22. Voices of Doom

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—No es buena idea Corlys, ni siquiera se ha decidido quién será el prometido de Luke, dejar a las casas de los prospectos sin una respuesta será faltarles al respeto.— Rhaenys se había enfrascado en una discusión con su testarudo esposo quien al escuchar noticias sobre la creciente afluencia comercial en las ciudades libres estaba más que impaciente por partir con una pequeña flota a reabastecerse.

—Se enviarán cartas pidiendo su comprensión, unos cuantos meses no los matarán de la intriga y Luke es el heredero del futuro señor de Driftmark, necesita segir aprendiendo.— respondió el hombre mientras seguía con su cena.

—Esto es absurdo, el muchacho tendrá muchos años y oportunidades para seguirte en tus travesías pero justo ahora ya comenzamos con el asunto del compromiso, se debe terminar como es debido.

Con un suspiro cansado el mayor giró el rostro hacia la mujer. —Él aún es inexperto, apenas un adulto que aunque ha aprendido mucho tiene un largo camino por recorrer. Es Omega, no destaca como caballero ni es un navegante curtido, pero es inteligente y entregado, hace todo lo posible para demostrar su valor y haré todo lo posible para convertirlo en eso que él aspira ser, un matrimonio no cambiará su valor para mí, tiene muchos años para casarse y tener su propio heredero, por ahora solo es mi nieto y haré lo que creo mejor para él, lo que opinen otros nobles me importa poco.

Rhaenys sabía que la decisión estaba tomada y no había fuerza en la tierra que detuviera a su marido, además una parte de ella estaba realmente de acuerdo con eso, su nieto quien pasó toda su vida siendo juzgado injustamente por todo el mundo solo por cómo se veía, alejado de sus padres por años y marginado del entrenamiento adecuado en combate por su naturaleza merecía crecer y desarrollarse tanto como la vida se lo permitiera, después de todo ya había demostrado ser más que un simple príncipe o jinete de dragones.

No hubo más discusiones, en pocos días los barcos ya habían zarpado y junto a ellos un joven dragón blanco y rojo y un monstruo acuático.

—¿Por qué no puedo ir con mi hermano?— se quejó Joffrey mientras obsevaba los navíos alejarse por el horizonte.

—Bueno, además del hecho de que tu madre me golpearía si permito que otro de sus hijos vague fuera del continente, tú jovencito, tienes entrenamientos y lecciones que atender.— Laenor sacudió cariñosamente los rizos chocolate de su hijo esponjándolos aún más hasta que su cabeza parecía un enorme nido de pájaros, haciendo sonrojar al joven que se quejó porque "ya no era un bebé" pero para el moreno Joffrey siempre sería su niño de oro, el único que su antigua esposa o padre no habían monopolizado.

El viaje de los Velaryon fue según lo planeado, las semanas por el mar transcurrieron lentas debido a las constantes tormentas, el sol abrazador y la precaria vida en altamar. De vez en cuando Arrax desaparecía volando por algunos días, el dragón volaba a pequeñas isletas cercanas y deshabitadas para descansar su fatiga pues era demasiado grande y pesado para hacerlo sobre la cubierta de los barcos.

Con la luna cambiando en el cielo y el tiempo corriendo viajaron de una ciudad a otra, Pentos, Myr, Volantis, Meeren y Yunkai. Pronto los meses se arrastraron hasta casi convertirse en un año, el último lugar visitado fue Astapor, ahí fueron recibidos por los grandes comerciantes con fanfarria y celebración, se les invitó a quedarse unos días en el lujoso palacio de uno de ellos como muestra de buena voluntad por los tratos comerciales compartidos. Al principio todo fue bastante bueno para Lucerys, no era la primera vez que visitaba el lugar y tener un descanso de las escazas duchas en el barco y lo enclaustrado de su camarote fue una bendición.

Sin embargo, un incidente mancharía su experiencia para siempre. Él era más que consciente de la crueldad de la esclavitud y estaba agradecido que en Poniente todo eso haya sido abolido, sabía que no había mucho por hacer en las Ciudades libres, un continente tan amplio y dividido derivó en una inmensidad de culturas, acumulación de riquezas e injusticias que difícilmente serían erradicadas. Es por eso que trataba de mantenerse al margen, como extranjero no tenía opinión sobre lo que ahí sucedía e incluso si la tuviera no podía expersarla sin perjudicar los intereses de su casa y familia.

De cualquier manera las mayores injusticias nunca habían sucedido frente a sus ojos hasta ese momento, fue una tormentosa noche después de que todos parecieran ir a dormir que el insomnio atacó al castaño, quien cansado de rodar por la cama y observar la lluvia caer tras las ventanas había decidido salir a caminar un rato por los pasillos. Al principio tenía planeado tomar la compañía de su escudo, Ser Erryk, quien se suponía debía estar tras su puerta pero tal parecía se había ausentado unos instantes por lo que al final se dispuso a ir solo, una pésima decisión de que solo se percató cuando ya no pudo encontrar el camino de regreso a la habitación que le habían proporcionado.

Extrañamente no se veía ningún sirviente o guardia por los alrededores como para pedir ayuda, en algún momento en su andar terminó frente a una escaleras que descendían a lo que parecía ser un sótano, había pocas luces y se veía demasiado lugubre y descuidado a diferencia del resto del lugar, no planeaba darle importancia pero entonces un sonido ahogado y débil llamó su atención, parecía el llanto de un niño pequeño. Lleno de dudas terminó bajando a paso lento, tenía los pies ligeros por lo que no había ruido en su andar y las escazas antorchas lo mantenían oculto en su mayoría.

Fue así como al llegar al final del camino y encontrarse con un amplio recinto subterráneo su estómago dio un vuelco estrepitoso al ver lo que ahí había.




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Corto, lo sé.

Stronger: Dragon of the seaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora