29

1K 106 24
                                    

El día en que fue la graduación, Minji se aseguró personalmente de que ningún cretino siquiera pensara en molestar a su novia. Cazó a los idiotas que la molestaban uno por uno y se los comió.

Bueno, no. Solamente los amenazó personalmente, diciendo que si se les ocurría gritar o hacer una expresión grosera contra Haerin, los asesinaría con sus propias manos. Los rostros de aquellos bullies lo fue todo para Minji y quedó muy claro lo que iba a pasar si hacían alguna de sus estúpidas bromitas.

Ese día Haerin estaba muy nerviosa. Le tocó sentarse algo separada de Minji pues los puestos eran al azar, pero al menos, Hyein estaba a su lado. Además, no sólo era la graduación lo que le tenía así, sino también que sería la comida en donde sus familias iban a conocerse. Irían a casa de Minji, pues su hogar era más grande y espacioso, y Haerin estaba con ataque pensando en todo lo que podía salir mal.

―Hae, estás liberando feromonas sin control ―le susurró Hyein, preocupada, mientras el director daba un aburrido discurso sobre la importancia de los estudios―, tranquilízate.

―No puedo ―murmuró Haerin―, ¿y si todo acaba mal?

―¿Cómo va a acabar mal? ―le dio un apretón en la mano―. Ya deja de pensar que los padres de Minji se van a comer a los tuyos.

Haerin la miró con mala cara, sin poder creer que sus pensamientos hubieran sido revelados con tanta facilidad. Aunque Hyein pensaba que no había que ser una genia como para adivinar sus ideas.

―Deberías estar feliz ―prosiguió Lee, aplaudiendo cuando el director terminó, por fin, con ese horrible discurso―, es un paso más grande a su relación.

La omega mayor no pudo evitarlo y una tímida sonrisa curvó ahora sus labios. No sólo eso, porque esa graduación coincidió con su aniversario desde que eran novias: cumplían siete meses desde que oficializaron su noviazgo. Para Haerin, esos siete meses significaban todo, y más cuando pensaba que ellas irían juntas a la universidad. Minji estudiaría Arquitectura, mientras que Haerin escogió Licenciatura en Letras y Literatura. Quería trabajar en una editorial de libros más adelante y, por qué no, quizás escribir un cuento sobre una ardillita que encontraba el amor en una pantera.

De cualquier manera, ese último tiempo estaba muy feliz. Sus sesiones con la psicóloga estaban funcionando muy bien, a pesar de que tuvo que ir al psiquiatra también para tratar su trastorno de ansiedad mediante medicamentos. Al inicio le daba mucha vergüenza, pero ambos especialistas le explicaron que necesitar medicamentos no le hacía más débil o menos valiente. Que, a veces, algunas personas necesitamos otro tipo de ayuda para poder avanzar.

A eso se le sumaba que decidió ir también con una nutricionista que le ayudara a bajar de peso de una manera sana y sin dietas extremas. Llevaba un mes con ella, pero había cambiado ciertos hábitos de comida y malas costumbres que tenía desde hacía mucho tiempo.

Haerin no pudo evitar pensar, mientras decían su nombre e iba a recoger su diploma, lo bonito que era sentirse ligera con su cuerpo. Tal vez sólo había bajado unos gramos, pero ella se sentía distinta, más liviana y con menos carga encima, y era una agradable sensación que disfrutaba por completo. Ella se sentía y percibía distinta, y a pesar de que a veces todavía tuviera pensamientos intrusivos, trataba de que no dominaran su vida y le amargaran la existencia.

Una vez la ceremonia acabó, se reunió con Minji y el resto de sus amigas. Abrazó a la alfa, le dio un sonoro beso en la boca y luego se sacaron una foto juntas, cada una con su propio diploma y una gran sonrisa en el rostro. Se quedaron unos minutos más, sacándose fotografías grupales y de curso, antes de dirigirse con sus padres.

―Felicitaciones, mi linda cachorrita ―le dijo su mamá, abrazándola y besándole la mejilla―, estás tan grande, mi pequeña niña.

―No soy pequeña ―reclamó, pero no podía eliminar su sonrisa.

wild chipmunk; catnipzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora