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—HABITACIONES o pasadizos, sí

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HABITACIONES o pasadizos, sí. —George se recolocó las gafas y nos soltó una parrafada—: ¿Recuerdan la historia de Fairfax sobre la fatídica expedición Fittes de hace treinta años? Para mí, esa es la prueba definitiva. Encontraron dos muertos en la Habitación Roja. El tercero, el chico, desapareció. Por lo que sabemos hasta el momento, los fantasmas no se comen a sus víctimas, así que ¿dónde está? —Indicó un lugar del plano con un dedo regordete—. Aquí. En alguna parte, dentro de esa pared excepcionalmente gruesa. El chico encontró la entrada y un Visitante, tal vez el Visitante alrededor del que gira todo esto, lo encerró. El chico nunca regreso, sigue ahí dentro, y apuesto tres de las mejores donas de chocolate de Arif que también es ahí donde se encuentra la Fuente.

Nos quedamos mirando el plano, envueltos en el pequeño círculo de luz del farol mientras el mar de niebla fantasmal rompía contra su orilla. Lockwood había bajado la cabeza y tenía las manos enlazadas con fuerza. Estaba absorto en sus pensamientos.

—Bien, tengo algo importante que decir— anunció, al cabo de unos instantes.

—No será otra vez sobre los libros de recortes de Fairfax, ¿verdad? — le advirtió Lucy.

—No. Escuchen. George, como es habitual, tiene razón. Es probable que la Fuente de Combe Carey se esconda en esa pared. Para encontrarla, tendríamos que hallar la entrada, y casi seguro que está en la Habitación Roja. Bien, tal vez algunas de las historias sobre la mansión no son más que cuentos chinos. Sin ir más lejos, no creo que haya nada de cierto en ese cuento de la Escalera de los Alaridos, pero la Habitación Roja es algo muy distinto. Todos notamos el ambiente que se respiraba junto a la puerta. Entrar ahí no es ninguna tontería—Levantó la cabeza y nos miró, primero a uno y luego al otro—. Sin embargo, no estamos obligados a hacerlo. Lo dijo el mismo Fairfax. No es necesario que entremos en esa habitación. Solo por haber venido hasta aquí hemos ganado lo suficiente para cubrir los daños causados en el incendio de Sheen Road. Fairfax ya ha pagado, lo comprobé con el banco cuando llegamos. De acuerdo, podemos sacar mucho más si encontramos la Fuente, pero no es imprescindible. La agencia seguirá delante de todas formas.

—¿Estás seguro? —dijo George—. ¿Cuántos casos esperas conseguir exactamente, Lockwood? Aparte de la oferta sorpresa de Fairfax, nuestra reputación ha quedado reducida a cenizas. Además de que pienso que si hacemos algo mal aquí, Fairfax investigará sobre todos nosotros y cuando el mundo se enteré que hemos traído a una aprendiz con nosotros sin supervisión de un adulto al igual que a otros casos, seguro nos cierran.

Lockwood no intentó negarlo.

—No hay que preocuparnos, seguro que Fairfax investigo antes de cada uno de nosotros y no tuvo problema alguno con dejar pasar a Marianne. Pero como ya he dicho otras veces, necesitamos un gran éxito que cambie las cosas—contestó, tranquilo—. Es evidente que podríamos solucionarlo resolviendo el asesinato de Annie Ward, y estamos muy cerca de lograrlo gracias a Marianne y Lucy. No obstante..., no es seguro. —Suspiró—. No logro dar con la ultima pieza. En cuanto a lo de encontrar la Fuente... Bueno, desde luego es otra opción, aunque arriesgada. Lo que sea que se oculta en este lugar es tremendamente poderoso. —Se recostó en la silla y sonrió. Y esa vez no se trataba de esa sonrisa que emitía un megavatio, la que obedecías a tu pesar, sino de una amplia, cálida y cordial—. Ya me conocen—prosiguió—, creo que estaríamos a la altura, pero no voy a intentar convencerlos. Si prefieren evitarla, me parece bien. Ustedes deciden.

𝐋𝐎𝐂𝐊𝐖𝐎𝐎𝐃 & 𝐂𝐨 & 𝐌𝐀𝐑𝐈𝐀𝐍𝐍𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora