BDSM ¿Quieres ser mi Sumiso? | MINSUNG

Capitulo 4

Minho estaba nervioso, sin embargo estaba decidido a disfrutar esta noche.

Es por ello que hizo un poco de ejercicio en un pequeño gimnasio instalado en su departamento.

Cocinó algo delicioso y sano.

Una hora antes decidió que era buena idea tomar ya su ducha, lavar bien su cabello que estaba ya un poco largo, afeitarse su vello facial, y también el de sus partes íntimas, más que por dar una buena impresión lo hacía por higiene, ya que así se sentía cómodo.

Se colocó una pantalón de vestir negro holgado que caía sobre sus caderas, con una camisa blanca manga larga, las cuales dobló hasta por debajo de sus codos.

Zapatillas blancas deportivas que le daban un toque casual, pero elegante.

Preparó un bolso de manos con algunos accesorios nuevos que había comprado solo por el gusto de coleccionarlos.

Esposas, antifaz, un pequeño látigo, lubricante y condones.

Con todo eso listo bajó al parqueo subterráneo del edificio y partió hacia el hotel.

Sorpresivamente eran las 5:30 p.m cuando llegó al hotel en el que había realizado la reservacion.

Fue recibido por el ballet parking para estacionar su auto.

Cruzo el lobby del hotel, hacía recepción, donde una trabajadora le brindaría la tarjeta de la habitación.

La recepción estaba llena así que le tocaría esperar, y como estaba temprano aun, decidió sentarse en los sofás que formaban una pequeña sala en el lobby del hotel.

Un chico llamó su atención.

Estaba sentado al otro extremo del sofá.

Vestia un suéter oversize color rosa pálido, unos pantalones de mezclilla junto con unos mocasines, y como para ponerle la cereza al pastel, llevaba una boina blanca.

Una total belleza.

Es totalmente mi tipo -pensó-

El chico revisaba muy entretenido su teléfono sin prestar atención al exterior, o al menos eso parecía.

Minho pudo ver como sus labios se fruncian al observar la pantalla, haciéndolo ver adorable.

Sin poder evitarlo, sonrió.

Demonios, qué le pasaba. Estaba a punto de cogerse a otro tipo en una habitación allá arriba y aun así no podía quitar los ojos de encima a aquella adorable e inocente criatura.

Pero que equivocado estaba, porque de adorable aquel chico sólo tenía la apariencia.

Y eso Minho estaba a punto de descubrirlo.