Capitulo 18. Eres mia.

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Hoy, especialmente hoy, no podía negar que parecía ser el día mas bonito de todo el verano, o realmente era que por fin se había detenido a observarlo...como solía hacerlo antes.
Eras mas del medio día, como mucho en tres horas el atardecer abrasaría aquel pueblito donde Mishel había nacido y crecido toda su vida.
El sol brillaba con fuerza, como dando un brillo o una luz demasiado radiante a todo y la brisa agradable acariciaba el rostro de ella cada vez que se colaba por aquella ventana desde donde ella sentada en una mesa se encontraba perdida en el bonito azul del cielo de aquel día.

¿Será que esto mismo estabas viendo aquel día que viniste por un cafe?. Sentada en la misma mesa donde el chico de ojos grises había estado sentado semanas antes, ella poseía la misma mirada ausente y perdida alla afuera que él, en ese momento se pregunto que lo entretenía tanto y hoy se preguntaba si era eso lo que realmente lo tenía así de entretenido.

Sin embargo mientras cerraba sus ojos y se dejaba acariciar por el viento temblaba ante el recuerdo de hacia tres noches, sus ojos inyectados de odio le habían espantando el sueño durante los segundos dos días, el último si pudo hacerlo, pero cada vez que su rostro aparecía en sus recuerdos ella...sentía miedo, realmente lo sentía.
Su corazón se apretujaba pero era la única manera que tenia para hacerlo real, para ser altamente consiente del odio que sentía el por ella y así no provocar situaciones tontas que solo terminarían por contaminar mas sus emociones.
Sin embargo lo ultimo fue un recuerdo...pero no de hacia tres noches, uno de tres años atrás.

Ella descansaba de lado sobre el blanco edredón de aquella habitación, embriagada por el aroma exquisito del pecho masculino donde apoyaba su frente, pérdida, totalmente absorbida por las emociones que solo él era capaz de causar en alguien como ella, sus dedos finos y largos se apoyaban firme sobre su cadera haciéndole entender que no era un sueño que era real, que estar en sus brazos lo era, y ella solo se mantenía abrazada a él. La respiración del chico que la rodeaba se volvió ligera y creyó que se había dormido, por lo que inclino su cabeza en busca de esos bonitos ojos grises, pero encontró a cambio una hermosa sonrisa. Sintió volverse blanda en esos instantes y él recorrió su rostro antes de recostarla boca arriba y ceñirse sobre ella para volver a besarla. Sonrió tan complacida por sus besos, pero él se detuvo y la observo durante un par de segundos. Y pronuncio esas palabras que sellaban su promesa.

-Eres mia.

-Siempre. Fue la respuesta que ella pudo darle.

Esta vez se quedo quieta por un largo instante.

Ella...ella había roto otra promesa.
Y no pudo evitar temblar, ya no por el viento, ya no por el miedo, ahora por una promesa, por los recuerdos de las tantas veces que le prometio que seria suya siempre, a cada instante, y no fue así.
Se sintió tan mal consigo misma, que su cara de impacto llamo la atención de su ya amiga, Mara.

-¿Te encuentras bien?.

-¿Eh?.- Su mente seguía divagando ante el recuerdo. Pero se obligo a responder, cuando se sintió realmente rara.-Si...si, solo no he podido...dormir bien.

Mara siempre tenia mucha energía y Mishell en serio le agradaba.

-Creo que estas muy presionada.-Tomo asiento enfrente de ella-Vayamos a beber algo esta noche.

Dudo, porque tal vez era un plan con mucha gente incluida, y a ella no le gustaba. ¿Porque aun no podían comprender que odiaba estar en lugares rebosados?, intentar integrarse con gente a la que acaba de conocer, ¿porque nadie entendía eso?, que le costaba hablar, relacionarse o simplemente integrarse.
Sin embargo bajo la promesa de que serian ellas dos, tomando algo en un lugar tranquiló, la motivo a aceptar.
Esa misma noche, tomo una ducha larga y reconfortante, se maquillo ligeramente, se coloco un top negro de tirantez, una falda del mismo color nada atrevida pero si muy bonita y se calzo unas sandalias que la hacían lucir mas alta, coloco adornos dorados sobre su cabello y apenas noto que desde que lo había cortado por su hombros ya amenazaba con tocar su cintura nueva mente. Se observo unos minutos frente al espejo en aquella pequeña habitación y por primera vez en mucho tiempo sonrió ante lo que este le devolvía, se sentía tranquila esa noche y su aspecto lo demostraba.

Cuando vuelva a salir el sol. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora