~ El despertar ~

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Me desperté por los rayos de sol que atravesaban la ventana, y me extrañé al ver unas paredes grises y unas sábanas naranjas. Mis pulsaciones se dispararon cuando noté que mi cabeza estaba apoyada en el pecho del rubio cenizo, y podía escuchar cómo su corazón latía tranquilamente. Su mano descansaba en mi cintura. Con mucho cuidado aparté su mano de ahí y me incorporé en la cama, dándome cuenta de que Bakugo se había desecho de su camiseta en la noche. No pude evitar admirar su trabajado torso descubierto.

Me levanté de su cama y lo miré. Una sonrisa se formó en mi rostro al recordar lo que la rubita había hecho por mí aquella noche. Salí de su habitación cerrando la puerta con cuidado y entré en el cuarto de invitados donde Mina dormía profundamente. Me tumbé en la cama de al lado y cerré los ojos.

Bakugo pov:

Era la maldita tercera vez que me despertaba en la madrugada. Miré fulminante a mi izquierda, de donde provenían los sonidos. Estaba deseando despertarla a gritos cuando me di cuenta de que estaba teniendo una pesadilla.

- Shigaraki... P-para... No la toques... Por favor - murmuraba.

Me acomodé boca arriba en la cama y pasé mi brazo bajo su espalda para acercarla a mí. Con ayuda de mi mano apoyé su cabeza en mi pecho y comencé a acariciar su espalda lentamente, como había hecho horas atrás, calmándola. En el momento en el que se tranquilizó dejé mi mano descansar en su cintura.

¿Por qué tan amable?

Porque si, me apetecía y punto. Tampoco te pongas a imaginarte cosas raras.

Claro, claro.

Ojalá pudiera hacerte explotar maldita consciencia.

Cerré los ojos, pero los volví a abrir unas horas después. Esperaba encontrarme a Tn dormida a mi lado, sin embargo, la cama estaba vacía. Supuse que había ido a la cama de la habitación de invitados.

Subí los brazos apoyando mi cabeza en la palma de mis manos, y suspiré. Seguía confuso. ¿Qué mierda podría haberle pasado para que estuviera de esa manera? ¿Y por qué demonios se me revolvió el estómago cuando la vi así?

Giré la cabeza al notar movimiento en la puerta. Estaba completamente loco. Incluso tenía alucinaciones con ella.

Tn estaba apoyada en la pared mirándome.

- Los chicos me han dicho que te despierte - se cruzó de brazos.

Vale, no era una alucinación, era real.

- Aunque veo que ya estás despierto.

- ¿En serio? Ni en un millón de años me habría dado cuenta - aporté con sarcasmo.

- Vamos, te esperan abajo.

Caminó con seguridad hacia la ventana y echó las cortinas a un lado. Cerré los ojos y me tapé la cara de inmediato quejándome de la luz del sol. Tn agarró mis manos y las apartó de mí.

- Levanta.

Soltó mis manos y fue hacia mi silla. Me incorporé de la cama a tiempo para recibir el impacto de mi camiseta.

- Y ponte algo.

- No me gusta que me den órdenes.

- ¿Si? No sabes que pena me da - me sonrió burlonamente y salió por la puerta.

Todo volvía a ser como antes.

.......................

- Hasta que llegas Bakubro.

Los extras estaban en la cocina desayunando, y la bruja hablando con mi padre. Pasé por al lado, y vaya collejón que me metió la vieja.

- ¡Tenías a tus amigos esperando, zoquete!

- Que si, que si - me rasqué donde me había golpeado y escuché unas risitas de la extra - Calla - dije molesto.

Ella, en cambio, asintió e hizo el gesto de cerrase la boca con una cremallera. Agitó su mano para que tomase la llave invisible. Yo levanté el dedo del medio y rió. Simplemente negué con la cabeza.

Y sonreíste.

Negué con la cabeza, Y YA.

Pasaron unos minutos hasta que los extras salieron de mi casa con sus cosas, y la vieja no podía cerrar la boca.

- No te lo tomes a mal, pero no sabía que tenías tantos amigos - informó más contenta de lo que podía soportar - Y tienes unas amigas TAN guapas, de hecho pensé que alguna era tu novia.

- ¡¿QUÉ?! ¡NO! ¡Qué asco! - me sacudí para alejar esos pensamientos.

- Por favor, ni que tuvieses 5 años. Las chicas no son parásitos, ¿sabes?

- Lo son.

- ¿Seguro? Porque creo que no pensabas lo mismo de aquella colegiala - levantó una ceja.

- Eso es distinto - me di la vuelta para secar los vasos en la cocina.

- Pero sigue siendo una chica - me siguió para continuar la conversación.

- Si, pero ella te salvó del desgraciado que quería secuestrarte. Además, fue cuando tenía 11 años, y no me interesé porque fuese una chica, sino por lo que hizo.

- Vale vale, tu ganas. Que terco me has salido - aceptó la derrota de mala gana y se fue a la sala de estar.

En realidad creo que esa fue la razón por la que ayudé a la enojona con su ataque raro. Después del intento de secuestro de la bruja me daban ataques parecidos cuando pensaba que no podía ayudarla. Supongo que me sentí algo identificado y la calmé como la vieja hacía conmigo hace unos cuatro o cinco años. Nunca pensé que llegaría a verla tan débil, tan... frágil.

Recordar su cara empapada en lágrimas pidiendo ayuda porque no podía respirar hizo que se me encogiera el estómago.

¿Asustado, Katsuki?

Mierda, ¿No tienes un puñetero botón de apagado?

Cansado de lidiar con mi consciencia subí las escaleras y me tiré en mi cama. Cerré los ojos.

- "Bakugo, gracias. Por todo" -  su voz sonó en mi cabeza repitiendo lo que había dicho antes de quedarse dormida esa noche, y volví a abrir los ojos al instante.

Agarré uno de los cojines de mi cama y lo lancé con fuerza al suelo, sintiéndome frustrado.

Joder, ¿Ahora qué mierda me pasa?

Tn pov:

Me despedí de los chicos en la puerta de mi casa. Abracé a Hanta y después a Kirishima, pero por alguna razón pensaba en el pomeranian y en cómo sus manos habían recorrido delicadamente mi espalda para calmarme.

¿Era raro pensar en lo agradable que había sido bombitas? En cierto modo sería normal lo que hizo, ¿No? Yo estaba bastante mal. Por otro lado, ese rubio explosivo no nos ayudaría en la vida, entonces ¿Por qué lo hizo?











¡Baja los humos, rubita! (Bakugo x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora