6. Érase una vez, un amante que había olvidado cómo amar.

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Érase una vez... un amor complicado consumado por hombres heridos.
 
Jungkook golpeó la puerta insistentemente. Golpeó la puerta una y otra, y otra vez... Tras unos minutos haciéndolo, oyó la voz de Yoongi, quien le permitió pasar.

Jungkook lo observó con una mirada iracunda, mezclada con ansiedad e impaciencia. Trató de hablar, pero la voz no le salió de inmediato. Observó a Yoongi sentado en su silla, mirándolo como si lo que había hecho no era ningún crimen.

— ¿Por qué? ¿Por qué has confiscado mis cosas? — observó el cofre y se dio cuenta de que Yoongi había descubierto el falso fondo — No tenías derecho.

— Admito que no debí hacerlo. Enfádate conmigo si quieres y denúnciame al teniente o al coronel, pero era algo que necesitaba hacer... — le dijo — Ese cofre no es solo una caja de cartas jamás entregadas a lo largo de cincuenta años, ¿verdad?

— No...

— ¿Qué es entonces? Dime.

— Es el corazón de mi padre — murmuró y se apresuró a recoger todas las cartas que estaban sobre el escritorio.

— ¿Quién es Kim Taehyung realmente? ¿Cómo es posible que estuvieras enamorado de un hombre que murió treinta y tres años antes de que nacieras?

Jungkook no respondió, no sabía qué responder, simplemente siguió recogiendo las cartas y las guardó dentro del cofre con las lágrimas cubriendo su mirada poco a poco.

— Jungkook — Yoongi detuvo su mano —, mírame y dime la verdad. Si de verdad me quieres, si de verdad... te importo, dime la verdad.

— No puedo hacerlo... No me creerías.

Yoongi suspiró y empujó su mejilla desde el interior con su lengua, estaba perdiendo la paciencia.

— Pruébame.

— No.

— ¿No he sido yo sincero contigo? ¿No he tratado de comprenderte? Siempre he sabido que no podía ocupar el lugar de Kim Taehyung en tu corazón, pero me esforcé... De verdad que intenté ayudarte, pero tú no pones de tu parte.

— ¿Que no pongo yo de mi parte? Has sido tú el que ha violado mi privacidad.

— Guardas los poemas que... te ha escrito — dijo Yoongi poniéndose de pie —, ¡le escribes también! ¡Le escribes sabiendo que está muerto!

— Es mi manera de llevar mi luto, Yoongi — respondió en defensa.

Yoongi apretó el puño y tomó las últimas cartas que había leído, no las que Jungseok escribió antes de morir, sino las que estaban guardadas bajo el fondo falso, junto a los poemas que Taehyung le había escrito años antes de que se enlistara en el ejército.

— ¡Dos de febrero de mil novecientos sesenta, siete de febrero de mil novecientos sesenta, dieciséis de febrero de mil novecientos sesenta, veinte de febrero de mil novecientos sesenta, cinco de marzo de mil novecientos sesenta, veintinueve de marzo de mil novecientos sesenta, cinco de abril de mil novecientos sesenta, cinco de julio de mil novecientos sesenta, siete de agosto de mil novecientos sesenta!... ¡Mil novecientos sesenta, mil novecientos sesenta, mil novecientos sesenta...! ¡Mil novecientos sesenta y uno, mil novecientos sesenta y uno, mil novecientos sesenta y uno! ¡Dos, cuatro, diez, dieciocho, treinta de enero de mil novecientos sesenta y dos! ¡Veinte de febrero de mil novecientos sesenta y dos! Ocho de marzo... de mil novecientos sesenta y dos... — contempló la última carta, escrita el día anterior — Le has dicho que lo amabas, que lo amabas más que a nadie y a nada en el mundo... Ayer.

Con sus trémulos labios, Jungkook respondió: — Perdón...

— ¿Perdón? ¿Es lo único que vas a decir? ¿"Perdón"?

Érase una vez, un amante hechizado (Taekookgi) [Fin.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora