00┋❝𝔭𝔯𝔬𝔩𝔬𝔤𝔲𝔢❞

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Allí yacía el cuerpo de Fred Weasley, sobre el suelo frío y rocoso de Hogwarts, un lugar que prometía seguridad pero que nunca la había otorgado

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Allí yacía el cuerpo de Fred Weasley, sobre el suelo frío y rocoso de Hogwarts, un lugar que prometía seguridad pero que nunca la había otorgado.

George lo veía a su hermano. Con la guerra, él había empezado a verse cada día más nervioso, asustado, inquieto. Sabía que ahora estaba en paz, y más sabiendo que la guerra por fin había terminado, que Harry Potter había logrado salvarlos a todos. O casi a todos.

Toda su familia lloraba alrededor de Fred, George incluido. Las lágrimas caían y caían, mientras que el dolor en su pecho aumentaba. Sentía que todo había finalizado. Lo había perdido todo así como se había perdido a sí mismo. Al salir de ese castillo, George sintió que el alma de Fred se había quedado con un pedazo de la suya y que por eso se sentía así de vacío.

No volvió a decir otra palabra por una semana, pasó semanas sin salir de su cuarto. Cuando un día Molly entró decidida a quitar las cosas de Fred de su habitación, George le dijo que no, por lo que la cama de Fred aún seguía a unos metros de la suya. Pero la ropa, la cual era idéntica a la suya ya que su madre siempre compraba un dos por uno, fue donada. Cuando George se enteró, no supo cómo reaccionar. ¿Debía llorar? ¿Enojarse? ¿Alegrarse?

Los días pasaron. George esperaba algo nuevo, alguien nuevo, pero ni su rutina diaria ni sus sentimientos cambiaban.

Hubo un momento en el que ni siquiera pudo salir de la cama de lo devastado que se sentía por la muerte de Fred. ¿Por qué Fred? ¿Por qué no él? Si existía el destino, ¿por qué lo había elegido a su hermano en vez de a él? ¿Se había confundido de gemelo, quizás? No le sorprendería. Fred y George se veían exactamente igual, no había ni una peca o lunar que los diferenciara. Aunque George no pensaba que se veía igual a Fred y Fred no pensaba que se veía igual a George. Solo habían dos personas en el mundo que pudiera diferenciarlos, pero ahora tan solo quedaba una.

George había decidido que ya no trabajaría en Sortilegios Weasley, pues en vez de traerle alegría como antes, el tan solo pensamiento de volver a la tienda lo hacía sentir demasiado triste. No estaba listo para hacerlo, dudaba que el día en que lo estuviera llegara. Si eso pasara, sería un verdadero milagro.

George quería dejar de pensar en Fred, pero temía olvidarse de él, de los momentos que pasaron juntos. Le daba mucho miedo seguir con su vida como si no hubiera pasado nada, pero no sabía qué hacer tampoco. Cada vez que pensaba en Fred, sentía que quería morir. No porque ya no tuviera ganas de vivir, sino porque quería volver a ver a Fred, sentirlo cerca, escucharlo. No era tan solo un amigo, un hermano o un gemelo, había pasado toda su vida con él, incluso antes de haber nacido ellos ya se conocían. Las cosas no deberían haber sido así.

George había aprendido la lección más dura que todo ser humano debía aprender: la vida no es justa.

—¿Cómo te sientes, cariño? —dijo Molly sentándose en la punta de su cama.

—No muy bien —respondió George con la voz ronca.

—Entiendo. George, hoy lo entierran.

Molly no dijo el nombre, con la esperanza de que le doliera menos a George escuchar sus palabras.

Le dolió de todas maneras.

George suspiró. Sentía cómo sus ojos comenzaban a arder, pero no se permitió llorar. Debía ser fuerte, debía ir al funeral de Fred, aunque le doliera saber que sería la última vez que estaría tan cerca de él.

George se bañó, y al mirarse en el espejo no pudo reconocerse a sí mismo. Se veía destruido, muerto. Pensó que quizás se veía como Fred se veía dentro del ataúd en su funeral.

No podía seguir con todo.

Pero debía.

Bajó las escaleras y supo que era el último en bajar. Todos pusieron sus ojos sobre él, él no sabía dónde ponerlos. En la sala de estar se encontraban Harry Potter, Hermione Granger y toda su familia, menos un miembro quien era al que verían pronto.

—¿Vamos? —preguntó George.

Su familia no recordaba la última vez que lo habían visto sonreír, hacer una broma. No recordaban la última vez que lo habían visto feliz.

Molly Weasley, su madre, recordó todas las veces en las que se había hartado de las bromas de los gemelos, de sus risas impidiéndole dormir a las tres de la mañana, y no pudo sino querer volver al pasado para poder volver a disfrutarlas.

Molly había aprendido otra lección muy importante para los seres humanos: no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos.

La familia fue al cementerio, había demasiada gente porque demasiada gente había muerto por la guerra. Todos tenían algo en común, habían perdido a alguien en la Segunda Guerra Mágica, y eso era lo que los unía.

George pensó que iba a vomitar al ver el ataúd de Fred. ¿Qué había hecho para merecerse eso? Era demasiado joven para morir. George sintió muchísimo pánico al darse cuenta de que el año siguiente, Fred seguiría teniendo veinte años mientras que él cumpliría veintiuno.

Mientras Molly y Arthur decían unas palabras sobre Fred, George no pudo prestarles atención, ya que su mente le mostraba todos los momentos que había pasado con Fred. Desde cuando eran niños hasta momentos antes de que todo se derrumbara.

George había aprendido la lección más importante para el ser humano: nada dura para siempre.

Cuando llegó el primero de abril, en el noventa y nueve, George se rehusó a salir de su habitación a pesar de que su madre le insistiera que saliera. Ya no quería festejar su cumpleaños, sentía que era una completa falta de respeto hacia Fred, ya que también era su cumpleaños y no estaba vivo para festejarlo.

George sentía que su vida se estaba cayendo a pedazos, que se estaba intoxicando a sí mismo con el polvo que producía su derrumbe.

Necesitaba ayuda. 

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𝐍𝐨𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐚𝐮𝐭𝐨𝐫𝐚:

Esta es una fanfic en la cual he empezado a trabajar a principios de este mes. Espero que le guste tanto como a mí me gusta escribirla.

acciogeorgew.

𝐋𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐍𝐎𝐒 𝐃𝐈𝐕𝐈𝐃𝐄 【𝐆.𝐖】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora