Capítulo 9: Apoyo incondicional

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Ariam alza la vista y comprueba si la voz que escucha es real. Allí está Sebastián, arrodillado a su lado, observándola con la misma intensidad que en los últimos días. Sin decir una palabra, Ariam se lanza a sus brazos y lo abraza con fuerza. Está a punto de hacerlos caer al suelo, pero él logra mantener el equilibrio. Ariam llora sin control, pero esta vez se permite desahogarse por completo, poco a poco su respiración se va regulando. Sebastián no dice nada, solo se sienta en el suelo y acomoda a Ariam para que su cabeza quede apoyada en su pecho, la rodea con sus brazos y espera pacientemente. Aunque Ariam se siente un poco extraña por el abrazo, no lo rechaza, se siente más tranquila y protegida, como no lo había sentido desde antes de la muerte de su padre.

Ariam, ha dejado de llorar y tiene una sensación reconfortante en los brazos de Sebastián. Pero pronto se da cuenta de que está en una situación incómoda, y se siente avergonzada al pensar que esta en brazos de Sebastián y su cara está enrojeciendo. Abre los ojos de golpe y se separa del abrazo, incapaz de mirar a Sebastián directamente a los ojos. "¿Te sientes mejor?" Pregunta Sebastián mientras se acomodan para poder estar sentados frente a frente. Ariam le sonrie, dedicándole la mejor expresión que pudo, pero luego evita su mirada. "¿Qué haces aquí?" pregunta él con curiosidad.

"Solo salí corriendo de casa y terminé aquí", explica Ariam, pero no sabe por dónde empezar a contarle sobre sus problemas. "Hoy es el aniversario de la muerte de mi padre", dice Ariam con la voz temblorosa, antes de quebrarse un poco. Sebastián le toma las manos y le dice: "Lo siento mucho. Ya te lo dije, no tienes que contármelo". "Lo sé, pero quiero hacerlo", dice Ariam, soltando las manos de Sebastián. El contacto físico con Sebastián ahora le parece extraño.

Se quedan en silencio durante unos minutos mientras ella intenta decidir por dónde empezar. "Mi padre murió en un accidente hace tres años. Iba en su moto y un conductor borracho lo atropelló y huyó", explica Ariam en palabras simples, ya que le cuesta expresarse en ese momento. "Estuvo una semana en coma y luego murió". Mientras Ariam intenta encontrar las palabras adecuadas, Sebastián sigue a su lado en silencio, ofreciéndole su presencia y apoyo sin presionarla. Ariam se siente agradecida por su paciencia y compañía, pero también se siente incómoda, como si no supiera qué hacer con sus propios sentimientos.

Finalmente, Ariam rompe el silencio. "No sé cómo explicarlo", comienza titubeando, "pero desde que mi padre murió, siento que algo dentro de mí se rompió. No soy la misma persona que era antes". Ariam se detiene, buscando las palabras adecuadas para expresar lo que siente. "No puedo explicarlo, pero siento que hay un vacío en mí, como si algo me faltara. A veces me siento sola y perdida, incluso cuando estoy rodeada de gente".

Ariam hace una pausa, recogiendo sus pensamientos antes de continuar. "Él era todo para mí", dice Ariam con un suspiro y una sonrisa en su rostro mientras recuerda a su padre. "Era mi amigo y mi apoyo". Pero luego su sonrisa se desvanece y su voz se quiebra al recordar la dolorosa pérdida. "No fui capaz de afrontar su muerte y caí en depresión", explica Ariam con sinceridad. "Por eso mis pesadillas y mi incapacidad de comer con normalidad. He ido a terapia, como ya lo sabes, pero no ha sido fácil. Al principio solo quería morirme, así que no tomaba mis medicamentos y no le prestaba mucha atención a mi psicóloga". Sonrie, pero sus ojos siguen reflenado tristeza. "Desde entonces, el colegio ha sido un infierno".

Sebastián asiente con comprensión mientras escucha atentamente a Ariam. Sabe que no hay palabras que puedan aliviar completamente su dolor, pero está ahí para escucharla. "Perder a un ser querido puede ser muy difícil. A veces sentimos que nunca podremos recuperarnos del todo" dice Sebastián. Ariam asiente, agradecida por su comprensión. "Pero quiero que sepas que no estás sola", continúa. "Siempre puedes contar conmigo, para lo que necesites". Ariam sonríe, sintiéndose reconfortada por sus palabras. "Gracias", susurra, "significa mucho para mí"

La voz de Ariam apenas era audible mientras contaba su historia, evitando la mirada de Sebastián. Pero en ese momento, algo cambia. Se da cuenta de que esa extraña mirada que le dirigía Sebastián era en realidad una muestra de sincera preocupación. Se siente agradecida por tener a alguien como él a su lado, alguien que ha estado allí para ella incluso en sus peores momentos. Sebastián se pone de pie y le ofrece su mano para ayudarla a levantarse. Juntos, se sientan en una banca cercana, luego de unos minutos en silencio Sebastián le dice a Ariam "¿Por qué no damos un paseo por el parque?", sugirió. "Siempre me ayuda a aclarar la mente".

Luego de un pequeño paseo se dirigen a una cafetería cercana para comer algo. Mientras esperan su pedido, Sebastián saca su celular y comienza a tomar algunas fotografías. Sin embargo, Ariam se siente incómoda al ver la cámara apuntando hacia ella y le pide que las borre de inmediato. Esto era algo que esta en la lista de cosas que Ariam odiaba, que le tomen fotografías. "Lo siento mucho, Ariam", se disculpa Sebastián mientras borra las fotos de su celular. "No quería incomodarte". Ariam suspira, sintiéndose un poco tonta por su reacción exagerada. "No te preocupes, es solo que no me gusta que me tomen fotos", dice tratando de minimizar la situación. Sebastián asiente comprensivamente y guarda su teléfono en el bolsillo. "Lo entiendo, no volveré a hacerlo", promete.

Después de su visita a la cafetería, Ariam y Sebastián caminan juntos por el parque, disfrutando del cálido sol de la tarde. Ariam se siente agradecida por tener a alguien como él a su lado, alguien que la entiende y respeta sus límites. "Oye, Sebastián", dice Ariam finalmente, "sé que no es fácil tratar conmigo a veces. Lamento mucho ser una carga para ti". Sebastián sonríe gentilmente. "No tienes porque disculparte, Ariam. Estaré aquí para ti, pase lo que pase". Ariam siente lágrimas en sus ojos mientras asiente. "Lo sé", murmura, "y eso significa mucho para mí". Por primera vez en mucho tiempo Ariam está segura de tener a alguien que no la abandonará.

Al caer la tarde regresan caminando a casa, en total silencio y de nuevo Ariam siente incomodidad. Sebastián se despide de Ariam con una sonrisa, deseándole que tenga una buena noche. Ariam lo observa alejarse y siente un pequeño nudo en el estómago. Se pregunta si alguna vez podrá dejar de sentirse vulnerable frente a él, si podrá dejar de pensar en su abrazo y sentir el calor subir a su rostro. Ariam respira profundamente y abre la puerta de su casa. Al entrar a la sala, se encuentra con su madre sentada en el sillón. Ariam se sorprende al verla allí, esperándola. Su madre se levanta rápidamente y la abraza con fuerza, como si estuviera aliviada de verla a salvo.

Alas para dos almas rotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora