su cama, sin dignarse a levantarse de esta misma, para darle la impresión a su madre de que aún estaba dormido y que debía volver más tarde. Claramente no conocía a su madre, quien tocó de nuevo la puerta, esta vez con más desesperación. George tampoco se movió.
—Alohamora —dijo Molly, haciendo que la puerta se abriera. George permaneció quieto—. ¿George? ¿¡George!? —Ella lo agitó para que reaccionara.
Cuando George le respondió, ella puso una mano en su pecho y soltó un suspiro. Cuando Molly volvió a abrir los ojos, él notó que se habían abrillantado.
—¿Qué sucede?
—Pensé... Pensé que te había sucedido algo. Merlín, jamás, jamás me vuelvas a hacer algo así. ¿Entendido?
—Ajá.
—Ve a bañarte y luego baja a desayunar. Iremos temprano al cementerio.
Molly se fue de la habitación, enfadada.
No había sido la intención de George asustarla de esa manera, y menos en una fecha como esa. Al recordar la expresión de su madre, se sintió demasiado mal por ello. Si así fue la que hizo por un pequeño susto, no se quiso imaginar la que tuvo cuando vio el cuerpo de Fred. No quería pensar en eso, quería olvidarse de todo lo relacionado a la guerra, y si para eso también tenía que dejar a Fred en el pasado, estaba determinado a hacerlo. A Fred le hubiera gustado que hiciera eso, George lo conocía más que cualquier otra persona en el planeta, ni siquiera sus propios padres lo conocían tanto como él.
Luego de bañarse, George volvió a su habitación para ponerse ropa. Antes de bajar para desayunar, George agarró el anillo de Solace y lo puso en su bolsillo, como si fuera un amuleto que le pudiera dar suerte.
El desayuno fue más silencioso que la cena, ni siquiera se escuchaba el ruido que hacía Ron al masticar, porque apenas estaba comiendo. Ninguno de los cuatro Weasley se había despertado con apetito.
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𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐍𝐎𝐒 𝐃𝐈𝐕𝐈𝐃𝐄 【𝐆.𝐖】
Fanfiction𝐆𝐄𝐎𝐑𝐆𝐄 𝐖𝐄𝐀𝐒𝐋𝐄𝐘 se enamora de una muggle en el momento menos indicado y tendrá que tomar una decisión que podría cambiar su vida para siempre. El Ministerio de Magia prohibe la unión entre un mago/bruja y un muggle luego de realizar una...