IX

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Apreté los labios con algo de gracia y pena cuando entendí que estab frente a la biblioteca vacía. Antes de ir a casa, junto a Tomoe, que comenzaba a acompañarme en situaciones que en realidad no tenían mucho sentido. Pero pensábamos aún en la chica de la competencia, la otra diosa de la tierra.

O yo, quizás sólo yo lo pensaba.

---¿Recuerdas lo que hablamos anoche?

---¿De qué? ¿De que te gusta hacer las tareas de clase aunque no necesites más titulos de preparatoria?--- me preguntó. Negué con la cabeza.

---No, no--- espeté mientras señalaba una de las estanterías--- es que como por ahí estaba el espíritu que se quiso comer a Nanami.

---No sé si se la quería comer. Qué asco. Nanami tiene el cabello largo... ¿No es raro comerte algo con tanto pelo?--- lo miré desentendida ante esa pregunta.

---¿Qué?

---No importa--- dijo, respetando mi vista fija hacia el lugar donde recordaba que estaba Nanami abrazando a la mocosa que había besado a Tomoe. Sin embargo, el rostro de aquel muchacho con esa sonrisa felina en sus labios apareció de repente frente a mí--- Pero... te veías atractiva.

Lo miré.

---¿Haciendo qué?

---Mostrando las... garras--- admitió con toda seguridad, mientras yo entrecerraba los ojos.

---No muestro las garras nunca. Están gastadas y viejas--- él tomó una de mis manos mientras yo las analizaba. Después de tantos años viviendo entre los humanos, me desacostumbré eventualmente a que se me tratara o como un perro, o como a un soldado. Después de mirarme un rato las manos, me miró con un gesto serio.

---Nosotros nos vemos hermosos en nuestra forma original, ¿No? Tú me lo dijiste.

---Tú eres hermoso, eres un zorro. Los humanos siempre te van a amar por eso, apareces en todos lados.

---¿Y tú? Eres mundialmente famosa, Aoi

---Que yo sepa, no--- fruncí el ceño, revisando una de las ventanas, como si realmente hubiese algo que ver.

Tomoe se acercó a mí y colocó su barbilla en mi hombro.

---¿Quién es el mejor amigo del hombre?--- lo miré de reojo. Y cuando me vio fruncir el ceño me entregó una de sus manos, pasando su brazo por debajo del mío--- A ver, dame la patita.

---Callate.

Tomoe se separó de mí después de ver que no reaccionaba.

---Podria haberte dado un beso y decirte que eras una buena chica, Aoi...--- admitió, con un tono sentidamente ofendido.

---Que sepas que es feo ser un lobo estúpido--- le dije y me di la vuelta para irme, de todas formas, él vendría conmigo. Supongo que me acompleja aún hoy saber que no soy la bestia más fuerte, ni el animal más astuto.

Pero como nunca lo seré, ¿Qué importa?

Como fuere, él me siguió el paso.

---No eres estúpida.

---Sí, lo soy. El perro es un invento estúpido de las personas--- le miré mientras fruncía el ceño--- Igual que nosotros.

---Habla por tí--- me dijo con un tono burlón. Si no supiera que él era de esa forma conmigo, no hubiese hecho absolutamente nada más que golpearle el estómago. Pero como soy el mejor amigo del hombre, y éste tipo es una de esas cosas a simple vista, pues nada, que soy una criatura maravillosa.

Un inocente fruto de la creación de algún Dios.

---Los perros son buenos.

---Nadie es bueno con nosotros y después nos abandonan.

---Y hay miles de personas al rededor del mundo que aún así te llaman, te hacen caricias y te dan algo de comer--- él se encogió de hombros, y me miró, seguramente pensando en algún chiste sobre las razas de perros a las que les cortan las orejas para que intimiden un poco más.

Ahora los chistes no me importan, la herida está sanada, pero por pelear con Tomoe, cualquier cosa me hería en ese momento.

De cualquier forma, nos inundó un silencio enorme mientras bajábamos las escaleras.

---Lo que decía antes era de verdad.

---¿Que te dé la patita?--- él me golpeó ligeramente el hombro para reprocharme la respuesta.

---Ay, no, Aoi. Lo de que te ves bien... y quiero saber si tus manitos son como más esponjosas--- espetó Tomoe con el rostro muy serio.

---No.

---¿Cómo que no? Los perritos tienen las patas suaves--- aunque no le respondí, él siguió hablando. No lo entendía antes pero, aprendí que hablar cuando incluso no tiene sentido o no hace falta... también es una forma de demostrar cariño--- Pero la protegiste aquella vez... las protegiste a las dos.

---Protegía a mi Diosa, a mi familia, y a mi amiga, Tomoe. La otra niña estaba al lado.

---Pero aunque el espíritu no era la gran cosa, les diste seguridad. Siendo dos podíamos acabar con algo mucho peor, sin embargo, me lo dejaste a mí... y tú te fuiste a confortar a las niñas--- fruncí el ceño en aquél momento, porque no quería admitir que a veces, una figura tan infantil como la que me proyectaba la muchachita de ciudad, me recordaba a las señoritas de mi templo.

Mientras divagaba en eso, pude notar que se había acercado mucho más a mí de lo que recordaba que estaba.

---Dejaste tu posición como mujer, para servir como soldado y familiar. Eso, Aoi, es realmente atractivo--- y antes de darme cuenta, estaba acorralada entre mis pensamientos rápidos donde ninguna reacción parecía la correcta. Y donde lo único que sabía de mi cuerpo es que me estaba sonrojando.

---¿Te gusto más como soldado que como mujer?--- pregunté, en el momento hubiese deseado quedarme callada. Ahora creo que prefiero haberle dicho aquella estupidez. No quería conseguir nada, pero Tomoe nunca me dejaba con las manos vacías.

---"Me gusta que mi mujer sea un soldado"--- dijo muy seguro, con mi cintura entre sus manos. Y después lo meditó, mientras yo en realidad solamente pensaba en que se me estaba olvidando cómo respirar--- No, no... suena muy posesivo, como... muy poco moderno, ¿Verdad?

No le respondí.

---Bueno, tú sacaste a esa chica porque me besó. Dame chance ésta vez.

Y tampoco le respondí nada, porque nunca nadie me había dicho algo así. O quizás sí, pero nunca había sentido que ser un familiar, o un perro guardián, sirviese para algo más que cuidar a los demás. Y honestamente tampoco me importa lo que haya pensado de mí, que seguramente lo habrá visto, porque para éste punto tenía su frente sobre la mía con una sonrisa muy extraña.

Después me besó por un rato, pero supongo que por mi mente todavía ronda el pensamiento de que yo estaba sudada por lo del club.

Ah, y recuerdo que iban a recortar los fondos del club si no ganábamos nada... pero eso quizá no sea tan romántico.

Another Date With The Moon || Kamisama HajimemashitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora