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Minji se sentía muy enamorada de Haerin.

Kazuha estaba a su lado, hablándole acerca de cómo fue su cita con Yunjin, pero siendo honesta, la pantera la estaba ignorando. Su mente estaba volando al día anterior, cuando se fue de la mano con Haerin hacia la casa de ella para dejarla allí. Hae estuvo todo el camino con los mofletes colorados por la vergüenza, aunque sin soltarla un poco, y Minji estaba muy feliz de verla así.

Le gustaba Haerin, le gustaba muchísimo. Le gustaba su cabello café, las pequeñas orejitas peludas que se asomaban entre éste y cómo se movían cuando se encontraba nerviosa. Sus ojitos oscuros, que brillaban cuando veía algo que le gustaba, como un aguacate o nueces o almendras. Esas bonitas mejillas rechonchas, que le provocaban ganas de besar y pellizcar y acariciar en todo momento. Se veía especialmente tierna cuando se las llenaba con comida, poniéndose tímida y cohibida. Los pucheros que hacía con esos labios rosaditos, y la sonrisa de gato que formaba cuando algo le hacía feliz. Por dios, y su risa... su risa era tan contagiosa, que no podía evitar reírse por cualquier tontería que dijera.

Minji estaba muy impaciente con que Haerin aceptara pronto ser su novia, tener algo oficial, para así poder darle besos en sus labios. Sin embargo, no le iba a presionar, ¡jamás podría hacer eso! Ella esperaría a que la omega agarrara más confianza, aunque sí esperaba que fuera pronto. Besar a Hae debía ser como el cielo mismo.

―¿Me estás escuchando? ―preguntó Kazuha.

―Claro que sí ―mintió Minji con facilidad―. Yunjin te dijo que quería salir a cazar conejos contigo, ¿y?

―Le pregunté si eso no ofendería a Hyein, pero contestó que no debía enterarse, así que...

Desconectó su mente otra vez cuando, al levantar la vista por entremedio de la multitud, sus ojos se detuvieron ante una figura a varios metros suyo, que le estaba ignorando. Olisqueó el repugnante aroma del resto de los estudiantes, haciendo un mohín de disgusto, pero sonrió con suavidad al notar la esponjosa cola de Haerin alzándose. La chica le daba la espalda, sacando unas cosas de su casillero para la siguiente clase. Por primera vez, en mucho tiempo, la vio sin sus amigas.

Estuvo atenta por si alguien soltaba un comentario hiriente hacia la chica. No estaba dispuesta a tolerar alguna tontería de ese estilo, no frente a ella, y si cualquier persona ofendía a su omega, entonces pagaría las consecuencias. Minji no podía entender el motivo por el que molestaban a Haerin, por dios, era sólo una pequeña de diecisiete años con un leve problema de sobrepeso. ¿Desde cuándo algo como eso era motivo de burla? Eso le enfurecía hasta puntos inimaginables.

―... luego de eso, cuando salió la luna, Jin se sentó en mi regazo y nos comenzamos a besar.

―Qué asco ―bufó Minji.

―Por favor, te mueres por un beso de Haerin.

Minji rodó los ojos, aunque su mirada se volteó con rapidez hacia una escena que le desagradó por completo. Su garganta soltó un gruñido involuntario.

¿Por qué la idiota de Danielle Marsh, la estúpida de su amiga, estaba abrazando a su ardilla?

Una persona se cruzó y Minji se movió, ignorando la conversación de Kazuha y alejándose unos pasos. Danielle estaba casi colgada del cuerpo de Haerin, sonriendo con felicidad. Peor aún: dejándola pasada en su aroma.

Ese pensamiento la puso más celosa. El olor de Danielle sobre su omega. Su ardillita. Era indignante.

Estaba bien que fueran amigas, pero eso no se lo iba permitir a ella. No se lo permitiría a nadie, ¡ella era la única que podía marcarla!

wild chipmunk; catnipzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora