EXTRA I - KATSUKI

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Sin tan solo hubieras sabido lo que sentí el día que te conocí....

Éramos unos pequeños niños de cuatro años, solos en un parque. Tu madre te vigilaba desde una banca cercana a las hamacas, mi madre al contrario estaba hablando por teléfono mientras tomaba su café yendo de un lado a otro cercana a las bancas.

Caí al verte riendo junto a otro niño, me distraje en esos ojos verdes tales como una esmeralda brillante.

Se podría decir que quería más que una amistad al verte, te me acercaste con esa hermosa sonrisa y me miraste con tus hermosos ojos esmeraldas. Me enamoraste con esa sonrisa y esa hermosa mirada....

Me diste tu mano y justo en esa pequeña plaza empezó lo que ahora llamamos amor, acepté tu mano y dejé que me ayudaras a pararme.

Mis rodillas sangraban y tú te pusiste pálido, ¿Qué habrás sentido tú en ese momento? Te decía que no era nada y aún así me negabas diciendo que podría empeorar.

Me guiaste a donde tu madre y allí me curaste junto a ella.

Verte sonreír de alivio al terminar de ayudarme y ver tu hermosa sonrisa volver rápidamente me hizo sonreír levemente mientras me contabas sobre dónde vivías.

Siempre hablaste mucho y eso me encantaba, poder escucharte y poder tener quien me cuente su felicidad, alegría y emoción con solo una charla me era agradable si se trataba de ti.

Si supieras que ese día te mostré mi mejor versión ¿me creerías? 

Viste cuando tuve que irme como mi madre sacaba mi carácter explosivo, eso te hizo reír y solo sonreí al escuchar tu pequeña risa. Ese dia me fui feliz del parque, voltee a ver si seguías allí y vi como me mirabas despidiéndome con la mano me hizo ser aún más feliz y sentir mis mejillas arder.

Te ame desde que te conocí, desde que teníamos apenas cuatro años sentía esa conexión especial dentro de mi.

Podría sonar tonto, pero ese día cuando dijiste que me veía gracioso con ese disfraz de león en primaria cuando teníamos 10 años quise reírme contigo porque tenias razón. Todo lo que decías era verdad, nunca dañamos a nadie diciendo la verdad.

Ese día en el que me confesaste que creías que te gustaba alguien, ¿ese alguien era yo? 

Me dijiste que tenía ojos rubíes, que sentías que cada que se te acercaba te faltaba el aire y tu corazón no se detenía, que si lograrás estar junto a él le darías una hermosa relación y le mostrarías la mejor parte de ti. Me dijiste que te hacía sonreír como nunca lo hubieras hecho, ese mismo día te vi junto al estúpido del Merkel y vi como reías demasiado, sentí celos de ver que esas hermosas sonrisas la creaba otra persona. Quería ir y sacarte de allí, darte un gran abrazo y poder ser feliz junto a ti pero no lo hice, dejé que siguieran riendo hasta que me viste y te sonrojaste completamente como si yo fuese esa persona que te gustaba.

Aún recuerdo cuando unas semanas después me diste un hermoso poema, decía tus sentimientos y el porqué no querías aceptarlos. Me hizo feliz saber que sentías lo mismo pero me puso triste que te alejabas siempre que quería decirte que ese amor era correspondido.

¿Recuerdas cuando teníamos 14 años y yo te cité frente a un hermoso árbol con sus hojas color anaranjado?, ¿No? Pues yo sí.

Ese hermoso día te vi llegar con tu típica mochila amarilla en tu espalda y con tus manos juntas delante de ti, vi cómo dejaste de mirarme y te sonrojaste cuando apenas te saludé con una sonrisa en mi rostro. Me encantaba crear esas emociones y reacciones en ti, verte sonrojar y titubear al hablar me encantaba. 

Tome tus dos manos y las besé mientras veía cómo tu rostro se terminaba de poner de un rojo tan fuerte como la sangre, me encantaba esa reacción tuya. 

¿Cómo decirle a tu Alfa que estás embarazado?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora