Capítulo 7: La tormenta interna de Ariam

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Al despertar, Ariam siente la respiración agitada por otra pesadilla, lo que ya se ha vuelto una rutina para ella. Al mirar a su alrededor, nota que ha amanecido. La luz del día entra por la ventana, iluminando su habitación. Escucha a su madre en la cocina y decide salir a saludarla. Le cuenta lo mal que se sintió el día anterior y la razón por la que decidió faltar a clase, pero su madre solo le recuerda que no puede faltar de nuevo. Las reacciones de su madre siempre la hacen sentir culpable, cómo si ella eligiera que sus emociones estuvieran fuera de control.

Al entrar en su habitación, Ariam recuerda el mensaje que recibió la noche anterior, el cua era de Sebastián: "Espero que hayas tenido una buena noche... Lamento todo lo que ha pasado hoy y espero haber sido una buena compañía". Sin embargo, incluso este mensaje amable no logra levantar el ánimo de Ariam. Hoy, se encuentra al borde de la locura y siente que una nube negra se expande sobre su cabeza, creciendo cada vez más grande y amenazando con desatarse en una tormenta.

La madre de Ariam ya ha salido para su trabajo y esta al verse sola se debate entre ir al colegio o quedarse bajo sus cobijas. Al escuchar el timbre, Ariam se siente tentada de ignorarlo, pero sabe que es Sebastián quien está al otro lado de la puerta. Aunque su ánimo está por los suelos, sabe que no podrá escapar de él. Suspira profundamente y abre la puerta, encontrándose con la mirada serena de Sebastián. Sin mediar palabra, se pone los audífonos sin música y se cubre con su chompa, iniciando su camino hacia el colegio.

A medida que avanzan, Sebastián camina a su lado en silencio, como siempre lo hace. Pero Ariam sabe que él entiende su dolor mejor de lo que ella misma cree. Agradece su presencia, aunque no se atreve a expresarlo en voz alta. Durante las primeras dos clases, Ariam continúa con los audífonos puestos y la chompa sobre su cabeza, sintiéndose ajena a todo lo que ocurre a su alrededor. Su mente está ocupada y ella garabatea en su cuaderno, como una forma de desahogo ante el caos emocional que siente en su interior.

Al llegar al lugar de siempre durante el descanso, Ariam se encuentra en una lucha interna, tratando de resistir la tentación de fumar un cigarrillo para aliviar su ansiedad. Sabe que esto solo empeorará las cosas y ha estado luchando todo el día para evitar un posible ataque de pánico. De repente, su atención se dirige a una manzana que aparece en su campo de visión. Ella sabe que es Sebastián. Sin embargo, en lugar de tomar la manzana, Ariam decide tomar la mano de Sebastián y lo invita a sentarse a su lado.

- "Lo siento mucho", susurra Ariam, sin ser capaz de sostener la mirada de Sebastián. "No he sido la mejor compañía ni ayer ni hoy".

- "No te preocupes", dice Sebastián con una sonrisa reconfortante. "Estás pasando por un mal momento".

- "No te haces una idea", responde Ariam tras una pausa. "Para mí es difícil estar bien en estos días", sonrie aunque su sonrisa no logra ocultar la tristeza en sus ojos.

- "No tienes que darme explicaciones", suspira Sebastián. "Solo quiero que sepas que puedes contar conmigo. Si decides contarme o no lo que te está pasando, eso no cambia el hecho de que estaré aquí para ti cuando me necesites", añade, evitando la mirada de Ariam.

- "Gracias", dice con una sonrisa sincera.

Sebastián saca su celular y unos audífonos de su bolsillo y le ofrece uno a Ariam. Ella lo acepta y ambos pasan el resto del descanso escuchando música en silencio. Aunque no pronuncian palabra alguna, la mente de Ariam es un torbellino de pensamientos, una masa sin forma que rueda a toda velocidad. No puede expresar con claridad lo que siente y todo parece juntarse en su garganta y estómago, como una bola de nieve gigante. Se parece a esos momentos previos a un ataque de ansiedad.

...

Ariam decide ser valiente y hablar con Sebastián sobre sus problemas de salud mental en el camino a casa. Aunque le cuesta trabajo encontrar las palabras adecuadas para expresarse, finalmente encuentra el coraje para explicarle acerca de sus ataques de ansiedad y su diagnóstico de depresión. A pesar de que no se siente preparada para decirle la causa detrás de todo esto, se siente aliviada por haber abierto su corazón. Mientras habla, una lágrima escapa de sus ojos, pero ella trata de disimular rápidamente para que Sebastián no lo note. A pesar de sentirse vulnerable, se siente liberada al compartir con alguien sus luchas internas.

Cuando llegan a casa de Ariam, Sebastián le dedica una cálida sonrisa y le asegura que no está sola en su lucha. Mientras le habla, sostiene su mirada, demostrando así su apoyo incondicional. Aunque Ariam nota un extraño brillo en los ojos de Sebastián, decide no hacerle caso y centrarse en sus palabras reconfortantes. "No tienes que decirme nada", continúa Sebastián con una sonrisa. "Te conozco lo suficiente para saber que no estás bien. Pero quiero que sepas que siempre puedes contar conmigo. Estaré aquí para lo que necesites". Con un nudo en la garganta, Ariam le agradece sus palabras sinceras y se despide de él con un una sonrisa. Mientras entra a su casa, todavía confundida, no puede evitar sentirse agradecida por tener a alguien como Sebastián en su vida.

Ariam se encierra en su habitación sintiéndose abrumada. Se come la manzana que Sebastián le había dado, pero eso no le quita el sabor amargo de la angustia que siente. Decide darse una ducha de agua caliente para relajarse, pero su mente sigue llena de pensamientos caóticos. Después de intentar dormir, se despierta empapada en sudor debido a otra pesadilla, así que descarta esa idea. Toma su celular y sus audífonos, pone la música lo más alto que puede, se acuesta en su cama y cierra los ojos. Finalmente, después de muchos días evitándolo, comienza a llorar. Sus lágrimas brotan como un río desbordado mientras la música suena en sus oídos, permitiéndole liberar todo lo que ha estado reprimiendo durante tanto tiempo.

Después de llorar durante un rato, Ariam se siente un poco más aliviada. Aún así, todavía tiene muchas emociones y pensamientos que no puede procesar. Siente un nudo en la garganta y la sensación de que algo le falta en su vida. Mira su celular y ve que tiene un mensaje de Sebastián preguntándole cómo está. Ariam quiere responder, pero no sabe cómo empezar.

Alas para dos almas rotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora