16. The Truth Beneath The Rose

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—Imposible, mi hijo jamás escribió tal cosa, no cuando brillaba de felicidad después de regresar a Dragonstone.— dijo Rhaenyra después de escuchar el supuesto contenido de la carta que llegó a Aegon. —Él te escribió una y otra vez sin respuesta, no puedo olvidar verlo leyendo sus libros junto a las jaulas de los cuervos, esperando por una respuesta que nunca llegó.

—¡Yo le escribí!, ¡Incluso cuando mi caligrafía es pésima escribí para él justo como Aemond hizo a Luke!— chilló el menor. —¡Nuestras cartas no fueron devueltas!

Rhaenyra sacudió sus cabellos lejos de su cara y mordió su labio con frustración. —Alguien se interpuso entre ustedes, intentaban sabotear sus relaciones porque sabían que si se concretaban ustedes no se someterían a los planes para coronarte.

La Reina se levantó de su asiento y caminó en círculos pausados por la habitación. —Tu abuelo y madre siempre hicieron hasta lo imposible por alejarlos de mi, diciendo cosas horribles y llenando sus corazón de miedo. Lo siento, si hubiera actuado más como una buena hermana esto jamás habría sucedido.

—No es solo eso...— dijo Aegon tallando sus lágrimas con rudeza. —El verdadero motivo por el cual me convertí en usurpador es otro, uno más pesado y doloroso.

Rhaenyra volvió su mirada al menor apretando sus manos bajo el pecho, viendo como Aegon se acariciaba inconscientemente el vientre. —Cometí un error, me embriagué y me acosté con un hombre, un simple prostituto de la Calle de las Seda... Ni siquiera recuerdo cómo se veía.

—... Resulté embarazado, lo supe meses después y oculté ese hecho tanto como pude recluyéndome hasta que fue muy tarde para mi madre cuando lo notó, gracias a eso pude traer a mi bebé al mundo.— relató con voz rota y largos caminos húmedos en su rostro. —Llegó antes de tiempo y... Y fue tan doloroso, ni siquiera pude estar consciente al final.

La mayor se acercó a su hermano, volviendo a tomar asiento pero esta vez pegada al cuerpo ajeno para tirarlo contra ella, acunado su cabeza en su pecho.

—N-no pude... ¡Ni siquiera pude escucharlo llorar, verlo o sentirlo antes de que ellos se lo llevaran!— sollozó estrangulado. —Me dijeron que si no tomaba tu lugar jamás podría verlo, era mío, estuvo dentro de mi y a pesar de que no fue egendrado con amor yo lo amé el doble a cambio... Pero aún así, aún así me lo arrebataron. Mis hermanos fueron amenazados con ello también, queremos recuperarlo.

Rhaenyra lo apretó más cerca contra si, soltando su relajante olor. —Lo que te hicieron fue imperdonable, separar a una madre de su hijo es un acto de la peor calaña y escúchame Aegon, haré que hablen del paradero de tu hijo, pagarán con creces lo que te han hecho.

Los sollozos de Aegon dejaron de ser contenidos y un desgarrador llanto inundó la habitación hasta hacer a Rhaenyra soltar lágrimas amargas. Ellos hicieron todo eso, apartaron a dos madres de sus hijos arrebatando a Visenya de ella y al bebé de Aegon de él, era menester que pagaran.

Cuando el llanto de Aegon cesó su hermana lo condujo a su cama, arropándolo con ternura y besando su frente, ella lo arrulló con un una suave melodía de cuna, esa que entonaba para sus dulces hijos cuando algo los inquietaba. Al caer su hermano en el mundo de los sueños la Reina salió del lugar en busca de su esposo, él haría que Otto hablara de una u otra forma, se aseguraría de ello.

Después de que Daemon escuchara la historia una copa de cristal se hizo pedazos en su mano y ellos salieron directo a las mazmorras. El lugar era oscuro, frío y húmedo, lúgubre y desprovisto de paz, al Príncipe Canalla le pareció que era el lugar más apropiado para los bastardos Hightower. Caminaron con toda una comitiva de guardias, Rhaenys y Laenor quienes se unieron en algún punto después de verlos caminar exaltados por los pasillos.

La celda de Otto era la peor disponible, no había siquiera heno en el suelo frío, pequeña y sin un solo haz de luz iluminándola, Daemon se regocijó viendo al imbecil tumbado ahí. —Te vez cómodo.— dijo con ironía, llamando la atención del preso.

—La Reina me horna con su visita.— pronunció el hombre con la voz seca por falta de hidratación, su ropa estaba sucia y el lugar era pestilente por los desechos, su barba estaba tan degarbada como su cabello y la piel se le veía roñosa y mallugada.

—Vine aquí para que me digas dónde está mi sobrino.— le dijo con voz fría la mujer.

—No sé de que-

—No necesitamos tus embustes, lo sabemos todo así que habla antes de que estos hombres te saquen la información con pinzas y cuchillos.— sus ojos amatistas eran tan gelidos como una gema cubierta de escarcha, brillaban peligrosamente y su aroma a Alfa atestaba cada rincón, oprimiendo a Otto más abajo en el suelo.

El hombre apretó los dientes con ira y habló.—Solo eres una pequeña e indigna pu-

Una patada directo al estómago le cayó al hombre haciéndolo toser dolorosamente. —Veo que tomaste una decisión y me alegro que sea el camino más doloroso posible.

—Haz que hable pero no lo mates.— ordenó Rhaenyra a su esposo, eso vendrías después. El hombre hizo una mueca de descontento pero asintió, besó su mejilla y se giró de nuevo hacia el Hightower

La Reina y su escolta, el nuevo Señor de Embarcaciones, y la Mano salieron de la celda para darle a Daemon y los carceleros total poder de la precaria situación de Otto. Los gritos resonaron tétricamente en las paredes de piedra y no pasaron más de veinte minutos antes que que el Principe Canalla saliera con las mangas arremangadas hasta los codos, con sangre bañando sus manos y salpicándole la ropa mientras una mueca apretaba su rostro.

—No existe.

—¿Perdón?— cuestionó la Reina llena de confusión.

—El bebé... Nació sin gran parte de la cabeza, estaba muerto cuando lo sacaron de Aegon.— explicó. —Esos hijos de perra le hicieron creer que vivía para empujarlo al trono, el bebé está enterrado en las catacumbas del Septo.

Rhaenyra se tapó la boca con una mano, el asco y la bilis le subían por la garganta horriblemente. Era hora de que el maldito juicio contra Otto y Alicent Hightower se llevara a cabo, sería a primera hora del alba y no tendrían más a dónde huir.




Stronger: Dragon of the seaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora