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¿Peleamos?

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¿Peleamos?

Nadie jamás lo comprendía, pero Guillermo lo adoraba. Adoraba que a pesar de los problemas que enlazaban su corazón Rubén siempre llegara al colegio simplemente para buscar quien quisiera pelear con él.

¿Quién querría? No había persona que no lo tratara con cuidado. Rubén lo odiaba y Guillermo lo sabía perfectamente. Un chico diagnosticado con cáncer de pulmón que fue operado dos veces, ¿quién no tendría miedo? Pero algo que siempre le había gustado era la insistencia que el castaño traía por tener una pelea.

Alejado siempre de toda actividad física, empeñado en buscar que alguien luchara con él, ganarle a alguien, que todos dejaran de temer. De ser una persona normal con capacidades normales. Esa fue la razón por la que comenzó a darle un pequeño gusto. Discutir con él, hacerlo enojar, competir por las notas, competir en algún juego. Si Rubén sonreía, él estaba bien.

Ni siquiera eran amigos. Nunca habían almorzado juntos en el comedor, ni se habían juntado después de clases. Guillermo no conocía a los padres de Rubén, ni se había hablado con sus amigos, los pocos que siempre le rodeaban. Simplemente siempre estaba allí para hacerle sonreír de otra manera.

Así se enamoró. De la sonrisa triunfante, o de la mueca de perdedor que detrás escondía un agradecimiento. De los cabellos despeinados y de la cara de cansancio. Los pocos gestos que notaba las veces que pasaban tiempo juntos sin notarlo. No tardó en darse cuenta, ¿sino por qué se sentiría tan extasiado haciendo feliz a una persona de esa manera? Nunca habían sido más que compañeros de clase, apenas y se sabía sus apellidos al inicio. De su grupo de amigos solo conocía a Alejandro porque a veces se juntaba con David. A Rubén le gustaba Marvel y a él le gustaba DC. No había nada más en común hasta que se sentaban a competir o discutir sobre algo.

Recordaba la primera vez. Una carrerita tonta y ni siquiera se la había pedido a él. "No correré contigo, tonto, puede ser peligroso." Eran un par de metros solamente, el chico con el que Rubén estaba se fue y se quedó solo.

"Yo correré contigo, pero no te esfuerces mucho." Lo hizo por hacerlo. Pero esos cinco metros de carrera a la puerta de entrada, en un pasillo ya vacío, le sacaron una sonrisa tan grande que Guillermo quiso verla una vez más. "Muchas gracias."

Aún así lo que más disfrutaba era hacerlo enojar, decir alguna tontería que lo sacara de sus casillas. "Batman le gana a Ironman desde lejos" Rubén enojado dando argumentos era algo que le encantaba. Después de todo era entretenido. Un ejercicio no físico que generaba una adrenalina extraña en sus pechos. Si no podía competir corriendo, ¿por qué no pelear por tonterías para sacarse las ganas? Ganar una discusión se sentía mejor. Realmente lo suyo no eran peleas, pero Rubén prefería llamarlas así. Siempre había querido estar en una pelea pero nunca jamás nadie había querido enfrentarlo.

Era más fácil tenerle pena que enfrentarlo.

Su relación se volvió más que una amistad de aula el día que Rubén no se presentó al colegio.

"Rubén estará unos días en el hospital, así que si hay alguien que pueda encargarse de juntar su material de clases, lo agradecería" Dijo el profesor al entrar al aula. Guillermo levantó la mano antes que cualquier otro.

Ese mismo recreo se acercó a Nieves, la mejor amiga del castaño, y le preguntó en qué hospital se encontraba Rubén. "Se han vuelto muy unidos, ¿no? Rubén siempre habla de tí." Definitivamente se sintió feliz al oírlo. Esa misma tarde fue a visitarlo.