Polos Opuestos [Eddie Munson] ↔️ Completa

Capítulo 4

[Tn Carver]

Estar sentada en la mesa de Eddie Munson, si, ya me había aprendido su nombre, fue mucho más agotador que el ensayo con las porristas.

No me refiero al estado físico, sino al mental, el fingir que ninguno de sus comentarios me afectó, estaría mintiendo, pero debía sonreír y mantenerme amigable, aunque admito que hablar con Duncan, ¿o era Dustin?, creo que era Dustin, fue agradable.

Pero lo que no había podido quitarme de la cabeza, era el color de ojos de Eddie, siendo honesta, eran lindos y él no era mal parecido, si tan solo se acomodara ese cabello, podría verse guapo

<<Deja de pensar en eso, Tn>> me dije, mientras abría mi casillero para guardar los libros.

-¿Qué tal tú tarde con los Frikis?, cuéntame todo- dijo Chrissy

-Me invitaron a jugar un juego de Nerds, tuve que soportar los insultos de Eddie, ya te imaginarás como me fue- exclamé, dramatizando un poco la situación. No iba a decirle que pese a todo, la pasé un poco bien

-Si fue tan pesado, quiero decirte que puedes retractarse, estás a tiempo- exclamó Chrissy mostrando esa sonrisa tan falsa

-Es lo que quisieras, pero no, no perderé ante ti

-Si te preocupa el hecho de que se burlaran de ti por perder, tranquila, no le diré a nadie y mucho menos pienso burlarme de ti cuando gane la corona y me entregues el puesto de capitana- respondió Chrissy

Comencé a reír, moviendo la cabeza en negación. Si Chrissy pensaba que podría quitarme lo que tanto me había costado, estaba equivocada.

-Recuérdame, ¿por qué somos amigas? - llevé mi mano a la cintura, dedicándole mi mirada retadora

-Uyyy, alguien está de mal humor

<<Si, tanto que quiero estrellar tu rostro en el casillero>> pensé, mostrándole la sonrisa más hipócrita que podía hacer

-No, yo siempre estoy de buen humor, querida

-Pues no parece - respondió Chrissy, recargando su mano sobre el casillero

-¿No tienes otra cosa que hacer?- solo quería que se esfumará

-No, nada

Puse los ojos en blanco, tomé los libros que encontré en mi casillero, sin fijarme en cuales había tomado, lo único que quería era estar lejos de Chrissy y sus locuras acerca de ganarme.

-Pues yo sí, así que adiós. Tengo muchas cosas por hacer

De manera hipócrita, me acerqué a ella, dejo un beso en cada mejilla, antes de alejarme de ella. Chrissy estaba segura de que ganaría y de cierta manera me preocupa, porque al igual que yo, ella tampoco se quedaba con los brazos cruzados ante una situación, aunque no era tan persistente como yo, así que eso me daba un poco de tranquilidad.

No sé en qué maldito momento acepté esa absurda apuesta.

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Después de clases y aprovechando que Chrissy se había ido con Jason en su auto, conduje hasta el centro de la ciudad y me detuve frente a una tienda de cómics y demás artículos que la gente Friki solía comprar.

Me puse las gafas oscuras antes de bajar del auto. Mire a mi alrededor para cerciorarme de que no me viera nadie entrando a esa tienda. Por suerte, antes de salir de la preparatoria me cambié mi unirfome por algo más casual.

Estuve buscando entre el mundo de historietas y demás cosas, algún libro que explicará las reglas o historia de Calabozos y dragones. Si, me había interesado y quería saber de ese tema un poco más.

-Quiero esto- dije, colocando el libro que había encontrado sobre el tema.

El chico de la tienda me observó de pies a cabeza, me hizo sentir incómoda

-Es para mi novio, es su cumpleaños y le gustan estas cosas- exclamé - ¿Me cobrarás o no?

Keith, el encargado de la tienda (lo supe por leer su gafete), se llevó el libro para cobrarlo.

Minutos después ya estaba saliendo de la tienda con la bolsa que contenía el ejemplar, no sabía si elegí el correcto, pero podía servir. Lo escondí entre mis libretas, si Jason lo veía, haría preguntas.

-¿Qué demonios estoy haciendo? - dije para mi misma en cuanto subí al auto y es que así era yo, si algo se metía en mi cabeza, debía averiguar si me gustaría o no y para ello, debía investigar por mis propios medios.

-El comprar un libro de Frikis, no me hace una, no - estaba manteniendo un monólogo mientras la gloriosa voz de Maddona sonaba en el auto a un volumen considerable.