O1

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Si Haerin tuviera que definir su vida, diría que era trágica y horrible.

Bueno, quizás no horrible. Trágica sí. Tener diecisiete años y ser una híbrida de ardilla no era tan trágico, pensaba, aunque estuviera al final de la cadena alimenticia, lo que significaba ser atormentada por otros híbridos carnívoros, o más grandes, o más salvajes, que abusaban con facilidad de ella.

El problema era mucho más sencillo que eso: era una híbrida de ardilla que estaba gordita. Rechoncha. Bolita. Como quieras llamarle.

El punto es que estaba con un poco de sobrepeso y eso la hacía más objeto de burlas que el resto de híbridos herbívoros, como Hyein, que era una híbrida coneja algo hiperactiva, pero al menos era delgadita y bonita, y cuando le iban a agredir, siempre ponía ojos enormes e inocentes, lo que hacía que sus verdugos se sintieran mal, y se transformaba en una bolita de nieve que salía corriendo antes de que pudieran hacerle daño.

Haerin sólo provocaba disgusto y burlas, aunque al menos no golpes. Eso era una ventaja.

Miró su reflejo en el espejo, disgustada con su propia visión de sus mejillas regordetas, y trató de sonreír, pero sólo logró que sus mofletes se vieran como si estuvieran llenos de nueces. Terminó por fruncir el ceño con odio hacia sí misma.

―Te ves bonita hoy, Haekie ―dijo Hyein con sus orejitas caídas, sonriendo y mostrando sus dientes delanteros, su colita blanca y esponjosa asomándose en su trasero.

Haerin miró su propia cola en el reflejo del espejo: castaña, larga y levantada, también esponjosa, y la abrazó antes de darse vuelta, con sus propias orejas pequeñitas ocultas por su cabello desordenado.

―No digas eso ―dijo con desánimo―, me veo horrible. Estoy gorda y fofa y llena de grasa por todas partes, soy feísima.

Hyein dio un salto y la abrazó, provocando que Haerin tuviera que devolverle el abrazo para que no cayera al suelo.

―¡Mentira! ¡No mientas, Unnie! ―Lee la agarró de las mejillas―. Eres una ardillita muy bonita, ¡tu alfa será muy afortunado, Hae Unnie!

Ah, sí, y sumado a todo eso, era una ardilla omega.

Refunfuñó, dejando a Hyein en el suelo para salir del baño e ir a clases, odiando al mundo por hacerla de esa forma. Desde que tenía memoria que recordaba ser así, regordeta, y siempre decía que bajaría de peso los lunes, pero luego veía las avellanas y se atragantaba con ellas, importándole poco seguir subiendo de peso.

La verdad era que Haerin trataba de no tomarle tanta importancia, sin embargo, las cosas se arruinaban cuando llegaba al colegio y todos se reían de ella. En especial los híbridos carnívoros alfas, que estaban ubicados en la cúspide de la cadena alimenticia.

Haerin los detestaba a todos. O bueno... A la mayoría, porque una híbrida carnívora era una de sus amigas, aunque no era alfa, sino omega.

Yunjin entonces apareció, con su colita de zorro asomándose de su culo, con una sonrisa enorme pintada en su rostro.

―¡Holaaaaaaaaaaa! ―las saludó con emoción.

Hyein corrió a esconderse detrás de Haerin al ver que Yunjin parecía a punto de lanzarse sobre la conejita. Lee era bastante asustadiza con los ruidos repentinos.

―Hey ―respondió Haerin, acariciando el cabello de la menor para que se relajara―, ¿qué ocurre, Jinnie?

―¿Me extrañaron? ―preguntó la rubia, moviendo su cola y comenzando a olisquearlas―. Hoy huelen muy bien.

Al inicio, cuando Yunjin decía esas cosas, ellas realmente se asustaban mucho, pues pensaban que quizás era una indirecta para comérselas. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que sólo lo decía como una especie de halago. A Yunjin le gustaba oler a la gente.

wild chipmunk; catnipzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora