Casita y sobre

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Tal y como lo prometió, Toneri cuidaba de Nishi, desde darle su comida las cuales eran semillas machucadas con algo de agua, hasta limpiar sus plumas.

Sasuke era testigo del acto, al igual del nuevo rito que tenían los dos al dormir. Tanto albino como gorrión dormían juntos, el más pequeño encima del cabello blanquecino, como si se tratara de su anterior nido. Cómo a la vez era presente del como su compañero debía quitarse las pequeñas plumas del ave a la mañana siguiente.

Juraría ver a Juugo cada vez que cuidaba y alimentaba el ave, pero de diferente forma a la de su amigo.

Durante las siguientes noches se dedicó en hacer algo especial tanto para el ave como el Otsutsuki, haría una casita para Nishi.

Había visto antes como Juugo creaba casas para las aves antes, por lo tanto no sería difícil hacer una, según su lógica.

Con ayuda de lagunas tablas al igual que clavos, papel y un pequeño traste de dos divisiones, fue posible completar su prometido. Creando así una pequeña casita por el momento acta para el  polluelo, ya si crecía más de su pensar, haría una más grande.

-"La ropa" - Pensó, no estaba lloviendo así que no se refería a eso al contrario, desde su salida al bosque y con el encuentro de Nishi, se olvidó por completo de Toneri.

Medito por un momento, esperaba entregarle de una vez la casita pero ahora con la llegada del recuerdo, dudaba mucho el dárselo, tendría que ir a comprar alguna aprendas, ya después le entregaría ambos presentes a sus "compañeros".

- ¿Saldrás a algún lado, Sasuke? -

- Si, iré por algunas cosas -

- Te acompañamos - El albino ya había sacado al polluelo listo para seguirlo.

- Lo siento, pero quiero ir solo - Pudo ver la tristeza en los ojos ajenos, no queria verlo así pero tampoco podía arruinar su regalo- Mañana salimos, tu y yo -

- ¿Podemos hacer un día de campo? - La alegria regreso - En el bosque, dónde encontramos a Nishi -

- Claro - Era lo justo, su rostro parecía no importarle pero por dentro le agradaba la idea.

Abrió la puerta listo para irse, no sin antes regresar el saludo de despedida al albino.

Camino por varios minutos por las desoladas calles de Konoha, ya la noche estaba próxima a caer por lo tanto, se le complicaría mucho encontrar ropas.

Paso por uno, dos, tres, varios locales de los cuales la mayoría estaban cerrados, los únicos posiblemente abiertos eran aquellos cercanos al centro, dónde más la gente lo veía con rencor, tendría que soportar las miradas de desprecio hacia su persona.

- ¿Por qué a mí? -

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Tal como lo supuso, las personas no quitaban la mirada de el, ni siquiera se esforzaban por disimular, hasta los encargados del establecimiento lo seguían con ella.

Sin embargo nada de aquello le importo, observó de nuevo toda la tienda para posteriormente tomar tres conjuntos de trajes, todos ellos de una a tres tallas máximo más grandes que las suyas.

Esperaba fueran del agrado de Toneri, con la idea en mente, no pudo percatarse del arrebato por parte de un aldeano.

- ¿Me la podría devolver por favor? - Pidió amablemente.

Déjame sanarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora