Capítulo 33

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Sofía

Me dirijo al baño cierro la puerta y paso el seguro, me despojo de la pijama y de la ropa interior y entro a la ducha, bajo el agua tibia siento un alivio porque ya me comenzaba a doler la cabeza. Termino de ducharme, abro el closet y efectivamente mi ropa está ahí, me decido por un pantalón de chandal y un suéter con mangas tres cuartos, me peino y una vez lista salgo de la habitación, la cual estaba en un pasillo, sus paredes son ventanales que dan vista al exterior, camino hasta llegar a una escalera, bajo lentamente y llego al primer nivel y se despliega ante mi una hermosa sala como muebles modernos y una gran ventana por donde se puede ver un jardín y escuchar el romper de las olas.

A la derecha frente a los muebles una chimenea, giró a la izquierda y está la gran cosina donde Daniel está preparando la cena, me acerco y me siento en un banco junto al mesón.

No quiero hablar, me siento agotada solo quiero comer y dormir, todo esto me agotó mentalmente.

Daniel está muy serio en su papel de cheff me mira y sus azules brillan.

— Ya casi está lista la cena.

— A ver y ¿ Qué vamos a comer?

— Pollo a la plancha, ensalada y como premio papas fritas con salsa de tómate— Y todavía recuerda que me encantan las papas fritas, le sonrío y más que una sonrisa es una mueca, por lo que comenta

— Sigues molesta

—Sabes bien por lo que pase, solo a ti se te ocurre tal cosa.

— Disculpa por eso, en realidad me propusieron esa idea y como te negabas a hablar conmigo, no pude rechazarla.

—¿ Y quién fue el otro complice de esa gran idea?.

— Fueron querrás decir, Gustavo y su prometida.

—Vaya voy a tener cuatro cuerpos a los que tendré que enterrar.

— ¿Cuatro cuerpos?.

— Gustavo, su prometida, Naty y tú por supuesto o ¿ crees que esto se va a quedar asi?— digo molesta.

— Si tú lo dices suerte con eso, pero a mí me entierras tu sabes donde—

Sus ojos se oscurecen y su mirada se vuelve lujuriosa, ruedo los ojos pensando que este hombre está igual que yo, tiene un largo y ardiente verano.

Me sirve la cena con una enorme copa de jugo de fresa, comienzo a comer de verdad estoy famelica, comemos sin decirnos nada, solo nuestras miradas hablan pues no nos atrevemos a pronunciar ninguna palabra.

Terminamos de cenar y ayudo a recoger los platos y los lavo. Volteo y lo veo ahí recostado del mesón viéndome.

— Yo me voy a la habitación, hasta mañana Daniel — Sus ojos están tristes.

— Hasta mañana Nena— Su voz es triste tal como están sus ojos, pero no puedo, no sé cómo volver a él.

Me voy a la habitación y que a dormir y no he podido, no dejo de pensar en que Daniel y yo estamos durmiendo en habitaciones separadas como si fuéramos  extraños.

      "Puta madre"

Ya estoy convencida de que esas terapias se van por el drenaje cuando se trata de Daniel.

Después de dar vueltas y vueltas en la cama y pensando en mi situación y que debo tomar una decisión me pude quedar dormida.

(***)

A las mañana siguiente me despierto desorientada, de pronto recuerdo dónde me encuentro, es temprano el sol se filtra por la cortina, así que decido levantarme, voy al baño hago mis necesidades y luego voy al closet y me coloco un vestido blanco de tela ligera, me queda amplio perfecto para el lugar, unas sandalias bajas y salgo de la habitación, llego a la sala y Daniel no está, voy a la cosina reviso el refrigerador y todavía queda jugo de fresa, así que me sirvo un vaso y me lo tomo.

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