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Minji estaba mirando a su presa, escondida entre el alto césped del patio escolar. Sus ojos seguían los movimientos del pequeño animalito a metros de ella, una bonita ardillita que estaba abrazando un aguacate, tan concentrada en su alimento que no se percató de la azabache tan cerca de ella.

La pantera no lo pensó más y se lanzó a atacar a su presa, su cola sacudiéndose en el aire. La ardilla se dio cuenta tarde de lo que estaba ocurriendo, pero ya no tenía escapatoria, así que recurrió a su último y desesperado recurso: hacerse bolita.

Kazuha suspiró al ver la escena ante ella. Minji, en su forma de pantera, tenía a Hae entre sus patas delanteras, lamiendo su pelaje. La ardillita parecía algo asustada, sin embargo, abrazaba y seguía comiéndose el aguacate.

―La próxima vez la matará de un infarto —dijo Yunjin, sentada a su lado.

―Minji es un poco idiota con su cortejo ―aceptó Kazuha, guardando el recipiente donde llevó su comida en el interior de la mochila―. Um, ¿cuándo volveremos a cazar conejos? ―le preguntó con un poco de torpeza.

Yunjin sonrió con felicidad. De su grupo de amigas, ella era la que iba avanzando más lento con Kazuha, y es que la híbrida de perrito todavía no le pedía que fueran novias. Estaba un poco preocupada de no gustarle lo suficiente a la chica, sin embargo, sus miedos se esfumaban cuando la invitaba a citas. ¡Tal vez la japonesa quería que se conocieran bien antes de dar el gran paso!

―¿Es una indirecta? ―preguntó, coqueta. Kazuha parecía desconcertada―. ¿Iremos a hacer lo que la sucia conejita Hyeinnie hace con su novia?

Kazuha enrojeció, pero antes de poder decir algo, alguien más habló:

―¡¿Qué estás hablando de mí, Yunjin?!

Huh saltó de su lugar y la ardillita Haerin se asustó por el gritó. Un puf resonó y ya no había un animalito, sino una chica de dieciséis años, algo aturdida. Minji, en su forma de pantera, gruñó, y ahora Hyein saltó con espanto a los brazos de Danielle, que la agarró para que no se cayera.

Otro puf y Minji apareció en su forma humana.

―¡Me dejaste la cola pegajosa! ―se quejó Haerin, acariciando su esponjosa y enorme colita de ardilla.

―¡YUNJIN! ―volvió a gritar Hyein, recuperando la valentía―. ¡¿QUIÉN TE CREES QUE ERES PARA HABLAR ASÍ DE MÍ?! ¡SOY UNA NIÑA!

La híbrida de zorrito se veía desconcertada.

―¡Tu amiga! ―dijo, como si fuera obvio―. Ay, no te hagas la mojigata, Hyeinnie. Todos sabemos que Danielle y tú hacen cosas sucias, ¡ya de inocente no te queda nada!

―¡Eres una estúpida e irrespetuosa!

―¡Hyeinnie tiene fetiche con lobos! ―se rió la rubia, antes de voltearse a Haerin, que limpiaba su colita―. ¡Hyein y tú están cortados por la misma tijera, mira que interesarse por carnívoros y animales tan grandes!

―Deberías detenerte, Jin ―intervino Kazuha, agarrándole la mano a la chica―. Como sigas así, Hyein va a orinarte.

Esas dos estaban hechas definitivamente la una para la otra, pensó Hyein con enojo. Sin embargo, su enfado se esfumó cuando Danielle le agarró la colita esponjosa, y fue como si un botón automático se activara: se transformó en un conejito blanco y esponjoso, que fue agarrado con rapidez por la alfa.

―No te enfades, Hye ―le dijo Danielle, sonriente, y la apretujó contra su pecho―, Unnie va a cuidarte.

Pobre conejita.

Minji, por otro lado, no pudo aguantarse y, a pesar de estar escuchando los regaños de Haerin por dejarle la colita húmeda, la agarró de las mejillas y se las apretujó, abultándole los labios para darle un par de besos.

wild chipmunk; catnipzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora