14. Stronger

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Prendeme Fuego, enciéndeme, préndeme fuego,
Todavía estoy vivo, todavía estoy, todavía estoy vivo.

Apuesto a que no pensaste que volvería a la vida, más alto, más rápido, eterno.

Apuesto a que no pensaste que volvería a la vida, más alto, más rápido, sin fallas.

Apuesto a que no pensaste que volvería a la vida, más fuerte.

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¡Esta es la canción que me inspiró para escribir la historia!
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—¡Destruye!— gritó una voz familiar que lo dejó completamente helado.

Antes de que se diera cuenta un nuevo disparo de agua golpeó la cabeza de Vaghar haciéndolos caer en esta ocasión hasta aplastar al menos cinco de sus propios barcos. La bestia verde se retorció, sacudiendo ferozmente sus alas intentando salir del agua mientras Aemond escuchaba un horrible pitido en su oídos por el impacto, Vaghar destruyó otros tres navíos en su camino por salir del agua pero él ni siquiera pudo pensar en ello, demasiado aturdido por la voz que creía haber escuchado de la enigmática figura sobre la bestia marina que ahora hundía barcos como un juego de tiro al blanco.

¡Arrax!— le escuchó gritar mientras volvía a elevarse en el aire, fue un sonido lejano que apenas y llegó a sus oídos pero por todos los Dioses, esa voz, esa voz el la conocía. —¡Ven, Arrax!

Cuando una conmoción se escuchó atrás giró su cabeza para ver atónito al pequeño dragón blanquecino cubierto de cadenas que volaba directo a la bestia marina mientras chillaba fuertemente. Él no pudo evitar acercarse también, solo lo suficiente para ver a Arrax dando vueltas como una mosca a la bestia marina antes de posarse justo atrás de su cuello, antes de dónde empezaba su aleta dorsal.

Aemond sentía que el tiempo corría demasiado lento y su corazón muy rápido, la sangre bombeaba ruidosamente bajo su piel mientras el joven dragón se paraba ahí, expandiendo sus alas y sacudiendo su cabeza con un rugido estridente y chillón antes de bajar un ala para que el hombre sobre la bestia lo montara y sus alas volvieran a abrirse en una demostración de poderío y deleite extraño.

Fue cuando lo entendió, Lucerys Velaryon estaba vivo.

Aquél al que creyó haber asesinado sobre una bahía tormentosa, a quién vio caer desde las nubes al vacío estaba ahí montando a su dragón que a la vez se posaba sobre una enorme bestia del mar.

Sintió su estómago contraerse dolorosamente, con una mano enguantada se cubrió la boca para evitar que el contenido de su estómago se vaciara sobre su montura, el cuerpo le temblaba como si fuera una hoja sacudida por los vientos otoñales. Su ojo estaba cristalizado y la vista se le nublaba mientras intentaba digerir todo lo que había visto.

Cuando regresó la vista a Lucerys y su dúo de bestias este ya estaba atacando a Tessarion hasta mandarlo al agua, fue solo entonces que Aemond regresó a la dura realidad. Estaban en guerra, Lucerys; su amado, amado Lucerys era su enemigo ahora y ellos estaban intentando defender la jodida Fortaleza. No lo pensó mucho y tiró de las riendas de Vaghar para dirigirla directo al monstruo marino para redirigir su atención a él y que dejara a la montura de su hermano salir del agua antes de que se ahogara.

—¡Dracarys!— gritó mientras se acercaba más y más hasta distinguir la figura cubierta de negro y plata de su Omega, ese rostro blanco hermoso con rizos desordenados y húmedos.

Comenzaron un Vaivén de ataques, el agua y el fuego iban y venían, Arrax no se levantaba de la enorme bestia, dedicándose solo a gruñir y aferrarse con sus patas a la piel escamosa mientras Lucerys hacía lo posible para cortar las cadenas que lo ataban con su espada. Cuando los movimientos del Leviatán se volvieron demasiado bruscos para que Arrax se sostiviera sin hincar sus garras se alzó al vuelo, elevándose cerca de Vaghar.

Stronger: Dragon of the seaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora