CAPÍTULO I

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Cuando descendieron de aquel sofocante, oloroso y viejo camión, Christian sintió el abrasador calor del sol sobre sus hombros y no pudo evitar preguntarse ¿Cómo era que su padre había extrañado tanto este lugar por tanto tiempo?, observó un par de perros acercándose hostilmente levantando un muro de polvo, dió un paso atrás y recordó de pronto aquellas palabras que su padre le dijo alguna vez, "Cuando un perro se acerque hostilmente hacia ti, no retrocedas, planta bien tus pies en el suelo y no muestres temor", el resultado según él sería que él animal cedería el ataque y se alejaría, pero por alguna extraña razón eso no ocurrió y dió paso al desconcierto, retiró los lentes oscuros que según su madre solo le hacían lucir mayor y de pronto los animales se detuvieron y en un flojo gruñido retrocedieron, su asombro fue inmenso, que sabias palabras aquellas de su viejo, '' ¿Su viejo?", ese lugar tan pronto parecía influenciar su léxico. Las palabras de su madre distrajeron sus pensamientos y a punto de colocarse nuevamente los lentes le advirtió, "Yo no haría eso si fuera tú'', Christian sonrió y caminó a prisa trás su madre con la emoción a flor de piel para mencionarle la extraordinaria enseñanza de su padre. ''Tienes razón tu padre era un ser extraordinario, pero lo que acaba de pasar es más simple, todos los seres vivos temen a lo desconocido y en los animales el instinto de supervivencia los hará reaccionar hostilmente, ¿Cuántas personas en este lugar ves lucir como tú?'', Christian sonrió nuevamente, "También eres extraordinaria mamá".

El lugar se veía solitario, sus tenis tomaron un color grisáceo por el polvo y por su frente comenzaron a resbalar gruesas gotas de sudor, miró a su madre con la intención de preguntarle cuánto faltaba por llegar, pero dando un enorme suspiro ella se detuvo y resolvió la duda, se detuvieron frente a un enorme e imponente portón de madera, con grandes y detallados acabados, la barda que lo sostenía era en su totalidad de piedra y la adornaban grandes enredaderas, la recorrió rápidamente con la vista buscando un timbre mientras su mamá tomó la aldaba y golpeó en tres ocasiones. Christian abrió la boca con asombro al mismo tiempo que se abría la puerta y vio ese rostro gentil y sencillo, grandes y dulces ojos negros, morena y de amplias caderas, su cabello negro recogido en dos gruesas trenzas, labios carnosos y definidos. "Buenos días soy Miranda, tú debes ser Azu", "tía Miranda buenos días, bienvenida", las palabras interrumpidas de su madre rompieron su asombro y sonrió, al entrar y ver el hermoso y cuidado jardín recordó a su papá y lo mucho que él amaba esos paisajes, fue el primer paso para empezar a entender su añoranza por ese lugar.

La noticia fue impactante, la razón por la que se les había requerido jamás la hubieran imaginado, un año lejos de la ciudad, sin todas las comodidades acostumbradas, en un pueblo pequeño, solitario, alejado de la tecnología y de las distracciones acostumbradas para poder recibir la herencia del abuelo, una cantidad para nada despreciable en efectivo y propiedades que les hacía mucha falta ahora sin su padre. Se vieron con la duda en los ojos, "Necesito salir un momento", "Pero no conoces el lugar", Christian solo se encogió de hombros y su madre no dijo más. Caminó hacia la puerta en silencio, "¿quieres que alguien te acompañe?", Azucena volteó dispuesta hacia Christian quien agradeció y negó con la cabeza.

El paisaje era relajante, abundante en vegetación, el sutil ruido del viento se mezclaba con el de los animales, podía respirarse un aire puro, limpio, y fresco, había caminado por varios minutos cuando escucho algo parecido a un fuerte murmullo y caminó en esa dirección, el asombro fue enorme y la sorpresa increíble, el río era ancho y caudaloso, el agua cristalina y salvaje, su correr como un rugido y sus orillas tranquilas y relajantes, esa nueva experiencia era abrumante, avanzó un poco por la orilla en dirección de la corriente con la mirada fija en el agua pero al voltear hacia el frente tuvo que detenerse en un salto, su corazón latió con fuerza mientras sus labios se separaban ante el asombro, sentada en una piedra con la mitad del cuerpo cubierta por el agua una mujer mojaba con ambas manos sus rizos perfectos, su vestido blanco casi transparente por el agua se pegaba a su cuerpo acentuando un poco más sus encantos, Christian pasó saliva suspirando agitadamente y sorprendiendo a la joven, aquellos ojos oscuros e intensos se encontraron con los de Christian quien inmóvil se perdía en ese rostro y en esos labios rosa, su piel morena clara brillaba con el sol mientras se ponía de pie intentando cubrirse un poco con los brazos. "¿quién es usted?, su voz era tan gentil como su figura y Christian contestó entre un leve tartamudeo, la mirada de la joven le recorrió de pies a cabeza. "Sí se nota que no es de aquí, no debería salir sola", Christian había recuperado un poco de tranquilidad y se disculpó por la sorpresa, mientras la joven había empezado a avanzar hacia la otra orilla del río sin quitarle la vista de encima, Christian desvió la mirada provocándole a aquella chica una leve sonrisa, "No se preocupe, ya me iba", sacando un poco de valor se atrevió a preguntarle su nombre, la chica se dio media vuelta moviendo la cabeza, "Si nos encontramos una segunda vez quizá se lo diga, regrese con cuidado". Algo raro había pasado dentro de Christian, la joven había desaparecido y la sorpresa había acabado, pero el corazón aún le latía con fuerza, por más que lo pensara Christian solo quería decirle a su madre que tenían que quedarse.

"Hola y bienvenidos, espero que disfruten esta historia tanto como yo disfruté escribirla, lo hago por afición porque desde que tengo uso de razón mi mente no se calla, empecé a escribir solo para mí a manera de desahogo, me costó mucho dejar que otras personas leyeren mis historias, pero fue precisamente por la opinión y apoyó de esas personas que por fin me animé a mostrarlas, esta es la primera historia que escribí y por ende es muy especial para mí, no soy una profesional por lo que espero disculpen errores ortográficos o de redacción. ¡Gracias!".

Huir o morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora