¡No vas a ser tío!

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Solo los hermanos mayores logramos entender ese sentimiento de orgullo y placer que invade nuestros cuerpos cada vez que nuestros padres nos dejan a cargo de nuestros hermanos menores. Esa emoción de saber que tus padres ya te consideran lo suficientemente grande, maduro, y sobre todo responsable como para dejarte al cuidado de tus consanguíneos era del todo confortante. 

Por esa misma razón cuando España le había encargado cuidar a Venezuela y a Quito en lo que el llevaba a las otras colonias a un chequeo medico, Nueva Granada no pudo estar mas feliz por ello y de inmediato le respondió afirmativamente aceptando esa gran responsabilidad, sabiendo que esta era su oportunidad de demostrarle al español que podía con este tipo de responsabilidades...pero no paso mucho tiempo para que se percatara de que sus expectativas fueron quizás demasiado altas y que el trabajo de cuidar a sus dos hermanos era de hecho algo por lo que debió de haberle pedido algún tipo de compensación monetaria.

El neogranadino ahora mismo se encontraba caminando a paso rápido por los pasillos de aquella casa maldiciendo en todos los idiomas indígenas que se sabia desesperado por encontrar a Venezuela. Este se le había desaparecido de la vista mientras este se fue a la cocina en busca de un vaso con agua, momento que el mas bajo aprovecho para escabullirse y dejar la casa, no seria el primer intento de escape por parte de este.

Sobraba decir que en caso de no encontrarlo iba a sufrir un MUY fuerte castigo, temía que realmente se haya ido aunque sabia que eso era poco probable debido a que la casa siempre era custodiada por guardias al servicio de España. Si alguno intentaba escapar los guardias no tardaban en atraparlos y llevarlos ante el español, y creo que no hace falta aclarar que pasaba con ellos en ese caso.

Después de un rato de estar corriendo se detuvo a tomar un pequeño descanso recuperando el aire, ya había revisado casa habitación de la casa y el venezolano no estaba en ninguna de ellas, esto ya lo estaba poniendo nervioso.

—Me va a encerrar en el calabozo.—suspiro resignado limpiándose algunas gotas de sudor de su frente.

En eso escucho un fuerte grito proveniente del patio, uno de los guardias parecía estar regañando a alguien.

—¡Pequeña Venecia, bajese de ahí!—grito el guardia.

—¡Que ese no es mi nombre!—respondio una voz aguda que el neogranadino reconoció al instante.

—No me digas...—El pequeño camino hacia la salida que daba paso al patio y no sabia si sorprenderse, aliviarse o reir ante la escena que estaba presenciando.

Venezuela se encontraba en las ramas de un árbol con una rama en su mano izquierda.—Que en este caso usaba como arma.— y en la otra una manzana que había tomado del árbol y que amenazaba con tirarse la a los dos guardias que estaban abajo tratando de hacer que baje.

Nueva Granada se quedo unos segundos viendo el espectáculo en silencio para luego acercarse tímidamente hacia donde estaban los contrarios gritando se mutuamente.

—¿Venezuela? ¿Que haces allá arriba?—pregunto el mayor una vez estaba lo suficientemente cerca.

—¡Dile a estos gordos que me dejen agarrar manzanas en paz!—La pequeña colonia miraba feos a esos gordos guardias haciendo que su comentario los ofendiera un poco.

—¡Pequeña Venecia, le pedimos por ultima vez que se baje de ahí ahora mismo o nos veremos en la obligación de tomar medidas drásticas!—amenazo uno de ellos.

—Y vuelve la burra al trigo.—El menor suspiro cansado.—¡MI nombre es "Venezuela", no "Pequeña Venecia", gafo!

—¡Es lo mismo!—Venezuela le arrojo la manzana en la cara.—¡ARHG CRIO MALNACIDO!

//Los hêrmånøs Tricolor//ČøûntryhûmånsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora