A PRIMERA HORA de esa misma tarde, los chicos habían interrumpido mi tercera hora de clase para dar un paseo. Yo aún llevaba puesta mi bata de laboratorio, mis botas de protección marrones y debajo el pantalón de mezclilla y la camisa de algodón azul de la escuela. Era agradable volver a salir, pero no tan agradable porque estaba interrumpiendo otro día de clases. Todos notamos el cambio, nos animamos. Todos ellos se habían vestido de manera informal, excepto yo, que parecía y era una colegiala. Lockwood llevaba un abrigo largo de piel marrón que acentuaba su delgadez y sus largas zancadas. George vestía una chaqueta abultada espantosa, con una cinturilla alta y elástica que acentuaba su trasero, y Lucy usaba un abrigo jersey de cuello vuelto, falda corta y oscura y mallas. Todos íbamos con nuestros estoques, aquello junto con los cortes y los cardenales de la cara, era lo que determinaba nuestra profesión y nuestra posición, al fin me sentí orgullosa de lo que me estaba convirtiendo.
El tren de la línea Jubilee iba lleno y se respiraba un aire cargado del olor dulzón y protector de la lavanda. Los hombres llevaban ramilletes en los ojales y las mujeres los lucían en los sombreros. Broches y alfileres de corbata de plata lanzaban destellos por todo el vagón bajo las luces de neón. Permanecimos callados y serios mientras el tren traqueteaba por los túneles durante los cinco minutos que duró el trayecto hasta Green Park. Nadie hablaba. Todas las miradas nos siguieron cuando nos apeamos y echamos a andar por el andén.
George había ojeado el diccionario de latín durante el viaje, igual que yo mis apuntes de microbiología y química inorgánica para mi siguiente examen. Subimos por la escalera mecánica cuando se sacó el lápiz de la boca e hizo una última anotación en un trozo de papel.
—Vale, he hecho lo que he podido—anuncio—. Es Tormentum meum, laetitia mea, ¿verdad? Bueno, tormentum significa «tormento o tortura.» Laetitia es lo mismo que «alegría o dicha.» Tanto meum como mea significan «mí.» Así que, según mi traducción, en el medallón pone: «Mi tormento, mi dicha.» —Cerró el diccionario de golpe —. No parece un mensaje de amor demasiado alentador, ¿no?
—Coincide a la perfección con lo que sentí, con lo que vi — dije con brusquedad—. No era una relación sana. Siempre pasaban de un extremo al otro. La mitad del tiempo eran más o menos felices, y la otra los consumía el rencor y los celos. Y al final...
—No le des más vueltas, Marianne—dijo Lockwood—. Tú ya has cumplido con tu parte, ahora nos toca a los demás. ¿Cuánto tiempo calculas que tendremos que estar en la hemeroteca, George?
—¿Iremos a la hemeroteca? —pregunte con emoción. Estuve tan concentrada en mis apuntes que no me fije que era el mismo camino que tomaba para venir a la hemeroteca y conseguir mejor información para mis proyectos de investigación.
—No mucho— contesto George—. Volveremos a repasar los periódicos locales, empezando em la fecha que lo dejé. Si hay algo más sobre Annabel Ward, como, por ejemplo, si llegaron a detener a alguien, lo encontraremos enseguida. Luego también podemos consultar las revistas de cotilleos... Decía que era una chica asidua a las fiestas de sociedad.
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𝐋𝐎𝐂𝐊𝐖𝐎𝐎𝐃 & 𝐂𝐨 & 𝐌𝐀𝐑𝐈𝐀𝐍𝐍𝐄
Fanfiction𝐋𝐎𝐒 𝐕𝐈𝐒𝐈𝐓𝐀𝐍𝐓𝐄𝐒. 𝐋𝐈𝐁𝐑𝐎 𝐈 𝐌arianne nunca ha hecho nada que le ponga los pelos de punta, su vida se reduce a estar en la escuela e ir a la universidad, aunque tiene un don que la haría ser l...