03. Two For Tragedy

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“My fallen son
Slumber in peace
Cease the pain
Life's just in vain”


Los siguientes días Lucerys continuó yendo a pasar sus tarde bajo la sombra del Weirwood y Aemond, quien fingía que ese era su lugar de lectura y no la biblioteca comenzó a acompañarlo. Poco a poco las conversaciones fluyeron cada vez más, no eran exactamente las más cercanas y confiadas pero era un comienzo, el mayor incluso aceptó algunos consejos sobre el aprendizaje de un nuevo idioma que Luke tenía para ofrecer.

La estancia de todos se había alargado por petición del Rey, quien le pidió a su hija ayuda con algunas tareas extra sobre el manejo del Reino. Rhaneyra había estado trabajando diligentemente en sus deberes como heredera desde Dragonstone pero Viserys deseaba tener una excusa para tenerla más tiempo cerca.

La reina y la Mano no estaban contentos, Larys no dejaba de susurrar sobre la creciente cercanía de los bastardos de la princesa con los hijos de Alicent, quién estaba más que furiosa y no dejaba de gritarle a sus hijos a puerta cerrada que se mantuvieran alejados de ellos, claro que no servía de mucho pues el Rey estaba completamente complacido con la convivencia de los jóvenes, alentándolos a continuar.

Aegon pasaba horas siguiendo al perfecto principe primogénito de su hermana, Jacaerys era un caballero por lo que nunca se quejaba a pesar de que el mayor hacía todo lo posible para molestarlo, desde abrazarse a su brazo y pasearse por todo el castillo de esta manera o empujar copas de vino contra sus labios, Aegon parecía hablar hasta por los codos y se aporvechaba de su subgénero para coquetearle descaradamente y no ser mandado lejos por el camino más recto, después de todo sabía que el respetuoso Alfa nunca avergonzaría a un Omega, y aunque al principio se negara y se mostrara incómodo él sabía que Jace no le era indiferente.

Baela, Rhaena y Helaena compartían largas charlas y paseos, las mellizas eran buena compañía para la introvertida platinada y no juzgaban sus intereses, la intrépida Baela incluso se daba a la tarea de atrapar algunos bichos curiosos para la Princesa. Daeron parecía complacido con la pequeña sombra de Joffrey tras él, brillando de emoción por todo, sus edades no eran del todo concordantes pues Daeron ya había cumplido quince y Joffrey once pero ambos eran Betas, hijos jóvenes e intrépidos que gustaban de aventuras.

Lo más preocupante para Alicent era la tentativa amistad que se estaba formando en su obediente Aemond y el sucio bastardo que le había arrebatado un ojo, su hijo incluso había desobedecido sus órdenes de alejarse de él poniendo de excusa los deseos de su padre. Lucerys ahora le ayudaba todas las tardes con su valyrio y después conversaban por horas, a veces comían postres que Aemond conseguía, complacido por ver la sonrisa brillante y el olor dulce del Omega al notar los dulces en sus manos.


Con los meses pasando las cosas no hicieron más que intensificarse entre ellos, tuvieron largas conversaciones llenas de las lágrimas de Lucerys dónde le hablaba de su arrepentimiento, las pesadillas que aún lo aquejan de vez en cuando, los ataques de pánico por la sangre que lo hicieron abandonar sus clases de espada por varios años y todo lo demás, al final decidieron dejar el pasado ahí y avanzar.

El contacto vino después, la confianza que poco a poco construían trajo consigo una abertura en el gran hábito afectivo de Luke por el contacto, primero como toques suaves y cortos en la mano o brazos de Aemond que paulatinamente se convirtieron en tomar su mano por largos periodos de tiempo, jugar con sus dedos y palmas, abrazar su brazo, recargarse en su costado o esconder su rostro en el hombro del mayor. Aemond lo tomaba todo como un hombre hambriento, no solo estaba el hecho de que en realidad casi no había recibido afecto real en su vida sino que el maldito lazo y anhelo por Lucerys no dejaba de crecer en su pecho.

Antes de que se dieran cuenta terminaron besándose escondidos entre los estantes de la biblioteca, fue dulce y suave, demasiado contrastante con alguien como el tuerto pero ante los toques de Lucerys se derretía en una suave masa, aunque hacía todo lo posible por verse indiferente. Después de eso los besos se volvieron constantes, cada vez más largos, profundos y llenos de sentimientos, pero cuando una de las manos del Alfa no pudo quedarse quieta en la cintura menuda de Luke y migró peligrosamente a su espalda baja el menor por fin exigió saber el estatus de su relación y qué pasaría con ellos en el futuro.

Él era el heredero de Driftmark después de su padre y estaba obligado a casarse con un Alfa de buena cuna, a pesar de ello aún era joven y no deseaba tal compromiso a esa edad, era un Omega noble además y no podía empañar su reputación con relaciones extraoficiales si no quería traerle vergüenza a sus padres. Aemond entonces prometió pedirle su mano al Rey y después hablar con Rhaneyra, si Viserys estaba de su lado era muy probable que obtuviera una respuesta positiva, Lucerys brilló de felicidad al escucharlo.


Por desgracia antes de que lograra hacer un movimiento de nuevo fueron separados, era hora de que la familia regresara a Dragonstone. La salud del Rey fue en una profunda decadencia después de eso pues sin que nadie supiera la Mano vertía un indetectable veneno en las jarras de agua de su Majestad.

Los meses pasaban y las cartas de Lucerys nunca llegaron a su destino, Larys se encargaba de guardarlas todas bajo llave en su cajonera y fingir que nunca habían llegado, también de hacía lo mismo con las que Aemond intentaba mandar, utilizando un halcón para traer de regreso cada cuervo apenas salía y recuperar el mensaje. Mientras más tiempo pasaba más se llenaba de enojo y traición el Alfa al sentirse engañado y más dolor albergaba el corazón de Lucerys creyendo lo mismo.

De la misma manera pasaba con el resto de hermanos Velaryon e hijos de la reina, Aegon no podía creer que Jacaerys hubiera mentido al decir que lo amaba y deseaba cortejarlo pero la falta de respuestas lo estaba matando, el punto culminante fue recibir una nota presuntamente de su Alfa diciéndole que solo había jugado con él y no quería volver a verlo.

El Omega lloró y se ahogó en alcohol sin saber que eso lo había mandado escribir su abuelo falsificando el sello Velaryon. Esa misma noche Aegon volvió a huir a Flea Bottom después de un largo tiempo lejos de ese mundo, se acostó con el primer Alfa castaño que encontró en el burdel sin preocuparse por tomar té de luna al día siguiente por estar demasiado ocupado bebiendo.

Jacaerys recibió algo similar con la presunta firma de Aegon, pero el Alfa no estaría en paz hasta escuchar a su amado decirlo él mismo así que sin que nadie lo notara escapó esa noche hasta llegar a un área cercana a Kings Landing, rentó un caballo y cubriendo su cabello y rostro avanzó por las calles, tenía pensado entrar al castillo por las catacumbas pero una vista lo hizo detenerse. En medio de la Calle de la Seda observó como Aegon se besaba con un sujeto extraño antes de entrar al establecido de paredes rojas.

Tragándose su dolor y lágrimas dio media vuelta para regresar a casa, no había nada que hacer ahí.

Poco antes de que se cumpliera un año de la partida de la familia de Rhaenyra de la capital algo sucedió en la Fortaleza, el Principe Aegon que supuestamente se había recluido voluntariamente dio a luz a un bebé sietemesino con la ayuda de un solo maestre y unas cuantas criadas, todos amenazados de muerte si decidían hablar de lo visto. Esa noche en un ala casi abandonada el segundo hijo del Rey trajo al mundo a un pequeño bebé que no tenía nada donde debería ir el cerebro, su cabeza se hundía sin cráneo ni encéfalo dejando una dolorosa vista deforme, ojos algo saltones y piel pálida.

El pequeño corazón de la criatura no latía y el maestre sabía que incluso si así fuera no duraría demasiado, el pequeño bebé fue tomado por su abuela y envuelto con mantas fuera de la vista de todos, llevado para ser enterrado discretamente mientras su hijo yacía inconsciente, soñando con un bebé que jamás llegaría a sostener.

Para cuando Aegon despertó su madre le informó que su bebé había nacido sano por obra de los dioses pero habían decidido llevarlo lejos, diciéndole que solo se lo devolverían si al morir su padre tomaba el trono de su hermana para él y la familia. Aún cuando el Omega suplicó, lloró y se arrastró lleno de sangre Otto Hightower no cedió y Alicent tampoco, lo dejaron encerrado en esa recámara al cuidado de las mismas criadas hasta que su cuerpo se recuperó lo suficiente.

Stronger: Dragon of the seaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora