Mis sueños eres tú

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RubirexMonth2020 Día 8: Amnesia 

Mis sueños eres tú

Rubén despertó un día y sintió que todo era muy extraño. Se despertó en el hospital, confundido. Preguntó su nombre, pues por alguna extraña razón no lo recordaba y un guapo tío con barbita le dijo que se llamaba Rubén, Rubén Doblas, pero que todos le decían Rubius.

Le preguntó quién era él y qué hacía con él en la habitación de hospital. También recordaba haberle dicho que era guapo. El guapo joven, en medio de una risa le dijo "Soy Samuel, Vegettita solías llamarme tu, siempre estamos esperando a que despiertes." ¿Estamos? Que extraño. Y sin filtro alguno las preguntas comenzaron a salir de su boca.

"¿Estamos? ¿Quienes?" "¿Cómo llegué aquí?" "¿Cuántos años tengo?" "¿Tengo familia?" "¿Por qué tengo orejas de oso?" El guapo joven se las contestó todas. Luzu fue el primero en aparecerse ante la llamada de que finalmente él había despertado, le abrazó llorando, aunque Rubén no pudo corresponderle con tanta intensidad. Mangel y Alex fueron aquellos que lloraron al enterarse de que aparentemente había perdido la memoria, pero no abandonaron las anécdotas que le contaban simplemente para hacerle recordar. Fargan, Auron y Lolito fueron los últimos en aparecerse, pero aún así le recibieron con alegría. ¿Cómo había llegado allí? Había tenido un accidente grave con un par de criaturas que le había atacado en el bosque en una misión. Tenía veinticinco años, un tipo joven. ¿Tenía familia? Ellos, ellos eran su familia.

Poco a poco comenzó a rehacer su vida. Le contaron sobre su casa, sus mascotas, que eran héroes. Aún así, Rubén siempre sintió que faltaba algo. Que había un hueco en su memoria que nadie estaba llenando.

Meses después de salir del hospital comenzó a recordar un par de cosas. Momentos que había vivido. Misiones. Sonrisas. Pero siempre había un lugar en sus recuerdos que se veía borroso. Pero sí recordaba unos ojos. Unos ojos tan verdes que reflejaban magia. Nunca recordaba más que eso, unos ojos que le sonreían, pero ninguna sonrisa que se viera. Unos ojos que le hablaban pero no se escuchaba ninguna voz. Pero esos ojos estaban presentes en sus recuerdos más felices. Los recuerdos de un par de besos, los recuerdos de noches apasionadas. Recuerdos de noches de miedo y de noches de tristeza. Pero en ninguna parte del pueblo había encontrado a alguien que tuviera ese par de ojos.

Samuel le acompañó en cada momento. Más nunca entendió por qué. Era un chaval extraño, siempre estaba al tanto de cómo se sentía y siempre se preocupaba por él pero en su mirada siempre había algo más. Algo siempre parecía estar intentando salir a flote en cómo le veía.

Fue casi pasado un año que Samuel y él se dieron su primer beso. El primero de muchos. Besos suaves y dulces que no se comparaban con aquellos besos que soñaba pero que aún así le encantaban. Entonces simplemente Rubén se quedó con el hecho de que aquellos eran sueños que jamás terminaría de completar.

Hasta que un día soñó un nombre. Escuchó un nombre. Escuchó un nombre ser gritado por su propia voz. Escuchó que susurró el nombre varias veces. Soñó cosas, soñó besos, soñó sensaciones. Soñó llantos y soñó un grito desesperado. Y supo que así se llamaban. Esos ojos se llamaban Guillermo. Inmediatamente al día siguiente de haberlo soñado, madrugó en la cama de Samuel para correr a la casa de Raúl, quien era el único que sabía de esos recuerdos que le llegaban en sueños.

—Guillermo, se llama Guillermo. —Lo dijo entusiasmado, pero pura confusión le invadió cuando la mirada de Auron demostró más sensaciones que su rostro. —¿Sabes de quien hablo?—Le preguntó.

—Creo que es algo que le deberías de preguntar a Samuel.

Y eso hizo. Esa misma noche, mientras veían una película tirados en el sofá, Guillermo llegó a su mente.

One-Shots RubirexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora