28. Warriors

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Aprovechar el caos del enemigo fue fácil, los tres dragones se movieron rápido, quemaban y se volvían a elevar lejos de los Escorpiones hasta que todos los enemigos restantes terminaron escondiendose en las cuevas de piedra, en ese punto comenzaron a esperar la noche para volar desde el mar hacia las paredes de roca, lanzando llamaradas que calentaban la piedra como en sus tiempos lo hizo Aegon el conquistador con Harrenhal.

Día a día fueron agotando al enemigo hasta que apenas cuatro semanas después del inicio de la batalla los líderes de la Triarquia intentaron rendirse, estaban acorralados, sin barcos, metidos en cuevas que se calentaban al rojo vivo; calcinando en vida a cada hombre desafortunado que buscaba refugio en la roca, no tenían comida o agua y sus fuerzas se reducían rápidamente, lo único que podían hacer era arrodillarse para suplicar por su vida y, con suerte, los pocos soldados a su favor escondidos entre las grietas no incineradas lograrían cargarse a los bastardos Velaryon que se alzaban arrogantes sobre ellos, tal vez no sobrevivirían pero debían intentar arrastrar algunos hipocampos con ellos.

—¡Esto es lo que pasa cuando los extranjeros se levantan contra nuestra casa, nuestras aguas y nuestra familia!.— vociferó Laenor a los hombres arrodillados unos metros más allá de sus pies.

¡Angōs!— fue el grito que resonó en el aire mientras un estallido de agua abrazaba la roca de los Peldaños, destruyendo buena parte de las cavernas y con ella a los arqueros que apuntaban a Laenor como última medida desesperada.

Los hombres en el suelo vieron con terror como una enorme bestia se alzó desde el mar reduciendo a sus hombres a simples pulpas de sangre y carne picada manchando la piedra. 

—¡Que sea una lección para cualquiera que piense en volver a levantar un dedo contra la familia Velaryon y las aguas de su majestad la Reina Rhaenyra!.— gritó Laenor mientras Seasmoke se asomaba detrás de él para incinerar vivo a cada uno de los enemigos.

De entre todas las fuerzas de la Triarquia no hubo un solo sobreviviente, mientras que los barcos Velaryon regresaron intactos a su hogar y sin una sola baja en sus filas. La serpiente Marina y todo Driftmark parecía esperar su regreso, la costa estaba llena de personas que observaban con jubilo como sus esposos, hijos, amigos, padres o hermanos regresaban sanos y salvos de la batalla.

El primero en arribar fue Arrax, el dragón que volaba sin jinete pasó a Seasmoke y el resto de la flota, trinado mientras daba vueltas sobre la costa hasta descender cerca del castillo, donde Meleys, Tyraxes y Morning descansaban sobre la roca y arena. Unos minutos más tarde Seasmoke y Silverwing bajaron a la playa, los aplausos y felicitaciones no se hicieron esperar, Rhaenys y Joffrey abrazaron a Laenor mientras Corlys lo felicitaba por haber liderado una batalla con tan buenos resultados.

—Lo hiciste bien, me alegra saber que nuestra casa pronto estará en buenas manos.— le dijo dándole palmadas en la espalda a su hijo.

Addam observa al margen, con el pecho apretado al ver a su progenitor, el hombre que solo le había notado su existencia al lograr montar un dragón, demostrarle todo su afecto y orgullo a su hijo legítimo. Él era solo un bastardo, alguien nacido fuera del matrimonio, fruto de un hombre casado que jamás se dignó en reconocerlo y ninguna proeza en batalla cambiaría ese hecho; ni le compraría el afecto de su padre. Mordiéndose el labio giró la mirada y se centró en los aplausos de la gente, de esos pescadores, carpinteros, tejedoras de redes y sirvientas que le aplaudían, aquellos que observó día a día por las calles del pueblo desde su nacimiento.

Poco a poco los barcos comenzaron a desembarcar y con ellos Lucerys arribó también, el Leviatán no se acercaba demasiado a la costa y de hacerlo solo era por el acantilado junto al castillo, dónde el agua cubría lo suficiente y el lecho marino era más rocoso, por lo que el castaño debía subir a un barco y esperar a que atracara. El primero en recibirlo fue Joffrey, quien corrió para abrazarlo mientras hacía decenas de preguntas sobre la batalla, después sus abuelos y hermanastra se acercaron a recibirlo cálidamente, la gente aplaudía y vitoreaba eufórica por su regreso al ser plenamente consientes de su papel vital en la batalla.

Su abuela le informó que su madre, la Reina, y el resto de la familia arribaría pronto a Driftmark para celebrar la victoria Velaryon, alegrando profundamente a Lucerys. Había pasado un mes desde su partida y mucho más desde la última vez que pudo ver a la mayoría de sus familiares, por lo que, aunque no le interesara particularmente la atención de las personas sobre él, se llenó de emoción.

La celebración fue mucho más ostentosa de lo que el Omega habría podido anticipar, su abuelo se encargó de ello, cada Lord o dama perteneciente a las grandes casas de Westeros estuvo presente o envió a su heredero en su lugar, ahí su madre pronunció un discurso sobre la valentía de los que combatieron, haciendo incapié especialmente en los tres jinetes de dragón que culminaron la batalla sin necesidad de derramar la sangre de sus soldados.

Mientras todos disfrutaban de la fiesta, Lucerys fue abordado por decenas de hombres y mujeres alfa, todos desesperados por conseguir su favor, cosa rara ya que los omegas que no seguían las reglas de etiqueta y comportamiento de su subgénero eran bastantes mal vistos socialmente. Pero él era el heredero de los Velaryon, quienes acababan de reafirmar su poderío con él en la cabeza del asunto, por lo que cualquier líder familiar con dos dedos de frente haría hasta lo imposible para conseguir meterle a su heredero o algún pariente por los ojos, buscando ventajas después del fracaso con la selección de marido el año anterior.

Cuando la multitud comenzó a dispersarse el castaño usó felizmente la distracción que hizo Jace (después de lanzarle muchas miradas de cachorro en busca de ayuda) con el anuncio oficial del embarazo de Baela. Lucerys se escabulló entre la gente vagando con maestría por los pasillos que conocía como las líneas de sus manos. Con un suspiro agotado se deslizó junto a la pared que ocultaba la puerta de un pequeño balcón, ahí el mar golpeaba fuerte debido a las escarpadas rocas de abajo, pocas personas estaban interesadas en acercarse porque el agua fría rociaba sus diminutas gotas y, si te quedabas demasiado tiempo, terminarias con la ropa húmeda y el rostro salado.

Él estaba bastante acostumbrado a la sensación gracias a su tiempo viajando con su abuelo y las recientes monturas sobre la bestia de las profundidades, por lo que se sorprendió bastante cuando otra figura llegó a su escondite, entrecerrando la puerta para evitar miradas. El Velaryon reconoció fácilmente al muchacho, era un poco más bajo que él, con rizos castaños mucho más claros, ojos azules y un rostro un poco más juvenil, Oscar Tully era apenas unos años menor que él y le recordaba bastante a Joff, pero ese muchacho que recientemente había logrado hacerse con el puesto de Lord Tully tras la muerte de su padre, a pesar de las objeciones de algunos de su pariente por ser Omega, transmitía una imagen suave y noble que ocultaba un gran espíritu y una lealtad inquebrantable que demostró al negar el ascenso de su tío Aegon tiempo atrás, luchando en batalla por la verdadera Reina.

El muchacho pareció notar su presencia unos minutos después, cuando se dejó caer al suelo muy cerca de él. —M-mi príncipe, disculpe la intromisión, no sabía que estaba aquí.— se disculpó el joven con una reverencia a medias por su posición, siendo rápidamente detenido.

—No hay necesidad, mi Lord, me alegra la buena compañía después de tanta pompa y fanfarria afuera.— desestimó Lucerys.

—Bueno... Es una fiesta en su honor, así como del resto de buenos guerreros que defendieron nuestros mares.— continuó el menor sin abandonar del todo sus nervios. —Realmente es un modelo de fuerza para los nuestros...— terminó en un susurro.

—Como usted lo fue al luchar por mi madre y su justa causa.— dijo con una sonrisa.— Pero por favor, no seamos tan formales, en estos momentos realmente me gustaría pensar que puedo hacer amigos con normalidad, llámame Lucerys, o Luke, con lo que te sientas más cómodo.

—Me halaga, mi príncipe.— le respondió el castaño antes de notar su error y disculparse. —Lo lamento, uh, es difícil ser tan casual con un alguien de su posición.

—Bueno, tú eres el Lord de una de las más grandes casas de Westeros, creo que es un poco justa la informalidad.— soltó el Velaryon con una ligera risa.

Oscar le regresó la sonrisa, esta vez con el rostro mucho más relajado. —Bueno, sigo siendo bastante inferior en rango, ja, ja.

Hablaron un largo rato, relatando experiencias de batalla, sus incómodas interacciones con todos aquellos que buscaban un matrimonio beneficioso por ser Omegas o desestimaban su capacidades por este hecho, fue gratificante para ambos tener a alguien con quién charlar tan amenamente, libres de los títulos y el peso sobre sus espaldas debido a sus posiciones, fue genial hacer un buen amigo sentados en el piso frío de un balcón, con la brisa humedeciendo sus rizos y enfriando sus rostros.


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⏰ Última actualización: Aug 20 ⏰

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Stronger: Dragon of the seaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora