Epílogo

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Un tintineo se escuchó, proveniente del juguete que aquel chico tenía en sus manos, lo movía levemente viendo como los cascabeles se golpeaban entre sí, provocando un ruido poco audible y para nada molesto. Haciendo alusión de que un niño estaba felizmente jugando.

Sus piecitos tocaron el primer escalón para empezar a bajar hasta la primer planta de la casa, y por un momento dejó de prestarle atención al juguete para concentrarse en bajar y no caer en el intento, su pie gordito y pequeño se apoyó con cuidado en el escalón, de ahí comenzó a bajar de poco a poco, puesto que aún era muy pequeño y a duras penas sabía como mantener el equilibrio, lo que menos deseaba era armar un caos.

Sintió su frente sudar frío al ver que le era imposible dar el último paso para por fin estar en el suelo, sin embargo, su manito se aferró con fuerza al juguete y cerrando sus ojos, pensó: "soy igual de valiente que papá." Para después saltar hasta caer al suelo firme.

Soltó una risita al darse cuenta que por fin estaba en la planta baja de la casa, así que afianzó el agarré en su juguete y se apresuró a entrar en la cocina, donde bien sabía que se encontraba su padre.

—¡Papi! por fin pude bajar las escaleras yo solito —gritó, corriendo a jalar de su camisa, el menor hizo un puchero al ver que su padre no le prestaba atención—. ¡Papá!

—Espera, espera —su padre habló, dejando de lado la cuchara para después apagar la estufa. El pelinegro se agachó hasta tomar entre sus brazos el diminuto cuerpo del niño—. Ahora si, ¿qué decías de las escaleras?

—Que... que logré bajarlas yo solito —respiró profundamente antes de seguir hablando—, y que... que casi me caigo, pero pude saltar bien al final.

—Ouh ¿fue difícil? —preguntó el mayor, el bebé hizo un puchero y negó—. ¿Fuiste valiente?

El niño sonrió ampliamente y asintió con rapidez, para después decir—: Sí lo fui, fui igual de valiente que papá y tu.

Jimin sonrió al escuchar las palabras del niño, acarició su cabello con cariño y dejó un beso en la punta de su nariz, el mayor dijo—: Bien, cachorro. Papá está por llegar así que será mejor que órdenes tus juguetes para antes de que él llegué.

—P-pero él siempre juega conmigo cuando llega —reprendió el menor, haciendo un notable puchero.

—Lo sé, pero dudo mucho que hoy quiera jugar contigo —le respondió, viendo como su hijo se ponía triste en segundos, Jimin suspiró y lo abrazó diciéndole—. Jungsoo sabes que Papá siempre juega contigo, pero esta vez dudo mucho que lo haga, él también llega cansado a veces.

—P-pero...

—Nada de peros —le calló el mayor, bajo a su hijo de sus brazos y le dio un leve empujoncito para que fuera a la sala de estar—. Ahora ve a levantar tus cosas.

El pequeño niño asintió y sin decir nada más comenzó a caminar hasta el área donde tenía regado todos sus juguetes. Cuando su padre se iba, y él y Jimin se quedaban solos, siempre trataba de entretenerse con algo.

Porque a ser verdad, Jungsoo era dependiente de Jungkook, mucho más que de Jimin. Quería a ambos padres, pero cada vez que Jungkook salía de casa, Jungsoo se sentía de mal humor, lloraba la mayoría del tiempo, cuando Jungkook se iba por días, Jungsoo se enfermaba y no se recuperaba hasta que volviera a ver a su padre.

A veces Jimin se sentía celoso de ver como su propio hijo, al que dio a luz hace tres años, prefería mil veces a Jungkook que a él, pero claro que también sabía que Jungkook los amaba a los dos, es sólo que todos podían notar lo apegado que era el pequeño cachorro con Jungkook.

rápidos y ¿enamorados? 𖦹 kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora