Ariam finalmente toma la decisión de desconectarse de su celular y no responderle a Sebastián y logra dormir sin tener pesadillas. Al despertar, se da cuenta de que sólo puede ver las luces de la calle a través de la ventana de su habitación. Aunque se siente como si hubiera dormido demasiado, se da cuenta de que sólo son las 5:00 a.m. y que pronto amanecerá. A pesar del cansancio y el agotamiento de los últimos días y aunque no ha comido nada más que una manzana desde el día anterior, no tiene hambre en este momento.
Ariam se sienta en el borde de la cama y toma en sus manos la fotografía de su padre. La imagen, tomada unos meses antes de su fallecimiento, es la única que le queda de él. Sus ojos se llenan de lágrimas al recordar los momentos compartidos y el dolor de su ausencia. Después de un momento, se levanta con pesadez y decide tomar una ducha de agua caliente para relajarse. La sensación del agua caliente en su piel la reconforta y se queda en la ducha más tiempo del necesario. Al salir, se pone su pijama favorita y toma la decisión de quedarse en su habitación todo el día. La tristeza la invade y necesita su espacio para vivir sus emociones.
Ariam se encuentra en su habitación cuando su madre toca insistentemente la puerta varias veces, llamándola para que salga y desayune. Sin embargo, Ariam no está lista para enfrentar el mundo exterior y mucho menos a su madre. A duras penas puede lidiar con sus propias emociones, no puede consolar a su madre en su dolor. Después de una hora, su madre finalmente se rinde y se retira. En ese momento, el teléfono de la casa comienza a sonar. Ariam sabe que sus familiares llaman cada año en el aniversario de la muerte de su padre para apoyarlas en su dolor, pero ella está segura de que estos esfuerzos bien intencionados solo le hacen más daño a su madre. Pero su madre es demasiado amable y debil para decirles que la dejen sola y Ariam siente una mezcla de tristeza y frustración ante la situación. Ariam sabe que necesita tiempo para procesar sus emociones y que no puede permitir que la pena la consuma. Por el momento, su habitación es su refugio y ella necesita estar allí para encontrar la paz que tanto necesita.
Ariam revisa su celular una y otra vez, mirando el mensaje de Sebastián con atención. A pesar de todo, no sabe qué responderle. Su vida ha sido un caos en los últimos años y no sabe por dónde empezar a contarle todo. Observa su lista de contactos y siente un pellizco en el corazón al recordar a las personas que alguna vez creyó que eran sus amigas, pero la dejaron sola en su peor momento. Durante el último año, se ha tenido a sí misma y no ha compartido su vida con nadie, hasta que apareció Sebastián. Sin embargo, todavía no está segura de querer hablar con él.
Ariam se siente confundida y vulnerable. No está segura de si debería abrirse y contarle sus problemas a Sebastián, o si debería guardar sus emociones para sí misma. En su corazón, todavía se siente sola y la idea de confiar en alguien le asusta. Pero, al mismo tiempo, siente una chispa de esperanza al pensar en la posibilidad de tener a alguien a su lado en los buenos y malos momentos. Ariam sabe que debe tomar una decisión pronto, pero por ahora, sigue sin saber qué hacer.
Cerca del mediodía, el timbre suena y se escuchan varias voces provenientes de la sala. Los tíos de Ariam han venido, como es costumbre, para dar apoyo a ella y a su madre. Aunque su madre se siente agradecida por su presencia, Ariam prefiere que la dejen sola. No tiene ganas de salir de su habitación, ni de saludar a su familia ni de comer. No quiere miradas de lástima ni palabras vacías sacadas de un libro. Nadie realmente comprende cómo se siente ella ni lo mucho que extraña a su padre.
La presencia de sus tíos solo le recuerda la ausencia de su padre y la sensación de dolor que no desaparece. Ariam sabe que su familia solo trata de ayudarla, pero en este momento, prefiere estar sola en su habitación, procesando sus emociones en su propio tiempo y sin distracciones. Ariam sabe que no puede seguir viviendo en el pasado y que eventualmente tendrá que salir de su habitación y enfrentar el mundo. Pero por ahora, necesita tiempo para que sus pensamientos y sus emociones estén en sintonía, sabe que debe seguir adelante, pero no sabe como sentir que eso es lo correcto.
Ariam se acuesta en su cama aunque no pretende dormir, solo mira al techo y recuerda que hace unos días estaba en la misma posición después de haberse desmayado. En ese momento, una de las pocas personas que parecen preocuparse por ella estuvo a su lado. Coge su celular y comienza a escribir un mensaje a Sebastián, pero no lo envía. Realmente no sabe qué decirle y no cree que sea buena idea ver a alguien en este momento. No quiere desquitarse de nuevo con la persona equivocada y no quiere que él la vea en su estado actual.
Suelta el celular y se sienta en el borde de su cama, tratando de calmar su respiración agitada. Las voces afuera de su habitación la hacen sentir cada vez más ansiosa y la rabia comienza a crecer en su interior. Quiere llorar pero parece haberse quedado sin lágrimas. De repente, comienza a sentirse mareada y todo empieza a dar vueltas. Intenta controlar su respiración, pero sus pensamientos patinan y no es capaz de pensar con claridad. Sabe lo que está sucediendo, es su tan temido ataque de pánico.
En ese momento, Ariam tiene dos opciones: quedarse encerrada en su casa o salir corriendo. Se queda quieta durante unos minutos, respirando profundamente y tratando de encontrar la fuerza para enfrentar su ansiedad. Aunque la idea de salir a enfrentar el mundo la asusta, sabe que es la única forma de superar su miedo. Finalmente, Ariam se levanta de la cama con determinación se cambia de ropa y abre la puerta de su habitación.
Ariam sale corriendo de su casa, su madre la llama, pero ella no se detiene. Prefiere canalizar la energía de su ansiedad corriendo en vez de quedarse encerrada, lo cual solo provocaría que vomitara y tal vez se desmayara de nuevo. Corre sin rumbo fijo, buscando escapar de la tristeza, el dolor y el sufrimiento que la invaden. Finalmente, se detiene y observa su entorno. Ha llegado a un pequeño parque situado un poco lejos de su casa, un lugar al que solía ir con su padre. El parque es pequeño pero está rodeado de árboles y áreas verdes, como un pequeño bosque en medio de la ciudad.
Ariam se sienta en el suelo y apoya su espalda contra uno de los árboles. Finalmente, después de muchos días tratando de fingir que todo está bien, se permite ser completamente vulnerable y comienza a llorar. Sus lágrimas son desconsoladas y le resulta difícil respirar. Con las rodillas juntas y la cabeza apoyada en ellas, intenta regular su respiración como le enseñó su psicóloga, aunque no tiene mucho éxito. Aún se siente mareada y todo parece girar a su alrededor, incluso con los ojos cerrados, sus oídos zumban. En ese momento logra escuchar una voz conocida cerca de su oreja: "¿Ariam?"
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Alas para dos almas rotas
Teen FictionAriam está luchando con la depresión y la ansiedad después de la repentina muerte de su padre. Incapaz de procesar adecuadamente su dolor, se siente aislada y sola, y sus problemas personales se ven agravados por las tensiones en su vida cotidiana. ...