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"AGENCIAS INDEPENDIENTES: ¿ES NECESARIO UN MAYOR CONTROL?"

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"AGENCIAS INDEPENDIENTES: ¿ES NECESARIO UN MAYOR CONTROL?"

—¿Por qué, Lucy? —pregunto Lockwood—. ¡Es que no lo entiendo! Sabes que un agente debe informar cualquier objeto que encuentre. Eso va para ti tambien, Marianne. Sobre todo, si está estrechamente relacionado con un Visitante. Hay que ponerlos a buen recaudo.

—Ya lo sé.

—Hay que envolverlos con hierro o cristal plateado hasta que se puedan estudiar o destruir.

—Lo sé.

—¡Pero tú vas y te lo metes en el bolsillo sin mencionarnos nada ni a George, Marianne ni a mí!

—Sí. ¡Ya he dicho que lo siento! Nunca había hecho nada parecido.

—Entonces ¿por qué ahora?

Lucy inspiro hondo, con la cabeza gacha. Durante los primeros minutos que duro la reprimenda se dedico a garabatear de mal humor en el mantel de pensar. Dibujo una chica, una chica delgada con un vestido de veranos pasado de moda, el pelo suelto y desmelenado alrededor de la cabeza, y unos ojos enormes y vacías. Lucy apretaba el bolígrafo con fuerza, así que seguramente había dejado surcos en la mesa.

—No lo sé — refunfuñó—. Todo ocurrió muy rápido. Tal vez fue por el fuego, quizá solo quería salvar una parte de ella, para que no quedara olvidada por completo...— dibujo un enorme girasol negro en medio del vestido—. La verdad es que casi no recuerdo haberlo tomado. Y después... Lo olvidé.

—Será mejor no mencionar nada de esto a Barnes —comentó George—. Se pondría hecho una furia si supiera que te has paseado la vida tranquila por todo Londres con un Visitante peligroso en el bolsillo y sin tomar precauciones. Lo único que conseguiríamos es darle mas argumentos para que cierre la agencia.

George extendía con petulancia otra cucharada de crema de limón sobre el pan tostado. Sí, George estaba en plena forma esa mañana, más contento que un hámster en su rueda. Estaba pasándosela en grande a costa de Lucy.

—¿Qué se te olvidó? —dijo Lockwood—. ¿Y ya está? ¿Esa es tu excusa?

Nunca había visto dos personas con una similitud en su carácter enfrentarse. Así que cuando Lucy levantó la cabeza y se retiro el pelo hacia atrás solo quise hacerme a un más pequeña en la silla del comedor.

—Sí —contesto—, y si quieres saber por qué, te lo diré. Para empezar, seguramente el agobio de estar en un hospital no me dejó pensar, y luego tampoco pude hacerlo de lo preocupada que estaba por ti y por Marianne. Y, de hecho, no tenia motivos para creer que el collar fuera peligroso, ¿no? Acabábamos de encargarnos de la Fuente.

—¡No! —Lockwood clavó un dedo de la mano en el mantel—. ¡He aquí la cuestión! ¡Eso creíamos, pero no es así! No nos habíamos encargado de la Fuente, Lucy, porque es obvio que la Fuente está ahí.

𝐋𝐎𝐂𝐊𝐖𝐎𝐎𝐃 & 𝐂𝐨 & 𝐌𝐀𝐑𝐈𝐀𝐍𝐍𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora