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Hyein, en su forma de conejo, se orinó sobre Danielle. Literalmente.

Danielle soltó un grito sorprendida, Haerin saltó hacia atrás y Minji murmuró una maldición. Yunjin, todavía en el suelo, comenzó a reírse. Debido a la impresión, la híbrida de loba soltó a la conejita, que cayó al suelo de forma elegante, dando unos saltos para alejarse de allí, y se transformó a su forma humana.

―¡Oh, lo siento! ―tartamudeó Hyein, su rostro cubierto de escarlata por la vergüenza―. ¡Lo siento mucho, de verdad! ¡Es que me asusté demasiado y es un mecanismo de defensa!

―¡Su cara, Hyeinnie, su cara! ―se rió Yunjin, todavía en el suelo.

Hyein miró al suelo, sus ojos poniéndose un poco llorosos debido a la humillación de la situación. Haerin se compadeció ante su amiga, dando un tímido paso para acercarse y consolarla, sin embargo, no pudo hacerlo porque Minji la agarró de la muñeca.

―¿Podemos hablar? ―dijo Minji, con su voz un poco baja.

―Um, tenemos clases ―dijo Haerin, repentinamente asustada, pero de forma inmediata ese miedo desapareció al ver la mirada triste de Minji―. ¿Qué tal si... si uh... ha-hablamos después del colegio?

Kim sonrió, repentinamente feliz y entusiasmada.

―¡Sí, eso suena bien! ―aceptó, girándose para Danielle, que seguía pasmada, mirando su playera húmeda―. Oye, hay que ir a clases.

―Sí, pero, eh... ―masculló la híbrida de loba, aturdida.

―¡Déjame a-ayudarte! ―saltó Hyein, todavía con expresión atormentada―. ¡Por favor...!

Haerin sacudió la cabeza, sin querer intervenir al ver a Danielle sonreír como si un conejo no se hubiera meado sobre ella, y le tomó la mano a Yunjin, que seguía soltando risas bajas. Ambas se despidieron de Minji, que parecía algo fastidiada, entrando al edificio por los pasillos casi vacíos.

―Le gustas a Minji ―se burló Yunjin, con una sonrisa pícara y divertida.

―No ―se apresuró en decir Haerin―, no, eso no es cierto. Ella....

―¡Ella te defendió de los alfas carnívoros! ―le interrumpió la rubia, sin dejar de observarla con esa juguetona sonrisa―. ¡Te llamó su omega!

―Estaba bromeando ―trató de excusar―. ¡Quizás sólo quiere reírse de mí, como todos los alfas hacen, Jin!

Su amiga la contempló, atónita por sus palabras, y Haerin sintió ganas de llorar. Sin mentir un poco, Minji era la primera alfa que se interesaba en ella, así que debido a eso mismo, la omega realmente sentía que todo era una broma de mal gusto.

―¿Por qué Minji querría reírse de ti? ―preguntó Huh, poniendo una expresión triste.

Yunjin y Hyein no podían verlo, pero porque ellas eran bonitas. Muy bonitas, con aromas omegas atrayentes, delgadas, sin un gramo de grasa extra en sus cuerpos. Haerin, por el contrario, estaba gordita. Odiaba, especialmente, esos momentos en los que se sentaba y podía sentir los rollitos en su estómago, cómo se formaban, sintiendo el llanto pujando en su garganta por esa sensación.

¿Cómo un alfa iba a fijarse en ella? Ni siquiera los de su misma especie, alfas ardillas, la tomaban en cuenta.

Haerin era repugnante.

No respondió la pregunta de Yunjin, aprovechando que entraron al salón de clases, pidiéndole perdón al profesor por llegar atrasadas. Se sentaron en sus lugares, escuchando la explicación del profesor, y unos quince minutos después llegó Hyein, toda tímida y nerviosa. El profesor, un híbrido de león, la hizo pasar sin regañarla, porque sabía que la asustaría: todos ya sabían que Hyein vivía con miedo. Pobrecita.

wild chipmunk; catnipzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora