Los que se pelean, se desean

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RubirexMonth2020 Día 4: Clothe Swap


Los que se pelean, se desean

El día que Rubén y Guillermo anunciaron que ya llevaban medio año siendo pareja oficial todo el pueblo de Karmaland se cayó de la silla. Todo el pueblo de Karmaland excepto Luzu. Borja, por supuesto, ya lo sabía. ¡Pero claro que nadie se lo había dicho! Simplemente poco a poco lo había comenzado a notar.

"¿CóoomOo?" Había exclamado Vegetta. "Dejad la broma, ¿estáis hablando en serio?" Le había seguido Lolito, que era parte del grupo que siempre bromeaba con el famoso refrán de Los que pelean, se desean. Pero Luzuriaga sabía que nadie lo había notado antes porque eran muy poco observadores.

Debía de admitir que la primera vez que notó un cambio en su relación tambén se sorprendió. Eran leves expresiones. Celosas expresiones. La relación de tontéos del híbrido de oso y el amante del morado era muy normal, se jugueteaban entre ellos haciendo boberías, coqueteaban abiertamente para terminar riendo por chistes que no todos los presentes entendían, ¿desde cuando WillyRex fruncía el ceño solo por ver a la animada dupla reír? Samuel le daba un palmada a Doblas e inmediatamente a Guillermo le cambiaba la expresión del rostro, podía pasar de reír a carcajadas por una mala broma de Fargan a mantener un rostro serio, como si le hubieran explotado el huerto por décima vez. Pero nadie parecía darse cuenta. Rubén hacía lo mismo, quizás hasta un poco menos sutil.

Si Vegetta triple siete era coqueto con el albino teñido, con el albino natural la cosa se volvía peor. Vegetta y Willy habían sido pareja tiempo atrás, relación que no había funcionado pero que aún así, exteriormente, parecía tener química, llena de chistes internos y privados que los hacía reír constantemente tan solo con pronunciar una palabra. Si Vegetta abrazaba a Willy, Rubén gruñía. Sus orejas de híbrido se paraban ante una nueva molestia en el estómago, llamada celos, y soltaba un gruñido que solo podías escuchar si estabas al lado. Parecía ser más celoso que el otro, pues gruñía también cuando Fargan se ponía en plan coqueto con su hermano oscuro, aún sabiendo que David salía abiertamente con Alejandro hace meses.

La noche que notó los cambios, antes de irse a dormir, Luzuriaga le pregunto a Auron, quien ya estaba acostado en la cama esperando a que su pareja apagara la luz. "Ambos tienen los ojos en Triple Siete" le había dicho sin importancia. "Son rivales en el amor." Pero Luzu no se quedó conforme con esa respuesta y decidió seguir observando. Que bien que hizo.

Creyó que se había equivocado cuando indudablemente todos notaron que las peleas entre la dupla de héroes habían incrementado. Si Willy decía algo, Rubius atacaba con algo contrario. Si Rubius decía algo, Willy ya venía de la mano con algo despectante para comentar. Eran como perros y gatos, gritándose en todas las misones, siendo separados por Samuel y Mangel cada vez que los pleitos verbales pasaban a pleitos físicos. Repentinamente ya no soportaban estar en la misma habitación. Pero algo notó Luzu que hizo que continuara observando sin descartar su teoría. Más allá de las peleas, que sus compañeros alrededor, acostumbrados, decidieron ignorar, aparecieron roces que nadie parecía ver. Nadie excepto Borja. Si Rubén pedía comida, antes de que otra persona llegara darle, Guillermo ya le había revoleado patatas a la cara. Si Guillermo estaba falto de material y necesitaba un acompañante para buscar en la mina, en frases fastidiadas y pequeñas quejas, Rubén comentaba que él también necesitaba y que no le iba mal pasar una tarde minando. Por que era normal querer ayudar a tus compañeros por más rabia que les tengas, ¿cierto? Para todos era normal, pero Luzu sabía que había algo más.

Decidió aún así, no volver a comentarle nada a Auroncito.

Hicieron falta meses de observar pequeños gestos sutiles para que llegara algo que terminara de confirmar sus sospechas. Porque sí, de repente durante las reuniones se sentaban al lado, pero eso podía deberse a que Fargan había comenzado a sentarse al lado de Alexby. Sí, cada tanto los veía juntos por el pueblo, pero Vegetta y él también iban juntos por el pueblo y no significaba que fueran pareja. Sí, Willy había comenzado a merodear más seguido por la zona de la casa flotante del noruego, pero a fin de cuentas, el mundo era un mundo libre para caminar. Los había visto explorar juntos, pelear, reír y hasta atentarse entre ellos con bombas, pero eso era normal entre casi todos sus compañeros. Hasta que se chocó frente a frente con el gesto que lo confirmó todo. Se lo confirmó todo a él, porque nuevamente estaba seguro de que nadie se había dado cuenta de nada.

Una tarde en la que había quedado con Fargan y Alexby para construir una parte del nuevo muelle, se cruzaron con Willy, quien llevaba materiales para reconstruir nuevamente su huerto, que había sido explotado por accidente en una disputa entre Lolito y Fargan en la última reuníon de amigos que habían decidido hacer cerca de allí.

—¿Esa campera es de Rubius?—Preguntó Alex llamando su atención. Willy cambió su rumbo acercándose a ellos, sin cambiar su expresión de "Estoy llevando cajas y pesan bastante".

—No, la compré en la tienda, me enteré de que era la misma cuando me lo crucé, la verdad, nunca lo había notado.—En su voz no parecía haber ni una pizca de mentira. Quizás si hubiera involucrado a otras personas, les hubiera creído, pero a Willy no. Luzu no podía negar que William era un dios de la mentira. La voz no le temblaba y la expresión de su rostro siempre estaba relajada y despreocupada. Tranquilamente y sin esfuerzo había engañado a David y Alejandro, quienes habían seguido camino hasta el muelle, dejándolo atrás.

—Te la vendieron medio usada, ¿no crees?—Luzu levantó una ceja buscando intimidarlo, pero la expresión ajena seguía siendo la misma. Borja, autoproclamado dios de los observadores, no había pasado por alto que las mangas le quedaban un poco largas, o que la cuerina sintética de la campera tenía marcados varios dobleces que denotaban que no era ni un poco de nueva

—La llevo usando un par de días ya. Me he metido en varias peleas y se ha llevado su parte de los ataques.—Levantó los hombros con falta de interés y siguió su camino.

¿Podía llegar a ser que realmente no hubiera estado mintiendo? Por suerte esa misma noche, Rubén le confirmó que definitivamente estaba mintiendo.

Hace mucho que no pasaba a ver la iglesia y Rubén estaba emocionadísimo por mostrarle las nuevas remodelaciónes que había hecho con la parte del dinero que la alcaldía le había entregado sacada de los impuestos. Cuando llegó el chico híbrido le esperaba en la entrada, su semblante denotaba tranquilidad y pureza, vestido con su hábito negro y la estola violeta, aún así Luzu notó rápidamente que estaba muy feliz de verlo, porque sus orejitas se movían rápidamente y le brillaban los ojos.

—¡Luzu! Tanto tiempo. Tengo mucho que mostrarte, ¿dónde has estado, amigo? Nunca te pasas a visitarme.—Era verdad que últimamente estaba muy ocupado con un par de proyectos que mantenía con la pareja de policías y un proyecto personal que tenían con Auron, así que aceptó el abrazo ajeno con gusto.

Allí lo notó. Y ni bien lo notó la sonrisa en su rostro se volvió tres veces más grande. Su Paradigma estaba completamente confirmado. Cuando Rubius lo abrazó con fuerza pudo notar que el cuello de la sudadera que el oso híbrido llevaba debajo del hábito era verde. Una traviesa punta de la solapa que le sobresalía. Rubén no usaba ese tipo de chaquetas. Era más de sudaderas y camperas. Pero se quedó callado y permitió que esa noche Rubius le mostrara todo lo nuevo que la casa de Dios tenía.

Luzu lo sabía hace mucho, porque a él nada se le escapaba. Mientras que todos sus compañeros al rededor exclamaban que cuando había pasado eso, desde cuando estaban juntos, o si estaban bromeando, Luzu sonrió, rió y comentó.

—Ya lo sabía.

Y se llevó una cascada de preguntas de como lo sabía y que desde cuando y que por qué no les había dicho. Pero cuando vio sonreír a la pareja sutilmente, supo que su saber, ya era sabido por ellos.

Quizás no era el único observador presente.

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