Contemplad el Estanque

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Contemplad el estanque,
la superficie de sus aguas,
leguas de tranquilidad.

Ésa paz, sublime y noble,
quién la enturbiará?

Arrojaron mil peñascos
a sus fauces, sin pensar.

Mirad, en su otrora pacífica faz:
ahora, turbulencias, y penar.

Se han calmado al fin las aguas,
más su alma, mil peñascos abriga ya.

Éste estanque, aún en sosiego,
el mismo, alguna vez será?

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Podemos ser las personas más pacíficas y capaces de perdonar del mundo, pero la capacidad de ignorar el daño que se nos ha hecho, y de continuar por la vida sin sufrir el más mínimo cambio en nuestro interior, es un poder del que sólo Dios disfruta.

Delirios de un Difunto CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora